Categories
Journal Articles

Vicisitudes y nuevos estudios de la ideología Alemana

I. Revistas de estudios marxianos
Los múltiples intentos de publicar las obras completas de Marx y Engels han visto florecer, a propósito de sus ediciones, algunos periódicos que tenían el objetivo de acompañar y promover los trabajos, además de ofrecer una contribución a la investigación. También este capítulo de la Marx Forschung (la investigación sobre Marx) se abre, como muchos otros, con los trabajos de David Borisovich Riazanov, curador de la primera edición histórico-crítica de la obra completa de Marx y Engels, la Marx Engels Gesamtausgabe (MEGA), sin duda, el más importante Marx Forscher del siglo XX. Gracias a su iniciativa, y bajo el cuidado del Instituto Marx y Engels de Moscú dirigido por él directamente, en el bienio 1926-27 aparecieron los dos volúmenes del Marx-Engels Archiv. El objetivo del proyecto, del cual, en principio, se había excluido cualquier referencia al debate político del momento, era proveer anticipos sobre los manuscritos de los dos pensadores para hacerlos accesibles a la crítica antes de la edición completa de la obra. Como es sabido, sobre la MEGA se descargó el hacha del estalinismo, responsable, además de muchos otros crímenes, de haber interrumpido la publicación de la obra de Marx.

A pesar de que han aparecido, desde 1956 a 1968 la Marx Engels Werke (MEW) y entre 1955 y 1966, en la Unión Soviética, la segunda K. Marks i F. Engelsa Sochinenia, durante los cuarenta años trascurridos desde la interrupción del primer intento de Gesamtausgabe en 1935 y la impresión de la segunda (cuyo primer volumen se remonta a 1975), en el campo “socialista” nohubo serias iniciativas editoriales semejantes. La única revista de este ciclo fue el completamente doctrinario Nauchno-informacionnii biulleten sektora proizvedenii K. Marksa i F. Engelsa que surgió en 1958 en el Instituto por el Marxismo Leninismo de Moscú, y que prosiguió en 47 números hasta 1989. Por el contrario, en el mismo período, en Occidente, se cuentan numerosos y calificados instrumentos de investigación sobre Marx, y es obligatorio hacer referencia a al menos dos de ellos. En Francia, bajo la dirección del marxólogo Maximilien Rubel, nació la revista Etudes de marxologie. Los 31 números de estos cuadernos -algunos de los cuales eran dobles–, aparecidos de modo discontinuo entre 1959 y 1994, representan un intento irremplazable de documentación de la obra de Marx y de crítica del marxismo gracias a los análisis críticos, los estudios históricos, las bibliografías y las traducciones inéditas que contienen; todavía hoy, son un instrumento indispensable para quien desee aventurarse de manera rigurosa en estos temas.

En cambio, en Tréveris, en la República Federal Alemania, entre los años 1969 y 2000, aparecieron en 49 números los Schriften aus dem Karl Marx Haus. También esta colección, con sus monografías sobre las ediciones de la obra de Marx y Engels –acerca de su recepción en el mundo y las relaciones que ellos mantuvieron con terceros–, y con la presentación de ensayos sobre la historia del movimiento obrero, es una de las fuentes más especializadas de investigación en el campo.

Luego del nacimiento de la MEGA², los Institutos para el Marxismo-Leninismo de Moscú y Berlín dieron vida al Marx-Engels-Jahrbuch. Este anuario, editado por la Dietz Verlag en trece números entre 1978 y 1991, aunque concebido para contribuir a la divulgación del marxismo soviético y su triunfo ideológico (motivo por el cual carecía del carácter científico que Riazanov había deseado enérgicamente cincuenta años antes), acompañó la impresión de los primeros volúmenes de la MEGA², contando con importantes contribuciones de estudio.

En el mismo período, en la República Democrática Alemana, surgieron otras revistas para documentar el trabajo editorial en curso sobre la obra de Marx. Desde 1976 a 1988 salieron, editados por la Martin-Luther Universität de Halle-Wittenberg, un conjunto de 23 números, los Arbeitsblätter zur Marx-Engels-Forschung; desde 1978 a 1989, aparecieron en 29 números y, por iniciativa del Instituto para el Marxismo-Leninismo de Berlín los Beiträge zur Marx-Engels-Forschung (la nueva colección se retomó en 1991 con una periodicidad anual y con el agregado Neue Folge en el título); finalmente, entre 1981 y 1990, fueron impresos de manera irregular por la Karl Marx Universität de Leipzig los 6 números de la Marx-Engels-Forschungsberichte.

Por iniciativa del Internationaal Instituut voor Sociale Geschiedenis (IISG) de Ámsterdam y de la Karl Marx Haus de Tréveris, a los sucesos del otoño de 1989 les siguió, en el año ’90, el nacimiento de la Internationale Marx-Engels-Stiftung (IMES). Esta fundación, surgida con la gravosa tarea de completar la MEGA², asumió el empeño de publicar en Ámsterdam los MEGA Studien, publicados en 11 números entre 1994 y 1999. [1] Esta revista, al centrarse exclusivamente en los trabajos de edición de la MEGA, afirmó el regreso a una renovada objetividad en la investigación científica.

II. Marx-Engels Jahrbuch
La reciente edición del primer volumen del Marx-Engels Jahrbuch, también bajo el cuidado del IMES –pero en esta oportunidad redactado en la Berlin-Brandenburgische Akademie der Wissenschaften–, marca un nuevo comienzo en la historia de las revistas de la Marx-Forschung. Después de la consolidación de la MEGA², lograda a través de la publicación, desde 1998 al día de hoy, de trece volúmenes acompañados por una gran repercusión internacional, este nuevo emprendimiento intenta expandirse más allá de la experiencia de los MEGA Studien, dedicados únicamente a las cuestiones editoriales, y apunta a darle vida a un foro científico sobre la obra de Marx y Engels.

Con el auxilio de ensayos, convenios y críticas de la bibliografía especializada, el anuario aspira a definir el estado actual de la investigación sobre Marx, cobijando en sus páginas los aportes útiles para reconstruir el cuadro histórico de elaboración de sus obras, documentando su contexto y sus fuentes. Los volúmenes contendrán, además de interesantes aportes inherentes a las problemáticas vinculadas con los trabajos de edición, apéndices, correcciones de erratas, documentos integradores y materiales de archivo, también relativos a la historia de la MEGA. El propósito es establecer una relación recíprocamente interesante entre el trabajo editorial y la investigación científica, de modo que las recientes adquisiciones filológicas puedan proveer nuevos impulsos al debate sobre la teoría marxiana y esto, a su vez, influya productivamente sobre la preparación de los volúmenes.

Otro objetivo del proyecto es dar a las imprentas, tal como sucedió con el Marx-Engels Archiv, fragmentos de las obras más significativas de los dos autores como anticipo de la obra completa. De hecho, el primer número [2] está completamente dedicado a La ideología alemana. A tal propósito, este artículo pretende recorrer las etapas de la historia editorial, omitiendo deliberadamente las cuestiones teóricas.

III. La roedora crítica de los ratones
En febrero de 1845, luego de que las autoridades francesas ordenaran su expulsión, Marx se ve obligado a dejar París. Después de haber comenzado los estudios de economía política, sintetizados en los cuadernos de resúmenes y anotaciones de los textos leídos y en los célebresManuscritos económico-filosóficos, y luego de firmar con el editor Leske de Darmstadt un contrato para una obra en dos volúmenes titulada Crítica de la política y de la economía política, partió hacia un nuevo destino. Esta vez, y hasta el estallido de la revolución de marzo de 1848, el teatro del nuevo exilio es la ciudad de Bruselas.
Los proyectos de Marx de continuar las investigaciones para el libro que se había empeñado en realizar, y de publicar –ofreciendo la traducción alemana- una “Biblioteca de los más eminentes escritores socialistas extranjeros”, se vieron alterados por la publicación, en octubre de 1844, del texto de Stirner, El único y su propiedad.

La primera obra en común de Engels y Marx, La sagrada familia, crítica de la filosofía especulativa de Bauer y consortes, habiendo sido escrita prácticamente en el mismo momento, no pudo dar cuenta de él. Entonces también era necesario combatir esta última manifestación del neohegelianismo. Además, Marx consideraba importante preparar al público para el punto de vista de su “Economía” a través de un escrito polémico contra las más recientes concepciones de la ciencia alemana. Con este parecer, pues, el plan de la obra se fue ampliando hasta comprender dos volúmenes; Marx y Engels trabajaron mucho junto con Moses Hess. En mayo de 1846, la parte principal del manuscrito del primer volumen fue enviada a Westfalia, a Joseph Weydemeyer, que debía preparar la edición. Sin embargo, distintas circunstancias impidieron la publicación. En los años 1846-1847, Marx y Engels intentaron encontrar editor, pero siempre sin éxito.

