El fantasma de Marx remece Wall Street y el mundo

Cuando en 1989 los agoreros del neoliberalismo anunciaban con júbilo el fin de la historia y el triunfo definitivo del capitalismo, jamás imaginaron que 19 años más tarde, el fantasma de Karl Marx recorrería el corazón de Wall Street y de los principales centros de reproducción de la usura mundial, invocado por ellos mismos.

Hoy, con desesperación creciente, buscan en la obra del proscrito Marx, las claves para comprender la magnitud de la crisis actual del capitalismo, que desde 2008 sacude la economía global. Buscan una salida cosmética – que asegure los intereses del capital – en el contexto de una crisis multifacética que incluye los ámbitos económico, financiero, alimentario, energético y ambiental.

En forma paralela, un grupo de intelectuales de diversas partes del mundo, agrupados en la Fundación Internacional Marx Engels (IMES), trabaja desde hace años en una tarea largamente inconclusa: realizar una edición integral y científica de la obra de Marx y Friedrich Engels. La publicación de las obras completas de ambos pensadores, se inició en 1920 en la ex Unión Soviética, iniciativa conocida como Proyecto MEGA por sus siglas en alemán. En él participaron intelectuales soviéticos y alemanes, pero sucumbió producto de las purgas stalinistas y el auge del nazismo en Alemania. En 1975 se reanudó el denominado MEGA 2, que corrió la misma suerte con el fin de la Unión Soviética y los socialismos reales en 1989.

La IMES, nació en 1990 con el objetivo de retomar y concluir el proyecto MEGA 2, que contempla cuatro secciones con toda la obra de Marx y Engels, la correspondencia, El Capital y sus manuscritos preparatorios y más de doscientos cuadernos de apuntes en nueve lenguas, que son la base de la elaboración de Marx. En la actualidad, han sido publicados 52 volúmenes de un total de 114.

Para Marcello Musto, politólogo y filósofo italiano que conversó con Punto Final, Marx es un autor mal conocido. “La edición de su obra completa nos permitirá acceder a un Marx diferente al que nos presentaron muchos de sus seguidores y adversarios”, puntualizó. Musto es una de las figuras jóvenes actuales más importantes en el estudio y enseñanza del marxismo y se desempeña como académico del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de York en Toronto, Canadá. De visita en Chile, realizó una charla el 19 de julio en la Universidad Arcis, donde presentó el libro “Tras las Huellas de un Fantasma: la actualidad de Karl Marx”, del cual es compilador. El texto incluye las investigaciones filológicas más recientes de la obra íntegra de Marx y Engels, actualmente en proceso de edición.

Crisis cíclica y estructural

Marx analizó en profundidad el capitalismo y elaboró una teoría para superarlo y transitar hacia el socialismo. La aplicación de esta teoría en la ex Unión Soviética y los países de Europa del Este fracasó. En su opinión, ¿cuáles son las causas fundamentales de este fracaso?

Es importante precisar, que el objetivo esencial de Marx era entender el modo de producción capitalista, empresa monumental a la cual dedicó la mayor parte de su vida. Ello no significa que no le interesara analizar y dar algunas indicaciones sobre la sociedad comunista. Esos análisis sobre la etapa pos capitalista, constituyen un verdadero tesoro y los incorporó en los manuscritos preparatorios de El Capital y en otras notas, que hoy podemos conocer. En la experiencia de la ex Unión Soviética, la aplicación del marxismo respondió a una situación económica y social concreta de ese país, y ciertamente existieron diferencias con la teoría de Marx.

¿En qué ámbitos concretos?

En aspectos como la libertad, la distinción entre socialismo y comunismo, que Marx no planteó, y la idea de una organización política y económica bajo el dominio de la vanguardia del partido, que posteriormente también se transforma en la vanguardia del estado. Para Marx, la emancipación de los trabajadores debe ser obra de ellos mismos, algo muy distinto a lo que sucedió en los años grises del socialismo real.

Marx planteó el carácter cíclico y estructural de las crisis del capitalismo y la actual tiene un carácter multifacético que la hace más profunda que las anteriores. ¿Existe posibilidad de solución dentro del sistema, como pretenden los economistas neoliberales o enfrentamos el imperativo de construir una alternativa al capitalismo?

