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El fantasma de Karl Marx comienza a recorrer otra vez el mundo

El socialismo, como opción del buen vivir, es posible sólo si existe una participación radical y democrática del pueblo, sostiene el politólogo y filósofo Marcello Musto.

Esto es algo de lo que Marx estaba completamente convencido y sobre lo cual nunca cambió de opinión. En sus diferentes escritos, siempre habla de la autoemancipación de las clases obreras, explica el docente e investigador italiano.

Esto es una diferencia radical con el marxismo dominante del siglo pasado, el de los líderes, de las figuras carismáticas o dramáticas, como Stalin, Lenin o Mao, o el de los partidos de vanguardia, lo cual se debe al leninismo en la sociedad soviética.

Académico en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de York, en Toronto, Canadá, Marcello Musto, a sus 37 años, es una de las más importantes figuras jóvenes en el estudio y la enseñanza del marxismo.

Destacan, entre otras, sus investigaciones sobre la nueva edición histórico-crítica de las obras completas Marx y Engels Gesamtausagabe, en la Berlin-Brandenburgische Akademie der Wissenschaften, en Alemania.

La presencia del investigador en México tiene que ver precisamente con lo anterior, pues ayer participó en la mesa redonda en torno del libro Tras las huellas de un fantasma: la actualidad de Karl Marx, del cual es compilador y en el que se presentan las más recientes investigaciones filológicas sobre la publicación de la obra íntegra de ese par de autores referenciales, conocida como la Mega 2, por sus siglas.

Dicha mesa tuvo lugar en el auditorio II de la Torre de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como parte del seminario permanente Marx hoy: nuevas lecturas a partir de los trabajos de la Mega 2, el cual concluyó este viernes.

Uno de los coordinadores de ese seminario es el filósofo mexicano Gabriel Vargas Lozano, quien escribió el prólogo de la edición en español del citado volumen, publicada por Siglo XXI, en la cual se incluye asimismo un texto de Guillermo Almeyra.

Crisis, no caída del neoliberalismo

En entrevista conjunta con La Jornada, Marcello Musto y Gabriel Vargas Lozano expresan su convencimiento de que el capitalismo, como sostenía Karl Marx, tarde o temprano tendrá que sucumbir, y consideran al socialismo como una alternativa viable.

Sin embargo, ambos especialistas asumen que el derrumbe del modelo capitalista aún está lejano, no obstante los movimientos de protesta que tienen lugar hoy en el mundo, como los indignados en España o en Wall Street: “Es una crisis del neoliberalismo, severa, más no su caída“.

Agrega Musto: “No soy optimista de que existan ahora las condiciones para un cambio drástico. Estamos en un tiempo de crisis, no vamos a ver un cambio radical del sistema económico. Pero lo que está ocurriendo es importante porque hay puntos que tienen que ser arreglados, entre ellos la cuestión económica, algo muy importante.

Vargas Lozano, por su parte, cita al desaparecido filósofo Adolfo Sánchez Vázquez para resaltar que el llamado socialismo real, el de la ex Unión Soviética, no fue un real socialismo.

Reitera que para posibilitar el modelo socialista “es necesario buscar una solución para una democracia radical, no una democracia política liberal como la que prevalece, en la que las elites son las que deciden y los demás acuerdan que sí”.

Al respecto, afirma que es indispensable un nuevo modelo de democracia como centro de una nueva construcción del socialismo, aunque considera que se deben establecer las bases.

Es decir, los filósofos y científicos sociales deben imaginar cuáles son las instituciones socialistas. Así como los pensadores ilustrados del siglo XVIII imaginaron las nuevas instituciones, ahora se tienen que perfilar las nuevas instituciones, buscar soluciones concretas“, agrega el pensador mexicano.

La izquierda mexicana debería de empezar a leer este nuevo Marx (el de la Mega 2), porque solo leen a John Dewey; se ha quedado en el pragmatismo. La izquierda en nuestro país se ha derivado a una socialdemocracia que ya vimos que fracasó o a un pragmatismo sin vías de salida“.

En ese sentido, sostiene “que los políticos mexicanos de izquierda harían bien en recuperar sus viejos libros de Marx y leer los nuevos; tienen que ponerse al día, deben recuperarse. De plano, expulsaron al marxismo; hicieron bien al deshacerse del marxismo dogmático, pero no hay que tirar al niño con el agua de la bañera”.

Publicarán la obra completa

De acuerdo con Marcello Musto y Gabriel Vargas Lozano, la vigencia de Karl Marx es cada vez más palpable y se refieren a él como un fantasma, en sentido figurado, porque se trata de un pensador que ha sido dado por muerto varias veces.