El título de la obra y de los dos volúmenes que hubieran debido conformarla, no aparecen en el manuscrito. Los editores posteriores le han agregado, sobre la base de una declaración de Marx contra Grün publicada en abril de 1847, en la cual se refiere a un “escrito redactado en común con Fr. Engels, La ideología alemana (Crítica de la más reciente filosofía alemana en sus representantes Feurbach, Bruno Bauer y Stirner, y del socialismo alemán en sus diversos profetas)”. La obra fue publicada en su totalidad en 1847; solo unas pocas páginas fueron impresas en vida de los autores.

De Marx, la revista mensual alemana Das Westphälische Dampfboot incluyó el artículo “La historiografía del socialismo verdadero (en contra de Karl Grün)”. De Hess, la Deutsche-Brüsseler-Zeitung publicó “Obras de Il Dottore Graziano”, texto escrito, con la colaboración de Marx, como crítica al libro de Arnold Ruge Dos años en París. De Engels, la misma revista mandó a la imprenta “K. Beck: Cantos del pobre hombre, o la poesía del socialismo verdadero”. No obstante, este fracaso no significó para Marx un gran problema; de hecho, en el breve bosquejo de autobiografía intelectual utilizado como prefacio a la Crítica de la economía política de 1859, así resumió lo sucedido: “[…] entregamos muy de buen grado el manuscrito a la crítica roedora de los ratones, pues nuestro objeto principal, esclarecer nuestras propias ideas, estaba ya conseguido” [3].

IV. Las ediciones póstumas
Las vicisitudes de la publicación póstuma no son menos intrincadas que las de su preparación y redacción. Es más, sobre las ediciones de Marx y Engels han pesado siempre los conflictos de las distintas corrientes, teóricas y políticas, del movimiento obrero. En relación con La ideología alemana, Eduard Bernstein, que luego de la muerte de Engels entró en posesión de gran parte del legado de los dos autores, tiene una responsabilidad enorme. En 1899 se limitó a reeditar en Die neue Zeit la invectiva contra Grün que Marx ya había publicado en 1847. Solo más tarde, en los años 1903-1904, se decidió a publicar en la revista por él dirigida –Dokumente des Sozialismus– la parte inédita concerniente a Stirner. Sin embargo, la introducción que la acompañaba no constaba de una presentación del estado del original. Recién muchos años después, y de la mano del primer y mejor biógrafo de Engels –Gustav Mayer– fue elaborada una descripción válida, puesto que durante la fase de documentación había logrado convencer a Bernstein de permitirle consultar algunas partes del manuscrito. Se remontan, pues, a 1920 (año de la primera edición del Friederich Engels) las primeras noticias dignas de atención.

En1923 Riazanov viajó a Berlín, y a su regreso a la Unión Soviética presentó en la Academia Socialista de Moscú un comunicado sobre el legado literaria de Marx y Engels. [4] Entonces por fin se pudo conocer la verdadera situación del texto que se había vuelto tan controversial. Las faltas y las lagunas científicas de Bernstein mostraron ser múltiples. Se descubrió, de hecho, que había publicado menos de la mitad de la crítica de Stirner, atribuyendo falsamente a la “roedora crítica de los ratones”aquellos cortes que, en realidad, habían sido practicados arbitrariamente por él; ¡además, se pudo constatar que había creído sin razón que las partes sobre Feuerbach y Bauer pertenecían a un único capítulo que, porconsiderarlo irrelevante, había decidido no publicar!

Utilizando su extraordinaria erudición, que le permitía remontarse a cualquier parte del original, y con su gran habilidad diplomática, Riazanov logró obtener de Bernstein, con enorme fatiga pero en solo cuatro semanas, todas las partes del texto. Solo después de fotografiarlo todo, volvió a Moscú. La primera parte de La ideología alemana, incompleta, atribuible verosímilmente a Marx y, sin duda, la más importante de todo el trabajo, se publicó por primera vez en 1926 bajo el cuidado del mismo Riazanov en el primer volumen del Marx-Engels Archiv. Esta sección, titulada “Feuerbach”, pero dedicada sobre todo a su concepción de la historia, contiene la primera exposición de la teoría que Marx había elaborado en el transcurso de dos años de estudios filosóficos, históricos y económicos, aquella que luego definirá el “hilo conductor” de sus propias investigaciones.

En la introducción que acompañó la edición, Riazanov resumió las vicisitudes del manuscrito cuyo valor tanto Engels –aunque, comprensiblemente, luchaba con los libros II y III de El capital- como Mehring habían subestimado. Su importancia, por el contrario, era fundamental ya que permitía llenar el vacío entre La sagrada familia, las Tesis sobre Feuerbach y la posterior Miseria de la filosofía. Se publicó íntegramente recién en 1932, en el volumen I/5 de la MEGA. Como para los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, entre la fecha de la redacción y la de la publicación transcurrió casi un siglo. Si no hubiese sido así se habrían evitado muchos malentendidos y confusiones sobre la “concepción materialista de la historia”, célebre expresión acuñada y utilizada por Engels.

Finalmente, luego de que el texto se publicara en la edición MEW, en un artículo de Siegfried Bahne de 1962 en la International Review of Social History, aparecieron otras tres páginas del original que también fueron atribuidas al apetito de los ratones, cuando, en realidad, habían sido conservadas bajo un falso encabezamiento. El texto incluido en el primer número del Marx-Engels Jahrbuch, es un anticipo del volumen I/5 de la MEGA²: Karl Marx, Friedrich Engels, Moses Hess: Die deutsche Ideologie. Manuskripte und Drucke (November 1845 bis Juni 1846), cuya publicación está prevista para 2011. [5] Por primera vez esta edición ofrecerá, entre otras novedades, algunas partes del manuscrito atribuidas correctamente a Hess. Aquellas incluidas en el anuario corresponden a los capítulos: I. “Feuerbach” y II. “Sankt Bruno”.

A diferencia de los seis distintos intentos de reconstruir el famoso capítulo “I. Feuerbach. Antítesis entre concepción materialista y concepción idealista” realizados hasta hoy, esta nueva versión publica los manuscritos de Marx y Engels tal como fueron dejados por ellos, esto es, como siete textos independientes y ordenados cronológicamente. Esta edición evidencia claramente el carácter fragmentario del escrito, y que el capítulo de Feuerbach en particular no está en absoluto terminado. Nuevas y definitivas bases, pues, son provistas por la indagación científica para remontarse con exactitud al pensamiento de Marx; por ejemplo, por primera vez se le atribuye el artículo “Gegen Bruno Bauer”, publicado en forma anónima en enero de 1846 en la revista Gesellschaftsspiegel. Por fin la obra consta, al igual que los volúmenes de la MEGA², de un imponente tomo con la descripción del texto, sus aclaraciones, el catálogo de las modificaciones y correcciones, y los índices.

De los trabajos de la nueva edición histórico-crítica emerge cada vez más un autor desconocido. La distancia que lo separa de las realizaciones y concepciones de las experiencias políticas que se han remitido a él es demasiado grande como para no generar la sospecha de que su espectro, antes o después, volverá a agitarse. Por el momento, las investigaciones filológicas, lejanas al engañoso condicionamiento ideológico del pasado, contribuyen a iluminar su obra y su pensamiento. La ideología alemana, considerada a veces incluso la exposición exhaustiva de la concepción materialista de Marx, devuelta a su originaria incompletudhace imposible cualquier hipótesis de sistematización. La falacia de los marxismos dominantes del siglo XX y las muchas carencias e instrumentalizaciones de las distintas ediciones y lecturas de Marx que se sucedieron, hacen resonar una frase suya contenida en este texto, que no solo se opone, una vez más, a la crítica alemana a él contemporánea, sino que también es una sarcástica admonición para el futuro: “No solo sus respuestas, sino también los problemas mismos, llevan consigo un engaño”. [6]