Con el análisis que hizo Marx, uno podría incluso burlarse de la superficialidad con que algunos economistas contemporáneos pretenden explicar la crisis. Plantear que es un fenómeno pasajero y reducir las causas a una simple falta de regulación de mercado y a la usura de algunos grupos económicos aislados, es simplemente ridículo. Enfrentamos una crisis estructural del capitalismo, que dada su profundidad no tiene solución dentro del sistema. Hay que entender que para el capital la crisis no es un problema sino una solución, que permite destruir las conquistas sociales y profundizar los niveles de explotación. La necesidad de superar la crisis la tienen los trabajadores, como decía Marx, para salir de la anarquía del capitalismo. Por ello, se requiere una alternativa al sistema, pero vivimos una paradoja: el poder ideológico dominante es tal, que frente al desastre ambiental y energético, se puede hablar del fin del mundo, pero no del fin del capitalismo.

Se necesita más que indignación

La crisis del sistema ha despertado la indignación de millones de personas en el mundo, que se movilizan contra el modelo. ¿Cómo visualiza el carácter de la lucha de los indignados en el mundo? ¿Luchan por más equidad y justicia dentro del sistema o existe el germen de una lucha por construir una alternativa al capitalismo?

Tengo un gran respeto por las movilizaciones contra el modelo en distintas partes del mundo, pero pienso que la lucha de los indignados no tiene un sentido anticapitalista. Los moviliza la indignación por las injusticias evidentes del sistema y difícilmente podría uno esperar algo más, luego de una derrota tan dramática como la de 1989. Vivimos un contexto complejo desde el punto vista político y teórico, parecido al que enfrentó Marx, con gran efervecencia política y fuerte presencia del anarquismo. Él fue muy crítico con estos movimientos porque consideraba que no eran la alternativa al capitalismo que él sentía necesaria. Hoy se habla mucho de la circulación, de cambiar la forma de moneda, de comercio justo, de banca solidaria. Es la misma polémica que Marx tuvo con Proudon, con el anarquismo iconoclasta que pensaba que modificando la circulación cambiaba el sistema. Si los movimientos sociales, que en la actualidad protestan contra el capitalismo quieren de verdad cambiar las condiciones económicas y sociales, construir una alternativa, necesitan a Marx.

Usted ha planteado que si la izquierda no quiere desaparecer, tiene que volver a saber interpretar las verdaderas causas de la crisis actual del capitalismo, y tener el coraje de proponer y experimentar las respuestas radicales necesarias para superarla. ¿Cuáles son esas respuestas radicales?

Si la izquierda se plantea realizar sólo transformaciones superficiales e insiste en defender y administrar los desastres del capitalismo, significará su autodestrucción y el fortalecimiento de la extrema derecha, que en la actualidad es muy fuerte en Europa. A diferencia de 1989, donde esa derrota afectó fundamentalmente a los partidos comunistas de la órbita soviética, será el principio del fin de los partidos socialistas y de la social democracia. Hay que oponerse al capitalismo y plantear una alternativa.

¿Es esa alternativa el socialismo?

Puede ser el socialismo, pero es esencial determinar las características de ese socialismo. Aspectos como el medio ambiente, la energía y la ecología deben ser fundamentales. También a la luz del estudio de las últimas notas de Marx pienso que debe existir una participación radical, una democracia – Marx utilizaba la expresión autogobierno de los productores -, que implica una participación política y económica del pueblo. En la democracia neoliberal, la esfera económica domina a la política y la ha privado del control democrático, a tal punto que un cambio de gobierno no altera las directrices de la política económica y social. Pienso que debemos hacer lo opuesto: la esfera política, de participación tiene que ser potenciada al máximo. Algunas experiencias de América Latina me parecen esperanzadoras, porque existe un movimiento social amplio y fuerte.

¿A qué experiencias se refiere?

Las nuevas constituciones políticas en Bolivia y Ecuador son un hecho importante. Visité Bolivia y vi un movimiento político social fuerte con conciencia, que en mi opinión constituye un elemento esencial para que podamos hacer algo distinto a la derecha. Es fundamental que los gobiernos de izquierda de estos países dialoguen con los movimientos sociales y transforman esta experiencia en algo plural, aceptando las diferentes culturas de izquierda. Si no lo hacen, enfrentarán serios problemas, lo que sería muy negativo para la izquierda de esos países, de América Latina e incluso para la izquierda mundial.

Published in:

Punto Final

Pub date:

12 September 2012

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