Por ejemplo, el 1938, lo intentó matar José Stalin con su folleto sobre materialismo dialéctico y materialismo histórico que convirtió al marxismo en una versión dogmática que se impuso como interpretación oficial y la mantuvieron como Lenin, embalsamada en su mausoleo“, abundan.

“En Occidente se le ha dado por muerto varias veces. La última fue tras el derrumbe del llamado socialismo real en Europa del Este y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Allí se dijo que Marx había muerto definitivamente bajo los escombros del Muro de Berlín y se celebraron piadosas misas aquí, allá y acullá; pero ahora, a partir de la severa crisis del capitalismo en su fase neoliberal un fantasma empieza a recorrer, otra vez, el mundo: el fantasma de Marx“.

–¿Cuáles son los indicios de su presencia?

–El principal indicio –responde el filósofo mexicano– es el cumplimiento de muchos de sus análisis y predicciones: las crisis recurrentes del capitalismo (y hoy estamos en una de las más fuertes desde 1929); la polarización extrema entre riqueza y pobreza en los ámbitos nacionales e internacional; el incremento de la explotación de la clase trabajadora y la profundización, en niveles insospechados de la enajenación pública y qué decir de la mercantilización de todas las relaciones humanas y la conversión de la ciencia en fuerza productiva. La realidad actual es el testimonio vivo de sus planteamientos.

“Pero hay otro indicio de que Marx se va a transformar de fantasma en acción política es la publicación de la nueva Mega ( Marx-Engels Gesamtausgabe, es decir, la obra completa) o Mega 2.

La Mega 1 empezó a publicarse entre 1922 y 1939, primero por Riazanov y luego por Adoratsky. La Mega 2 empezó en 1972 en la República Democrática Alemana; sufrió una interrupción, por el derrumbe; en 1991 se volvió al proyecto y en 2000 fue retomada por la Akademie Verlag para ser publicada con todos los cuidados filológicos y sin condicionamientos políticos en 114 volúmenes y cada uno consta de varios tomos. Hasta ahora han sido editados 54 volúmenes.

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Grecia, Italia y los sagaces sarcasmos de Karl Marx a propósito de los “gobiernos técnicos”

De regreso, desde hace unos cuantos años, al debate periodístico de todo el mundo por el análisis y el pronóstico del carácter cíclico y estructural de las crisis capitalistas, Marx también podría leerse hoy en Grecia e Italia por otro motivo: la reaparición del “gobierno técnico”.

En calidad de periodista de la New York Tribune, uno de los diarios con mayor difusión de su tiempo, Marx observó los acontecimientos político-institucionales que llevaron en la Inglaterra de 1852 al nacimiento de uno de los primeros casos de “gobierno técnico” de la historia: el gabinete Aberdeen (diciembre de 1852/enero de 1855).

El análisis de Marx resulta notabilísimo en punto a sagacidad y sarcasmo. Mientras el Times celebraba el acontecimiento como signo del ingreso “en el milenio político, en una época en la que el espíritu de partido está destinado a desaparecer y en la que solamente el genio, la experiencia, la laboriosidad y el patriotismo darán derecho al acceso a los cargos públicos”, y pedía para ese gobierno el apoyo de los “hombres de todas las tendencias”, porque “sus principios exigen el consenso y el apoyo universales”; mientras eso decían los editorialistas del diario londinense, Marx ridiculizaba la situación inglesa en el artículo “Un gobierno decrépito. Perspectivas del gabinete de coalición”, publicado en enero de 1853. Lo que el Times consideraba tan moderno y bien atado, lo presentó Marx como una farsa. Cuando la prensa de Londres anunció “un ministerio compuesto de hombres nuevos”, Marx declaró que “el mundo quedará un tanto estupefacto al enterarse de que la nueva era de la historia está a punto de ser inaugurada nada menos que por gastados y decrépitos octogenarios, burócratas que han venido participando en casi todos los gobiernos habidos y por haber desde fines del siglo pasado, asiduos de gabinete doblemente muertos, por edad y por usura, y sólo con artificio mantenidos con vida”.

Aparte del juicio personal, estaba, claro es, el juicio, más importante, sobre la política. Se pregunta Marx: “cuando nos promete la desaparición total de las luchas entre los partidos, incluso la desaparición de los partidos mismos, ¿qué quiere decir el Times?”. El interrogante es, desgraciadamente, de estricta actualidad en un mundo, como el nuestro, en que el dominio del capital sobre el trabajo ha vuelto a hacerse tan salvaje como lo era a mediados del siglo XIX.