Traducción de Mora Scillamá

References
1. Sucesivamente, en años distintos a los indicados en la portada, se han publicado otros tres números: 2000/1, 2000/2 y 2001.
2. Marx-Engels Jahrbuch 2003 , 2 voll., pp. 400, € 59.80, Berlín, Akademie Verlag, 2004.
3. Marx, K., Contribución a la crítica de la economía política. Ed. al cuidado de Néstor Casiris. Trad. de Carlos Martínez y Floreal Mazía. Buenos Aires: Estudio, 1975, p. 10.
4. Cfr. David Riazanov, “Neueste Mitteilungen über den literarischen Nachlaß von Karl Marx und Friedrich Engels“. En: Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung. Hirschfeld, Leipzig, 1925, pp. 385-400.
5. Es necesario señalar que el interés por La Ideología Alemana está viviendo una renovada atención también en Oriente. De hecho, en 1998, el estudioso Tadashi Shibuya ha curado una nueva traducción al japonés, publicada en Tokio por la Shiinnihon Publishers, sobre la base de los profundos estudios desarrollados a partir de los manuscritos conservados en la IISG de Ámsterdam. También en Japón, en el 2006, ha sido reeditada la famosa y erudita versión de Wataru Hiromatsu publicada en 1974 tanto en alemán como en japonés (Karl Marx- Friederich Engels, Die deutsche Ideologie. Tokio, Kawade Shobo Shinsha Publishers), que ya en su época había reabierto la discusión entre los especialistas. Prueba la importancia de esa edición su reciente traducción también al chino. Es de esperar que estas importantes publicaciones despierten rápidamente también el deseo de los estudiosos de lengua española, italiana y francesa de volver a traducir la obra de Marx y Engels respetando las nuevas adquisiciones filológicas. En tanto, para 2008 se señala la publicación de una nueva traducción al inglés del capítulo sobre Feuerbach, bajo el cuidado de Terrell Carver.
6. Marx, K. / Engels, F., La ideología alemana. Trad. de Wenceslao Roces. Buenos Aires, Ediciones Pueblos Unidos, 1985, p. 17.

Categories
Journal Articles

Diffusion et réception du Manifeste en Italie de 1889 à 1945

Dans les dernières années, nous avons assisté à un fort regain d’intérêt pour Marx, auteur considéré durant la décennie précédente comme définitivement « dépassé ». La méconnaissance et la fortune de Marx en Italie et les vicissitudes de la publication du Manifeste, qui n’a été traduit qu’en 1889. A cause de conflits théoriques et d’aléas politiques, l’intérêt pour l’oeuvre de Marx n’a jamais été constant et a connu, dès le début, des phases indéniables de déclin. De la « crise du marxisme » à la dissolution de la « Seconde Internationale », des discussions sur les limites de la théorie de la plus-value aux tragédies du communisme soviétique, les critiques formulées contre les idées de Marx ont semblé, chaque fois, en dépasser définitivement l’horizon conceptuel. Mais il y a toujours eu un « retour à Marx »1. Constamment, un nouveau besoin de faire référence à son œuvre s’est fait sentir. A travers la critique de l’économie politique, les passages sur l’aliénation ou les pages brillantes des pamphlets politiques, elle a continué à exercer un attrait irrésistible sur ses partisans comme ses opposants.

Bien qu’à la fin du siècle dernier l’on ait décrété à l’unanimité l’oubli de Marx, depuis quelques années, contre toute attente, Marx est remonté sur le théâtre de l’histoire. En effet, on peut constater pour ce dernier un véritable regain d’intérêt ; sur les étagères des bibliothèques d’Europe, États-Unis et Japon, ses écrits sortent de plus en plus fréquemment de la poussière.

La redécouverte de Marx se fonde sur sa capacité persistante à expliquer le présent, tant il reste un instrument indispensable pour pouvoir le comprendre et le transformer. Face à la crise de la société capitaliste et aux contradictions profondes qui la traversent, on se remet à interroger cet auteur mis trop hâtivement de côté après 1989. Ainsi l’affirmation de Jacques Derrida « Ce sera toujours une faute de ne pas lire et relire et discuter Marx »2, qui, il y a encore quelques années, semblait une provocation isolée, est de plus en plus partagée. En effet, dès la fin des années 90, des émissions télévisées et radiophoniques quotidiennes, périodiques, ne font que discuter du penseur le plus actuel de notre époque : Karl Marx.

Le premier article à produire un certain écho en ce sens fut The return of Karl Marx, paru dans The New Yorker 3. Puis ce fut la BBC, qui en 1999 a attribué à Marx la qualité de plus grand penseur du millénaire. Quelques années plus tard, un numéro du Nouvel Observateur a été entièrement consacré à Karl Marx – le penseur du troisième millénaire ?4 et peu après l’Allemagne a payé également son tribut à celui qu’elle avait contraint à l’exil pendant quarante ans : en 2004, plus de 500 000 téléspectateurs de la télévision nationale ZDF ont élu Marx troisième personnalité allemande de tous les temps (et première, par contre, dans la catégorie « actualité ») et, durant les dernières élections, la célèbre revue Der Spiegel mettait Marx en couverture en titrant Ein Gespenst kehrt zurück (un spectre revient), avec les doigts en signe de victoire 5. Pour compléter cette curieuse revue de presse, ajoutons le sondage mené en 2005 par la station de radio BBC4, qui a remis à Marx la palme du philosophe le plus aimé des auditeurs anglais.

Même la lecture de Marx, presque complètement laissée de côté il y a quinze ans, montre des signes diffus de reprise et, avec l’essor de nouvelles études marquantes, des opuscules au titre My read Marx today ? paraissent dans plusieurs langues. Les revues internationales ouvertes à des contributions à propos de Marx et des marxismes rencontrent une faveur analogue, et de même, les colloques, cours et séminaires universitaires consacrés à cet auteur reviennent à la mode. Enfin, même timidement ou de manière plutôt confuse, de l’Amérique latine au mouvement altermondialiste, une nouvelle demande de Marx vient aussi du versant politique.

Encore une fois, le texte marxien qui plus qu’aucun autre a suscité les réactions les plus favorables chez les lecteurs et les chercheurs a été le Manifeste du parti communiste. En 1998, à l’occasion du cent cinquantième anniversaire de la publication, le Manifeste de Marx et Engels a été imprimé à des dizaines de nouvelles éditions en tous points de la planète et célébré non seulement comme la plus formidable prévision du développement du capitalisme à l’échelle mondiale, mais aussi comme le texte politique le plus lu de l’histoire de l’humanité. Pour cette raison, il peut être intéressant de reparcourir l’histoire de sa première propagation dans la Péninsule.

LA MÉCONNAISSANCE ITALIENNE
En Italie, les théories de Marx ont joui d’une popularité extraordinaire. En inspirant partis, organisations syndicales et mouvements sociaux, elles ont contribué, comme nulle autre, à la transformation de la vie politique nationale. En se répandant dans tous les domaines de la science et de la culture elles en ont changé de manière irréversible l’orientation et même le lexique. En concourrant à la prise de conscience de la propre condition des classes subalternes, elles sont devenues le principal instrument théorique dans le processus d’émancipation de millions d’hommes et de femmes.

Le niveau de diffusion qu’elles ont atteint peut être comparé à celui de peu d’autres pays. Il faut donc s’interroger sur l’origine de cette notoriété. C’est-à-dire : quand a-t-on commencé à parler pour la première fois de « Carlo Marx » ? Quand est apparu sur les journaux ce nom au bas des premiers écrits traduits ? Quand sa réputation s’est-elle propagée dans l’imaginaire collectif d’ouvriers et de militants socialistes ? Surtout, comment et dans quelles circonstances s’est affirmée sa pensée ?

Les toutes premières traductions des écrits de Marx, presque complètement inconnu durant les mouvements révolutionnaires de 1848, ne sont apparues que dans la seconde moitié des années soixante. Néanmoins, elles sont restées peu nombreuses et ne concernaient que l’ Orientation et les Statuts de l’« International Working Men’s Association ». C’est sans aucun doute l’éloignement de Marx et Engels de l’Italie qui a concouru à ce retard. Malgré la fascination qu’ils nourrissaient pour l’histoire et la culture italiennes et leur grand intérêt pour ce pays, Marx et Engels n’eurent pas de correspondants italiens avant 1860 et de relations politiques effectives avant 1870 6. Un premier intérêt concernant la figure de Marx n’est apparu qu’au moment de l’expérience révolutionnaire de la Commune de Paris.

En effet, la presse nationale de même que la myriade de journaux ouvriers de l’époque ont consacré en peu de semaines au « fondateur et dirigeant de l’Internationale »7 des esquisses biographiques et la publication d’extraits de lettres et de résolutions politiques (dont La Guerre civile en France). Même à cette occasion, les écrits imprimés – qui, si l’on comprend ceux d’Engels, atteignaient le nombre de 85 pour les seules années de 1871 et 1872 – concernaient exclusivement des documents de l’« Internationale », portant témoignage d’une attention d’abord politique puis seulement ensuite à caractère théorique 8. En outre, des descriptions fantaisistes, parues sur certains journaux, ont contribué à donner à son image une aura légendaire : « Karl Marx est un homme d’une ingéniosité et d’un courage à toute épreuve. Il court d’un État à l’autre, il change continuellement d’apparence, pour tromper la vigilance des espions de toutes les polices d’Europe. »9

L’autorité qui a commencé à entourer le nom de Marx fut aussi grande que vague 10. Effectivement, durant cette époque, des manuels de propagande diffusaient les conceptions de Marx – ou présumées telles – avec celles de Darwin et Spencer “. Sa pensée est alors considérée comme synonyme de légalisme 12 ou de positivisme 13. Ses théories furent synthétisées de manière invraisemblable avec celles pourtant aux antipodes de Fourier, Mazzini et Bastiat14. Sa figure côtoie – au gré des malentendus – celle de Garibaldi 15 ou de Schâffle 16.

En plus de rester aussi approximatif, l’intérêt porté à Marx, ne s’est pas traduit non plus par une adhésion à ses positions politiques. En effet, parmi les intemationalistes italiens – qui dans la confrontation entre Marx et Bakounine ont pris parti de façon presque compacte pour ce dernier -, son élaboration est restée presque inconnue et le conflit au sein de l’« Internationale » a été perçu plus comme une confrontation personnelle que comme un affrontement théorique 17.

Malgré cela, dans la décennie suivante marquée par l’hégémonie de la pensée anarchiste – qui n’a trouvé guère de mal à s’imposer dans la réalité italienne caractérisée par l’absence d’un capitalisme industriel moderne, et par conséquent une réalité ouvrière encore limitée, sans parler de la tradition encore vivante des conspirations liée à la récente révolution dans le pays18 -, les éléments théoriques de Marx sont allés lentement en s’affirmant dans les rangs du mouvement ouvrier 19.

Ils ont méme connu paradoxalement une première diffusion gràce aux anarchistes, qui partageaient complètement les théories de l’autoémancipation ouvrière et de la lutte des classes, contenues dans les Statuts et dans les Orientations de l’« Intemationale »20. Ensuite, ces demiers ont continué à publier Marx, souvent en polémiquant avec le socialisme, alors révolutionnaire en paroles, mais, dans la pratique, légaliste et révisionniste. La plus importante initiative fut certainement la publication en 1879 de l’abrégé du premier livre du Capital, sous la direction de Carlo Cafiero. Ce fut la première occasion où, méme sous une forme vulgarisée, les principaux concepts théoriques de Marx ont pu commencer à circuler en Italie.

LES ANNÉES 1880 ET LE « MARXISME » SANS MARX
Les écrits de Marx ne furent pas non plus traduits pendant les années 80. Mis à part très peu d’articles parus dans la presse socialiste, les seules oeuvres publiées furent deux oeuvres d’Engels (Socialisme utopique et socialisme scientifique en 1883 et L’Origine de la famille, de la proprie pnvee et de J’Etat en 1885) et n’ont paru – en éditions de très faible diffusion – que gràce à l’opiniàtreté et à la capacité d’initiative du socialiste bénéventin Pasquale Martignetti. Au contraire, d’importants éléments de la culture officielle, moins hostiles à l’égard de Marx que ceux d’Allemagne, ont commencé à s’occuper de ce dernier. Ainsi, à l’initiative des plus importants niveaux éditoriaux et universitaires, la très prestigieuse revue Biblioteca dell’economista, la méme que Marx avait consultée de nombreuses fois au cours de ses recherches au British Museum, a publié entre 1882 et 1884 en fascicules séparés et en 1886 en un volume unique, le premier livre du Capital. Pour preuve de l’insignifiance du mouvement italien, Marx n’eut connaissance de cette initiative, qui fut l’unique traduction de l’oeuvre réalisée en Italie jusqu’à après la Seconde Guerre mondiale, que par hasard deux mois avant sa mort 21. Quant à Engels, il ne l’apprit qu’en 1893 22 !

Malgré toutes les limites que nous avons décrites brièvement, la première diffusion du « marxisme » peut dater en fait de cette période. Cependant, à cause du nombre très restreint de traductions des écrits de Marx et de la difficulté non moins grande à se les procurer, cette diffusion n’eut presquejamais lieu en partant des sources originales, mais à travers des références indirectes, des citations de seconde main, des résumés écrits par la myriade d ‘épigones ou prétendus continuateurs apparus en peu de temps 23.

Durant ces années l’on vit se développer un véritable processus d’osmose culturelle, qui a touché non seulement les diverses conceptions socialistes présentes sur le territoire, mais aussi des idéologies qui n’avaient rien à voir avec le socialisme. Des intellectuels, des agitateurs politiques et des journalistes affûtaient leurs propres idées en mélangeant le socialisme avec tous les autres instruments théoriques dont ils disposaient24. Et si le « marxisme » a réussi rapidement à s’affirmer par rapport aux autres doctrines, et ceci également en raison de l’absence d’un socialisme italien autochtone, l’effet de cette homogénéisation culturelle fut la naissance d’un « marxisme » appauvri et déformé 25. Un « marxisme » passe-partout 26. Surtout, un « marxisme » sans connaissance de Marx, étant donné que les socialistes italiens qui l’avaient lu dans le texte original pouvaient encore se compter sur les doigts de la main 27.
Ce marxisme, bien qu’élémentaire, impur, déterministe et soumis aux contingences politiques, fut néanmoins capable de conférer une identité au mouvement ouvrier, de s’affirmer dans le Parti des Travailleurs Italiens fondé en 1892 et même d’imposer sa propre hégémonie dans la culture et la science italiennes28.

Jusqu’à la fin des années 80, on ne trouve aucune trace du Manifeste du parti communiste. Néanmoins ce dernier exercera, avec son principal interprète, Antonio Labriola, un rôle important dans la rupture avec ce « marxisme » altéré qui avait caractérisé jusqu’alors la réalité italienne. Mais avant d’en parler, il faut faire un retour en arrière.

LES PREMIÈRES PARUTIONS DU MANIFESTE EN ITALIE
Le prologue à la première édition du Manifeste du parti communiste en annonçait la publication « en anglais, français, italien, néerlandais et danois 29. Mais ce projet ne vit jamais le jour. En fait, si le Manifeste est devenu l’un des écrits les plus répandus de l’histoire de l’humanité, ce ne fut pas selon le plan des deux auteurs.

La première tentative de traduction du « Manifeste en italien et en espagnol » fut entreprise à Paris par Hermann Ewerbeck, dirigeant de la Ligue des Communistes de la capitale française 30. Cependant, malgré le fait qu’à des années de distance, Marx signale à tort dans son Herr Vogt l’existence d’une édition italienne 31, cette entreprise ne fut jamais menée à terme. Du projet initial, seule la traduction anglaise fut réalisée en 1850, précédée de la suédoise en 1848. Puis, suite à la défaite de la révolution de 1848-49, le Manifeste tomba dans l’oubli. Les seules réimpressions, deux dans les années 50 et trois dans les années 60, parurent en allemand et il faudra attendre vingt ans pour que sortent de nouvelles traductions. En effet, 1869 voit l’impression de l’édition russe et 1871 de l’édition serbe. A la même époque, à New York, la première version anglaise publiée aux États-Unis voit le jour ( 1871 ) de même la première traduction française (1872). En 1872 toujours sort à Madrid la première traduction espagnole, suivie, l’année d’après par la traduction portugaise effectuée à partir de cette dernière.

A cette époque, en Italie, le Manifeste était encore inconnu. Sa première brève présentation, composée de résumés et extraits du texte, n’apparut qu’en 1875, dans l’oeuvre de Vito Cusumano, Les Écoles économiques de l’Allemagne face à la question sociale. On pouvait y lire ceci « du point de vue du prolétariat, ce programme est aussi important que la Déclaration des droits de l’homme pour la bourgeoisie c’est l’un des événements les plus importants du xix, siècle, l’un de ceux qui marquent, qui donnent un nom et un sens à un siècle 32.

Ensuite, les références au Manifeste se firent rares. Néanmoins, l’écrit fut cité en 1883 dans les articles qui rapportaient la nouvelle de la disparition de Marx. Le journal socialiste La Plebe en n parlait comme un « des documents fondamentaux du socialisme contemporain […] symbole de la majorité du prolétariat socialiste de l’Occident et de l’Amérique du Nord 33. Le quotidien bourgeois la Gazetta Piemontese présentait au contraire Marx comme l’auteur du « fameux Manifeste des Communistes, qui devint l’étendard du socialisme militant, le catéchisme des déshérités, l’évangile sur lequel votent, jurent, combattent les ouvriers allemands et la majeure partie des ouvriers anglais 34. Malgré ces appréciations, une édition se faisait encore attendre.