La separación entre lo “económico” y lo “político”, que diferencia al capitalismo de modos de producir que lo precedieron, ha llegado hoy a su cumbre. La economía no sólo domina a la política, fijándole agenda y decisiones, sino que le ha arrebatado sus competencias y la ha privado del control democrático, y a punto tal, que un cambio de gobierno no altera ya las directrices de la política económica y social.

En los últimos 30 años, inexorablemente, se ha procedido a transferir el poder de decisión, de la esfera política a la económica; a transformar posibles decisiones políticas en incontestables imperativos económicos que, bajo la máscara ideológica de la apoliticidad, disimulan, al contrario, un injerto netamente político y de contenido absolutamente reaccionario. La redislocación de una parte de la esfera política en la economía, como ámbito separable e inalterable, el paso del poder de los parlamentos (ya suficientemente vaciados de valor representativo por los sistemas electorales mayoritarios y por la revisión autoritaria de la relación entre poder ejecutivo y poder legislativo) a los mercados y a sus instituciones y oligarquías constituye en nuestra época el mayor y más grave obstáculo atravesado en el camino de la democracia. Las calificaciones de Standard & Poor’s o las señas procedentes de Wall Street esos enormes fetiches de la sociedad contemporánea valen harto más que la voluntad popular. En el mejor de los casos, el poder político puede intervenir en la economía (las clases dominantes lo necesitan, incluso, para mitigar las destrucciones generadas por la anarquía del capitalismo y la violencia de sus crisis), pero sin que sea posible discutir las reglas de esa intervención, ni menos las opciones de fondo.

Ejemplo deslumbrante de cuanto llevamos dicho son los sucesos de estos días en Grecia y en Italia. Tras la impostura de la noción de un “gobierno técnico” o, como se decía en tiempos de Marx, del “gobierno de todos los talentos” se oculta la suspensión de la política (referéndum y elecciones están excluidos), que debe ceder en todo a la economía. En el artículo “Operaciones de gobierno” (abril de 1853), Marx afirmó que “acaso lo mejor que pueda decirse del gobierno de coalición (‘técnico’) es que representa la impotencia del poder (político) en un momento de transición”. Los gobiernos no discuten ya sobre las directrices económicas hacederas, sino que son las directrices económicas las parteras de los gobiernos.

En el caso de Italia, la lista de sus puntos programáticos se puso negro sobre blanco en una carta (¡que, encima, tenía que haber sido secreta!) dirigida por el Banco central Europeo al gobierno Berlusconi. Para “recuperar la confianza” de los mercados, es necesario avanzar expeditamente por la vía de las “reformas estructurales” expresión que ha llegado a ser sinónimo de estrago social, es decir: reducción de salarios, revisión de los derechos laborales en materia de contratación y despido, aumento de la edad de jubilación y, en fin, privatizaciones a gran escala. Los nuevos “gobiernos técnicos”, encabezados por hombres crecidos bajo el techo de algunas de las principales instituciones responsables de la crisis (véase, hoy, el currículum de Papademos; mañana o pasado, el de Monti), seguirán esa vía. Ni que decir tiene, por “el bien del país” y por el “futuro de las generaciones venideras”. De cara a la pared cualquier voz disonante del coro.

Pero si la izquierda no quiere desaparecer, tiene que volver a saber interpretar las verdaderas causas de la crisis en curso, y tener el coraje de proponer y experimentar las respuestas radicales que se precisan para superarla.

Traducción: Miguel de Puñoenrostro

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Ángel Vargas, La Jornada

El fantasma de Karl Marx comienza a recorrer otra vez el mundo

El italiano Marcello Musto y el mexicano Gabriel Vargas subrayan la vigencia de sus tesis. El socialismo sólo será posible con la participación radical y democrática del pueblo, sostiene el primero.

La realidad actual es testimonio vivo de sus planteamientos, señalan presentaron en la UNAM compilación con investigaciones recientes acerca del pensador y de Engels.

El socialismo, como opción del buen vivir, es posible sólo si existe una participación radical y democrática del pueblo, sostiene el politólogo y filósofo Marcello Musto.

Esto es algo de lo que Marx estaba completamente convencido y sobre lo cual nunca cambió de opinión. En sus diferentes escritos, siempre habla de la autoemancipación de las clases obreras, explica el docente e investigador italiano.

Esto es una diferencia radical con el marxismo dominante del siglo pasado, el de los líderes, de las figuras carismáticas o dramáticas, como Stalin, Lenin o Mao, o el de los partidos de vanguardia, lo cual se debe al leninismo en la sociedad soviética.