En 1885, après avoir reçu une copie du Manifeste par Engels, Martignetti en fit la traduction. Or, faute d’argent, l’édition ne fut jamais publiée. La première traduction italienne ne parut qu’en 1889, avec plus de quarante ans de retard, lorsque avaient déjà été publiées vingt-et-une éditions allemandes, douze russes, onze françaises, huit anglaises, quatre espagnoles, trois danoises (la première en 1884), deux suédoises et une respectivement en portugais, tchèque (1882), polonais (1883), norvégien (1886) et yiddish (1889). Le texte italien fut publié sous le titre Manifeste des socialistes rédigé par Marx et Engels, en dix fois entre août et novembre, dans le journal démocratique de Crémone L’Eco del popolo. Mais cette version se distinguait par sa mauvaise qualité, s’avérait privée des préfaces de Marx et Engels, de la troisième section (Littérature socialiste et communiste) et de différentes autres parties qui furent omises ou résumées. De plus, la traduction de Leonida Bissolati, faite d’après l’édition allemande de 1883 et confrontée avec celle de Laura Lafargue en 1885, simplifiait les expressions les plus compliquées. Donc, plus que d’une traduction, il s’agissait d’une vulgarisation, avec un certain nombre de passages traduits textuellement 35.

La seconde édition italienne, qui fut la première à paraître en brochures, date de 1891. La traduction, faite d’après la version française de 1885 du journal parisien Le Socialiste, et la préface sont dues à l’anarchiste Pietro Gori. Le texte se signale par l’absence de préambule et par différentes erreurs. L’editeur Flaminio Fantuzzi, lui aussi proche des positions anarchistes, n’en a avisé Engels qu’une fois les choses faites et ce dernier, dans une lettre à Martignetti, a exprimé sa gêne pour 1es « préfaces d’inconnus du type Gori >>36.
La troisième édition italienne est parue en 1892, en feuilleton, sur le périodique Lotta di classe de Milan. Cette version, qui se présentait comme la « première et seule traduction italienne du Manifesto, qui ne soit pas une trahison » 3′, fut menée par Pompeo Bettini sur l’édition allemande de 1883.

Même si celle-ci présentait des erreurs et des simplifications de certains passages, elle s’est affirmé de façon décisive sur les autres, a connu de nombreuses rééditions jusqu’en 1926, et a donné le coup d’envoi au processus de formation de la terminologie marxiste en Italie 38. Cannée suivante, avec certaines corrections et améliorations de style et avec l’indication que«la version complète [a été] faite à partir de la 5e édition allemande (Berlin 1891) >>39, cette traduction est parue en brochures à 1 000 exemplaires. En 1896 elle fut réimprimée à 2 000 exemplaires. Le texte contenait les préfaces de 1872,1883 et 1890, traduites par Filippo Turati, directeur de Critica Sociale, alors principale revue du socialisme italien, et le préambule Au lecteur italien que ce dernier avait réussi à obtenir d’Engels pour l’occasion, afin de pouvoir distinguer la nouvelle édition de celles qui l’avaient précédée. La préface italienne fut la dernière écrite pour le Manifeste par un de ses auteurs.

Dans les années suivantes, furent publiées deux autres éditions qui, bien que privées de l’indication du traducteur, reprenaient fondamentalement la version de Bettini. La première, à laquelle manquaient néanmoins la préface et la troisième section, fut réalisée pour donner au Manifeste une édition populaire et à bon marché. Elle fut publiée à l’occasion du 1er mai 1897 par la revue Era Nuova et parut à Diano Marina (en Ligurie) à 8 000 exemplaires. La seconde, sans les préfaces, à Florence, chez l’éditeur Nerbini, en 1901.

LE MANIFESTE ENTRE LA FIN DU XIXe SIÈCLE ET LE FASCISME
Dans les années 1890, la diffusion des écrits de Marx et Engels a fait de grands progrès. La consolidation des structures éditoriales de ce qui était devenu le Parti Socialiste Italien, l’oeuvre accomplie par les nombreux petits journaux et éditeurs et la collaboration d’Engels à la Critica sociale ont grandement contribué à donner une connaissance plus large de l’oeuvre de Marx. Mais cela n’a pas suffi pas à endiguer le processus d’altération qui en accompagnait la diffusion. Le choix de mâtiner les conceptions de Marx aux théories les plus disparates a été autant l’oeuvre de ce phénomène qu’on appelle le « socialisme de chaire » que du mouvement ouvrier, dont les contributions théoriques, même si elles commençaient à prendre de l’ampleur, étaient encore marquées par une très faible connaissance des écrits de Marx.

Marx avait désormais atteint une notoriété indéniable, mais il était encore considéré comme un primus interpares dans la foule des socialistes existants40. Surtout, sa pensée fut diffusée par ses pires interprètes. Pour les caractériser, prenons l’exemple de celui qui était considéré comme « le plus socialiste, le plus marxiste […] des économistes italiens »41 : Achille Loria, correcteur et améliorateur de ce Marx que personne ne connaissait assez pour dire en quoi il était corrigé ou amélioré. Puisqu’on connaît sa description faite par Engels dans la Préface au Livre III du Capital – « effronté au-delà de toute limite, visqueux comme une anguille pour se faufiler à travers les situations impossibles, recevant des coups de pied avec un dédain héroïque, s’appropriant sans vergogne les productions d’autrui »42 -, il peut être utile, pour mieux décrire la falsification subie par Marx, de rappeler une anecdote racontée, en 1896, par Benedetto Croce.

En 1867, à Naples, à l’occasion de la constitution de la première section italienne de l’« Internationale », un personnage étranger inconnu « très grand et très blond, aux manière de vieux conspirateur et au parler mystérieux », intervint pour valider la naissance du cercle. Plusieurs années après, un avocat napolitain, présent lors de la rencontre, était encore convaincu que « cet homme grand et blond n ‘était autre que Karl Marx »43 et il fallut beaucoup de patience pour le convaincre du contraire. Comme en Italie de nombreux concepts marxistes ont été introduits par l’« illustre Loria >>44, on peut conclure que le Marx diffusé initialement était un Marx dénaturé, un Marx, lui aussi, « grand et blond » 45 !

Cette réalité n’a changé que grâce à l’oeuvre de Labriola qui fut le premier à introduire en Italie la pensée de Marx de manière authentique. Plus que d’être interprété, actualisé ou « complété » par d’autres auteurs, on peut affirmer que, grâce à lui, Marx a été révélé pour la première fois 46. Ce sont les Essais sur la conception matérialiste de 1’histoire, publiés par Labriola entre 1895 et 1897 qui ont accompli cette tâche. Le premier d’entre eux, En mémoire du Manifeste des communistes, consistait justement en une étude sur la genèse du Manifeste qui, suite à l’approbation par Engels un peu avant sa mort47, en est devenu le commentaire le plus important et l’interprétation officielle dans le camp « marxiste ».

Ce fut l’occasion d’une confrontation à de nombreuses limites de la réalité italienne. Selon Labriola, la révolution « ne peut pas résulter de l’émeute d’une foule guidée par quelques-uns, mais doit être et sera le résultat des prolétaires eux-mêmes >>48.<< Le communisme critique – qui pour le philosophe napolitain était le nom le plus apte à décrire les théories de Marx et Engels – ne fabrique pas les révolutions, ne prépare pas les insurrections, n’arme pas les émeutes […] bref n’est pas un séminaire où se forme l’état-major des capitaines de la révolution prolétarienne ; c’est seulement la conscience de la révolution. » 49 Le Manifeste n’est donc pas«le vademecum de la révolution prolétarienne » 5°, mais l’instrument pour démasquer la naivete du socialisme qui se croit possible « sans révolution, ou plutôt sans mutation fondamentale de la structure élémentaire et générale de la société »51.

Traduit de l’italien par Aymeric Monville et Luigi-Alberto Sanchi

Références
1. Cf. Gian Maria Bravo, Marx e il marxismo nella prima sinistra italiana, in Marcello Musto (dir.), Sulle tracce di un fantasma. L’opera di Karl Marx tra filologia e filosofia, Rome, Manifestolibri, 2006 (2005), p. 97.
2. Jacques Derrida, Spectres de Marx, Galilée, Paris, 2003.
3. Cf. John Cassidy, The return of Karl Marx, in The New Yorker, 20/27 octobre 1997, pp. 248-259.
4. Cf. Le Nouvel Observateur, octobre/novembre 2003.
5. Cf. Der Spiegel, 22 aoüt 2005.
6. Cf. Giuseppe Del Bo (dir.), La corrispondenza di Marx e Engels con italiani (1848-1895), Milan, Feltrinelli, 1964, pp. IX-XXI.
7. Carlo Marx capo supremo dell’Internazionale, in Il proletario italiano (Turin), 27 juillet 1871.
8. Cf. Roberto Michels, Storia del marxismo in Italia, Rome, Luigi Mongini (Editeur), 1909, p. 15, qui souligne comment « dès le départ ce fut le Marx politique qui a poussé peu à peu les Italiens à s’occuper également du Marx scientifique ».
9. Carlo Marx capo supremo dell’Internazionale, op. cit.
10. Cf. Renato Zangheri, Storia del socialismo italiano, volume I, Turin, Einaudi, 1993, p. 338.
11.0n en trouvera un exemple dans le manuel d’Oddino Morgari, L’arte della propaganda socialista, Libr. Editr. Luigi Contigli, Florence 1908 (2ème éd.), p. 15. Ce manuel proposait aux propagandistes du parti d’utiliser le mode d’apprentissage suivant lire avant tout un résumé général de la pensée de Darwin et de Spencer qui offrira au lecteur la direction générale de la pensée moderne ; c’est ensuite Marx qui viendra compléter la « formidable triade » qui viendra clore dignement « l’évangile des socialistes contemporains ». A ce sujet cf. Roberto Michels, Storia del marxismo in Italia, op. cit., p. 102.
12. Ibid., p. 101.
13. Voir l’écrit très répandu d’Enrico Ferri, Socialismo e scienza positiva. Darwin, Spencer, Marx, Rome, Casa Editrice Italiana, 1894. Dans sa préface, l’auteur italien affirme «J’entends montrer comment le socialisme marxiste […] n’est que le complément pratique et fécond, dans la vie sociale, de cette révolution scientifique moderne […] décidée et articulée par les œuvres de Charles Darwin et Herbert Spencer. »
14. Cf. Gnocchi Viani, Il socialismo moderno, Milan, Casa di pubblicità Luigi Pugni, 1886. Voir à ce sujet la critique faite à Gnocchi Viani par Roberto Michels, Storia critica del movimento socialista italiano. Dagli inizi fino al 1911, Florence, Società An. Editrice « La voce », 1926, p. 136.
15. En guise d’exemple, voir la lettre de l’« Association Démocratique de Macerata » à Marx du 22 décembre 1871. Cette organisation propose Marx comme « triumvir honoraire avec les citoyens Giuseppe Mazzini et Giuseppe Garibaldi », in Giuseppe Del Bo (dir.), op. cit., p. 166. En rapportant la nouvelle à Wilhelm Liebknecht, le 2 janvier 1872, Engels écrit « Une société de Macerata dans la Romagne a nommé ses 3 représentants honoraires Garibaldi, Marx et Mazzini. Cette confusion reflète fidèlement l’état de l’opinion publique au sein des ouvriers italiens. Il ne manque que Bakounine pour compléter le tableau », MEW 33, Berlin, Dietz Verlag, 1966, p. 368.
16. Cf. Roberto Michels, Storia del marxismo in Italia, op. cit., p. 101, qui montre comment « aux yeux de nombreuses personnes Schâffle est passé pour le plus authentique de tous les marxistes ».
17. Cf. Paolo Favilli, Storia del marxismo italiano. Dalle origini alla grande guerra, Milan, FrancoAngeli, 2000 (1996), p. 50.
18. Cf. Paolo Favilli, Storia del marxismo in Italia. Dalle origine alla grande guerra, cit., p. 45.
19. Ibid., p. 42.
20. Ibid., pp. 59-61.
21. Cf. Tullio Martello à Karl Marx, 5 janvier 1883, in Giuseppe del Bo (dir.), op. cit., p. 294.
22. Cf. Filippo Turati à Friedrich Engels, 1er juin 1893, in ibid., p. 479-480.
23. Cf. Roberto Michels, op. cit., p. 135, qui montre comment, en Italie, le marxisme ne résultait pas « pour la quasi-totalité de ses adeptes, d’une profonde connaissance des œuvres scientifiques du maître, mais de contacts pris çà et là avec quelques-uns de ses écrits politiques d’occasion et certains résumés (non les siens) et souvent, ce qui était pire, à travers ses épigones de la social- démocratie allemande ».
24. Cf. Antonio Labriola, Discorrendo di socialismo e filosofia, in Scritti filosofici e politici, Franco Sbarberi (dir.), Turin, Einaudi, 1973, p. 731. Il montrait comment « nombre de ceux qui en Italie se consacraient au socialisme et n’agissaient pas en simples agitateurs, conférenciers et candidats, sentent qu’il est impossible de s’en constituer une vision scientifique sans le rattacher, d’une manière ou d’une autre, à la persistante conception génétique des choses qui gît au fond de presque toutes les sciences. D’où la manie, chez beaucoup d’entre eux, à vouloir faire entrer dans le socialisme toute la science dont ils disposent plus ou moins ».
25. Cf. Gian Maria Bravo, op. cit., p. 103.
26. En français dans le texte (n.d.t.)
27. Cf. Roberto Michels, op. cit., p. 99.
28. Cf. Benedetto Croce, Storia d’Italia dal 1871 al 1915, Bari, Laterza, 1967, pp. 146 et 148.
29. Friedrich Engels, Karl Marx, Manifest der kommunistischen Partei, MEW 4, Dietz Verlag, Berlin 1959, p. 461.
30. Cf. Friedrich Engels à Karl Marx, 25 avril 1848, MEGA2 111/2, p. 153.
31. Cf. Karl Marx, Herr Vogt, MEGA2 1/18, p. 107.
32. Vito Cusumano, Le scuole economiche della Germania in rapporto alla questione sociale, Prato, Giuseppe Marghieri Editeur, 1875, p. 278.
33. In La Plebe (Milan), avril 1883, n. 4.
34. Dall’Enza, Carlo Marx e il socialismo scientifico e razionale, in Gazzetta Piemontese (Turin), 22 mars 1883.
35. Cf. Bert Andréas, Le Manifeste Communiste de Marx et Engels, Milan, Feltrinelli, 1963, p. 145.
36. Friedrich Engels à Pasquale Martignetti, 2 avril 1891, in MEW 38, Berlin, Dietz Verlag, 1964, p. 72.
37. In Lotta di classe (Milan), 1892, n. 8.
38. Cf. Michele A. Cortellazzo, La diffusione del Manifesto in Italia alla fine dell’Ottocento e la traduzione di Labriola, in Cultura Neolatina, 1981, n. 1-2, p. 98, qui affirme « 1892 marque, parmi l’ensemble des traductions du Manifeste au xix’ siècle, une séparation en deux domaines bien distincts avant cette date, on trouve des traductions approximatives, lacunaires et largement tributaires des versions étrangères, plus importantes pour leur valeur de premiers documents de la diffusion du texte en Italie que pour la qualité des traductions après cette date on trouve des traductions complètes et scrupuleuses qui, par leur tirage également, ont eu un impact décisif sur la diffusion du marxisme en Italie ».
39. Cf. Carlo Marx, Friedrich Engels, Il Manifesto del Partito Comunista, Milan, Uffici della Critica Sociale, 1893, p. 2.
40. Cf. Gaetano Arfé, Storia del socialismo italiano (1892-1926), Milan, Mondadori, 1977, p. 70.
41. Filippo Turati à Achille Loria, 26 décembre 1890, in Appendice à Paolo Favilli, Il socialismo italiano e la teoria economica di Marx (1892-1902), Naples, Bibliopolis, 1980, p. 181-182.
42. Friedrich Engels, Vorwort ä Karl Marx, Das Kapital. Dritter Band, MEGA 11/15, p. 21.
43. Benedetto Croce, Materialismo storico ed economia marxistica, Naples, Bibliopolis, 2001, p. 65.
44. Friedrich Engels, op. cit., p. 21.
45. Benedetto Croce, Materialismo storico ed economia marxistica, op. cit., p. 65.
46. Cf. Antonio Labriola à Benedetto Croce, 25 mai 1895, in Benedetto Croce, Materialismo storico ed economia marxistica, op. cit., p. 269. A ce propos, voir également Mario Tronti, Tra materialismo dialettico e filosofia della prassi. Gramsci e Labriola, in Alberto Caracciolo, Gianni Scalia (dir.), La città futura. Saggi sulla figura e il pensiero di Antonio Gramsci, Milan, Feltrinelli, 1959, p. 148.
47. « Tout est très bien, à part quelques petites erreurs factuelles et au début un style un peu trop érudit. Je suis très curieux de voir le reste », in Friedrich Engels à Antonio Labriola, 8 juillet 1895, MEW 39, Berlin, Dietz Verlag, 1968, p. 498.
48. Cf. Antonio Labriola, In memoria del Manifesto dei comunisti, in id., Scritti filosofici e politici, op. cit., p. 507.
49. Ibid., p. 503.
50. Ibid., p. 493.
51. Ibid., p. 524-525.

Categories
Journalism

Eric Hobsbawm: perchè Karl Marx piace ai capitalisti

Parla Eric Hobsbawm a 150 anni dalla stesura dei famosi Grundrisse di Karl Marx, l’opera chiave che preparò Il Capitale: «La crisi globale rilancia le analisi del capostipite del socialismo scientifico. E i capitalisti lo sanno…»

Eric Hobsbawm, «italianista», studioso di Gramsci, profondamente legato al nostro paese e alla cultura politica di sinistra del nostro paese, è considerato uno dei più grandi storici viventi.
È presidente del Birkbeck College (università di Londra) e professore emerito presso la New School for Social Research (New York). Tra i suoi molti scritti la trilogia sul «lungo 19° secolo»: L’età della rivoluzione: 1789-1848 (1962), L’età dell’impero: 1875-1914 (1987) e Il secolo breve, 1914-1991 (1994).

Professor Hobsbawm, a due decenni dal 1989 Karl Marx è tornato sotto le luci della ribalta. Nel corso di una conversazione con Jacques Attali lei ha detto che sono stati i capitalisti più degli altri a riscoprirlo e ha parlato della sua sorpresa quando l’uomo d’affari liberal George Soros le ha detto «ho appena letto Marx e c’è molto di vero in quello che dice». Quali sono le ragioni di questa riscoperta?

«Senza dubbio c’è una ripresa di interesse per Marx nel mondo capitalistico, ma il fenomeno non riguarda ancora i Paesi dell’est europeo che fanno parte dell’Unione Europea. Questa ripresa di interesse è stata probabilmente accelerata dal fatto che il 150° anniversario del Manifesto del Partito Comunista è coinciso con una crisi economica internazionale particolarmente drammatica nel bel mezzo di un processo di rapidissima globalizzazione dell’economia di mercato. Marx aveva previsto la natura dell’economia mondiale dell’inizio del 21° secolo, 150 anni prima in base alla sua analisi della “società borghese”. Non c’è da sorprendersi se i capitalisti intelligenti, in particolare il settore finanziario globalizzato, sono rimasti colpiti da Marx in quanto più consapevoli degli altri della natura e delle instabilità dell’economia capitalistica nella quale operavano. La maggior parte della sinistra intellettuale non sapeva più che farsene di Marx. Era uscita demoralizzata dal crollo del progetto social-democratico nel Paesi del nord Atlantico nel corso degli anni 80 e dalla conversione di massa dei governi nazionali all’ideologia del libero mercato nonché dal collasso dei sistemi politici ed economici che sostenevano di essersi ispirati a Marx e Lenin. I cosiddetti “nuovi movimenti sociali” come il femminismo non avevano alcun legame logico con l’anti-capitalismo (anche se i suoi membri presi individualmente erano schierati su queste posizioni) oppure non condividevano la fede nell’incessante progresso del controllo dell’uomo sulla natura che era stata condivisa sia dal capitalismo che dal socialismo tradizionale. Al tempo stesso il proletariato, diviso e indebolito, cessò di essere credibile come agente storico della trasformazione sociale. C’è da aggiungere che a partire dal 1968 i principali movimenti radicali avevano preferito l’azione diretta non necessariamente fondata su grandi letture o su una analisi teorica della realtà. Naturalmente ciò non vuol dire che Marx smetterà di essere considerato un grande pensatore classico, anche se per, ragioni politiche, specialmente in Paesi come la Francia e l’Italia che hanno avuto forti e influenti partiti comunisti, c’è stata una accesa offensiva intellettuale contro Marx e le analisi marxiste che ha toccato il momento di massima espansione negli anni 80 e 90. Ora secondo alcuni segnali questa offensiva dovrebbe aver esaurito il suo slancio».

Nell’ultimo decennio abbiamo assistito alla crisi finanziaria in Asia orientale, alla crisi economica in Argentina e alla crisi dei mutui subprime iniziata negli Stati Uniti e diventata la più grande crisi finanziaria del dopoguerra. È giusto dire che la ripresa di interesse per Marx si basa anche sulla crisi della società capitalistica e sulla capacità di Marx di spiegare le contraddizioni profonde del mondo contemporaneo?

«Se in futuro la politica della sinistra sarà ancora una volta ispirata dall’analisi di Marx, dipenderà dall’andamento del capitalismo mondiale. Ciò vale non solo per Marx, ma per la sinistra nel suo complesso intesa come progetto e come ideologia politica coerente. E dal momento che, come lei ha detto giustamente, il ritorno di Marx si basa in larga misura sull’attuale crisi della società capitalistica, le prospettive sono più promettenti di quanto non fossero negli anni 90. L’attuale crisi finanziaria mondiale, che negli Stati Uniti potrebbe diventare una grave depressione economica, drammatizza il fallimento della “teologia” del libero mercato globale e incontrollato e costringe persino il governo americano a prendere in considerazione interventi pubblici come non avveniva dagli anni 30. Le pressioni politiche stanno già indebolendo l’impegno dei governi neo-liberali nei confronti di una globalizzazione incontrollata, illimitata e senza regole. In alcuni casi (Cina) le enormi disuguaglianze e ingiustizie causate dalla transizione verso una economia di libero mercato causano già grossi problemi alla stabilità sociale e sollevano dubbi persino ai vertici del governo. È chiaro che qualsivoglia “ritorno a Marx” sarà essenzialmente un ritorno all’analisi del capitalismo fatta da Marx e alla sua collocazione nell’evoluzione storica dell’umanità. Ivi compresa la sua analisi della inevitabile instabilità dello sviluppo capitalistico che procede per periodiche crisi economiche auto-generate che si riflettono sulla condizione politica e sociale. Nessun marxista poteva credere nemmeno per un momento che, come sostennero nel 1989 gli ideologi del neo-liberalismo, il capitalismo liberale avvrebbe vinto per sempre, che la storia era finita o che qualsivoglia sistema di relazioni umane potesse essere definitivo e immutabile».

Non ritiene che se le forze politiche e intellettuali della sinistra internazionale rinnegassero le idee di Marx perderebbero una guida fondamentale per l’esame e la trasformazione della realtà contemporanea?

«Nessun socialista può rinnegare le idee di Marx in quanto la sua convinzione che il capitalismo deve essere sostituito da un’altra forma di società si basa su una seria analisi dello sviluppo storico, in particolare nell’era capitalistica. La sua previsione che il capitalismo sarebbe stato sostituito da una sistema gestito o pianificato socialmente sembra ancora ragionevole anche se certamente Marx sottovalutò gli elementi di mercato destinati a sopravvivere in qualunque sistema post-capitalistico. Dal momento che si astenne deliberatamente dal fare previsioni sul futuro, non può essere ritenuto responsabile dei modi specifici in cui le economie “socialiste” furono organizzate nel socialismo reale. Per quanto riguarda gli obiettivi del socialismo, Marx non è stato solamente un pensatore che voleva una società senza sfruttamento e alienazione nella quale tutti gli uomini potessero realizzare appieno le loro potenzialità, ma espresse questa aspirazione con più forza di chiunque altro e le sue parole hanno ancora una notevole forza ispiratrice. Tuttavia Marx non potrà tornare ad essere di ispirazione politica alla sinistra fin quando non si comprenderà che i suoi scritti non vanno considerati programmi politici, autorevoli o meno, né descrizioni dell’attuale situazione del capitalismo mondiale, ma piuttosto guide per comprendere la natura dello sviluppo capitalistico. Né possiamo o dobbiamo dimenticare che Marx non arrivò ad esporre in maniera completa e sistematica le sue idee malgrado i tentativi di Engels ed altri di ricavare dai manoscritti di Marx un Capitale II e III. D’altro canto Marx non tornerà alla sinistra fin quando non verrà abbandonata l’attuale tendenza dei militanti radicali a trasformare l’anti-capitalismo in anti-globalizzazione. La globalizzazione esiste e, a meno di un collasso della società umana, è irreversibile. Tanto vero che Marx lo riconobbe come un dato di fatto e, da internazionalista, lo giudicò positivamente, almeno in linea di principio. Quello che egli criticò, e che anche noi dobbiamo criticare, era il tipo di globalizzazione prodotto dal capitalismo».

Categories
Journalism

Se Karl Marx piace ai Capitalisti

PARLA ERIC HOBSBAWM a 150 anni dalla stesura dei famosi Grundrisse di Karl Marx, l’opera chiave che preparò Il Capitale: «La crisi globale rilancia le analisi del capostipite del socialismo scientifico. E i capitalisti lo sanno…»

Eric Hobsbawm, «italianista», studioso di Gramsci, profondamente legato al nostro paese e alla cultura politica di sinistra del nostro paese, è considerato uno dei più grandi storici viventi.

È presidente del Birkbeck College (università di Londra) e professore emerito presso la New School for Social Research (New York). Tra i suoi molti scritti la trilogia sul «lungo 19° secolo»: L’età della rivoluzione: 1789-1848 (1962), L’età dell’impero: 1875-1914 (1987) e Il secolo breve, 1914-1991 (1994).

M. M.: Professor Hobsbawm, a due decenni dal 1989 Karl Marx è tornato sotto le luci della ribalta. Nel corso di una conversazione con Jacques Attali lei ha detto che sono stati i capitalisti più degli altri a riscoprirlo e ha parlato della sua sorpresa quando l’uomo d’affari liberal George Soros le ha detto «ho appena letto Marx e c’è molto di vero in quello che dice». Quali sono le ragioni di questa riscoperta?

E. H.: «Senza dubbio c’è una ripresa di interesse per Marx nel mondo capitalistico, ma il fenomeno non riguarda ancora i Paesi dell’est europeo che fanno parte dell’Unione Europea. Questa ripresa di interesse è stata probabilmente accelerata dal fatto che il 150° anniversario del Manifesto del Partito Comunista è coinciso con una crisi economica internazionale particolarmente drammatica nel bel mezzo di un processo di rapidissima globalizzazione dell’economia di mercato. Marx aveva previsto la natura dell’economia mondiale dell’inizio del 21° secolo, 150 anni prima in base alla sua analisi della “società borghese”. Non c’è da sorprendersi se i capitalisti intelligenti, in particolare il settore finanziario globalizzato, sono rimasti colpiti da Marx in quanto più consapevoli degli altri della natura e delle instabilità dell’economia capitalistica nella quale operavano. La maggior parte della sinistra intellettuale non sapeva più che farsene di Marx. Era uscita demoralizzata dal crollo del progetto social-democratico nel Paesi del nord Atlantico nel corso degli anni 80 e dalla conversione di massa dei governi nazionali all’ideologia del libero mercato nonché dal collasso dei sistemi politici ed economici che sostenevano di essersi ispirati a Marx e Lenin. I cosiddetti “nuovi movimenti sociali” come il femminismo non avevano alcun legame logico con l’anti-capitalismo (anche se i suoi membri presi individualmente erano schierati su queste posizioni) oppure non condividevano la fede nell’incessante progresso del controllo dell’uomo sulla natura che era stata condivisa sia dal capitalismo che dal socialismo tradizionale. Al tempo stesso il proletariato, diviso e indebolito, cessò di essere credibile come agente storico della trasformazione sociale. C’è da aggiungere che a partire dal 1968 i principali movimenti radicali avevano preferito l’azione diretta non necessariamente fondata su grandi letture o su una analisi teorica della realtà. Naturalmente ciò non vuol dire che Marx smetterà di essere considerato un grande pensatore classico, anche se per, ragioni politiche, specialmente in Paesi come la Francia e l’Italia che hanno avuto forti e influenti partiti comunisti, c’è stata una accesa offensiva intellettuale contro Marx e le analisi marxiste che ha toccato il momento di massima espansione negli anni 80 e 90. Ora secondo alcuni segnali questa offensiva dovrebbe aver esaurito il suo slancio».

M. M.: Nell’ultimo decennio abbiamo assistito alla crisi finanziaria in Asia orientale, alla crisi economica in Argentina e alla crisi dei mutui subprime iniziata negli Stati Uniti e diventata la più grande crisi finanziaria del dopoguerra. È giusto dire che la ripresa di interesse per Marx si basa anche sulla crisi della società capitalistica e sulla capacità di Marx di spiegare le contraddizioni profonde del mondo contemporaneo?

E. H.: «Se in futuro la politica della sinistra sarà ancora una volta ispirata dall’analisi di Marx, dipenderà dall’andamento del capitalismo mondiale. Ciò vale non solo per Marx, ma per la sinistra nel suo complesso intesa come progetto e come ideologia politica coerente. E dal momento che, come lei ha detto giustamente, il ritorno di Marx si basa in larga misura sull’attuale crisi della società capitalistica, le prospettive sono più promettenti di quanto non fossero negli anni 90. L’attuale crisi finanziaria mondiale, che negli Stati Uniti potrebbe diventare una grave depressione economica, drammatizza il fallimento della “teologia” del libero mercato globale e incontrollato e costringe persino il governo americano a prendere in considerazione interventi pubblici come non avveniva dagli anni 30. Le pressioni politiche stanno già indebolendo l’impegno dei governi neo-liberali nei confronti di una globalizzazione incontrollata, illimitata e senza regole. In alcuni casi (Cina) le enormi disuguaglianze e ingiustizie causate dalla transizione verso una economia di libero mercato causano già grossi problemi alla stabilità sociale e sollevano dubbi persino ai vertici del governo. È chiaro che qualsivoglia “ritorno a Marx” sarà essenzialmente un ritorno all’analisi del capitalismo fatta da Marx e alla sua collocazione nell’evoluzione storica dell’umanità. Ivi compresa la sua analisi della inevitabile instabilità dello sviluppo capitalistico che procede per periodiche crisi economiche auto-generate che si riflettono sulla condizione politica e sociale. Nessun marxista poteva credere nemmeno per un momento che, come sostennero nel 1989 gli ideologi del neo-liberalismo, il capitalismo liberale avvrebbe vinto per sempre, che la storia era finita o che qualsivoglia sistema di relazioni umane potesse essere definitivo e immutabile».

M. M.: Non ritiene che se le forze politiche e intellettuali della sinistra internazionale rinunciassero le idee di Marx perderebbero una guida fondamentale per l’esame e la trasformazione della realtà contemporanea?

E. H.: «Nessun socialista può rinunciare alle idee di Marx in quanto la sua convinzione che il capitalismo deve essere sostituito da un’altra forma di società si basa su una seria analisi dello sviluppo storico, in particolare nell’era capitalistica. La sua previsione che il capitalismo sarebbe stato sostituito da una sistema gestito o pianificato socialmente sembra ancora ragionevole anche se certamente Marx sottovalutò gli elementi di mercato destinati a sopravvivere in qualunque sistema post-capitalistico. Dal momento che si astenne deliberatamente dal fare previsioni sul futuro, non può essere ritenuto responsabile dei modi specifici in cui le economie “socialiste” furono organizzate nel socialismo reale. Per quanto riguarda gli obiettivi del socialismo, Marx non è stato solamente un pensatore che voleva una società senza sfruttamento e alienazione nella quale tutti gli uomini potessero realizzare appieno le loro potenzialità, ma espresse questa aspirazione con più forza di chiunque altro e le sue parole hanno ancora una notevole forza ispiratrice. Tuttavia Marx non potrà tornare ad essere di ispirazione politica alla sinistra fin quando non si comprenderà che i suoi scritti non vanno considerati programmi politici, autorevoli o meno, né descrizioni dell’attuale situazione del capitalismo mondiale, ma piuttosto guide per comprendere la natura dello sviluppo capitalistico. Né possiamo o dobbiamo dimenticare che Marx non arrivò ad esporre in maniera completa e sistematica le sue idee malgrado i tentativi di Engels ed altri di ricavare dai manoscritti di Marx un Capitale II e III. D’altro canto Marx non tornerà alla sinistra fin quando non verrà abbandonata l’attuale tendenza dei militanti radicali a trasformare l’anti-capitalismo in anti-globalizzazione. La globalizzazione esiste e, a meno di un collasso della società umana, è irreversibile. Tanto vero che Marx lo riconobbe come un dato di fatto e, da internazionalista, lo giudicò positivamente, almeno in linea di principio. Quello che egli criticò, e che anche noi dobbiamo criticare, era il tipo di globalizzazione prodotto dal capitalismo».