Académico en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de York, en Toronto, Canadá, Marcello Musto, a sus 37 años, es una de las más importantes figuras jóvenes en el estudio y la enseñanza del marxismo.

Destacan, entre otras, sus investigaciones sobre la nueva edición histórico-crítica de las obras completas Marx y Engels Gesamtausagabe, en la Berlin-Brandenburgische Akademie der Wissenschaften, en Alemania.

La presencia del investigador en México tiene que ver precisamente con lo anterior, pues ayer participó en la mesa redonda en torno del libro Tras las huellas de un fantasma: la actualidad de Karl Marx, del cual es compilador y en el que se presentan las más recientes investigaciones filológicas sobre la publicación de la obra íntegra de ese par de autores referenciales, conocida como la Mega 2, por sus siglas.

Dicha mesa tuvo lugar en el auditorio II de la Torre de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como parte del seminario permanente Marx hoy: nuevas lecturas a partir de los trabajos de la Mega 2, el cual concluyó este viernes.

Uno de los coordinadores de ese seminario es el filósofo mexicano Gabriel Vargas Lozano, quien escribió el prólogo de la edición en español del citado volumen, publicada por Siglo XXI, en la cual se incluye asimismo un texto de Guillermo Almeyra.

Crisis, no caída del neoliberalismo

En entrevista conjunta con La Jornada, Marcello Musto y Gabriel Vargas Lozano expresan su convencimiento de que el capitalismo, como sostenía Karl Marx, tarde o temprano tendrá que sucumbir, y consideran al socialismo como una alternativa viable.

Sin embargo, ambos especialistas asumen que el derrumbe del modelo capitalista aún está lejano, no obstante los movimientos de protesta que tienen lugar hoy en el mundo, como los indignados en España o en Wall Street: Es una crisis del neoliberalismo, severa, más no su caída.

Agrega Musto: No soy optimista de que existan ahora las condiciones para un cambio drástico. Estamos en un tiempo de crisis, no vamos a ver un cambio radical del sistema económico. Pero lo que está ocurriendo es importante porque hay puntos que tienen que ser arreglados, entre ellos la cuestión económica, algo muy importante.

Vargas Lozano, por su parte, cita al desaparecido filósofo Adolfo Sánchez Vázquez para resaltar que el llamado socialismo real, el de la ex Unión Soviética, no fue un real socialismo.

Reitera que para posibilitar el modelo socialista es necesario buscar una solución para una democracia radical, no una democracia política liberal como la que prevalece, en la que las elites son las que deciden y los demás acuerdan que sí.

Al respecto, afirma que es indispensable un nuevo modelo de democracia como centro de una nueva construcción del socialismo, aunque considera que se deben establecer las bases.

Es decir, los filósofos y científicos sociales deben imaginar cuáles son las instituciones socialistas. Así como los pensadores ilustrados del siglo XVIII imaginaron las nuevas instituciones, ahora se tienen que perfilar las nuevas instituciones, buscar soluciones concretas, agrega el pensador mexicano.

La izquierda mexicana debería de empezar a leer este nuevo Marx (el de la Mega 2), porque solo leen a John Dewey; se ha quedado en el pragmatismo. La izquierda en nuestro país se ha derivado a una socialdemocracia que ya vimos que fracasó o a un pragmatismo sin vías de salida.

En ese sentido, sostiene que los políticos mexicanos de izquierda harían bien en recuperar sus viejos libros de Marx y leer los nuevos; tienen que ponerse al día, deben recuperarse. De plano, expulsaron al marxismo; hicieron bien al deshacerse del marxismo dogmático, pero no hay que tirar al niño con el agua de la bañera.

Publicarán la obra completa

De acuerdo con Marcello Musto y Gabriel Vargas Lozano, la vigencia de Karl Marx es cada vez más palpable y se refieren a él como un fantasma, en sentido figurado, porque se trata de un pensador que ha sido dado por muerto varias veces.

Por ejemplo, el 1938, lo intentó matar José Stalin con su folleto sobre materialismo dialéctico y materialismo histórico que convirtió al marxismo en una versión dogmática que se impuso como interpretación oficial y la mantuvieron como Lenin, embalsamada en su mausoleo, abundan.

“En Occidente se le ha dado por muerto varias veces. La última fue tras el derrumbe del llamado socialismo real en Europa del Este y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Allí se dijo que Marx había muerto definitivamente bajo los escombros del Muro de Berlín y se celebraron piadosas misas aquí, allá y acullá; pero ahora, a partir de la severa crisis del capitalismo en su fase neoliberal un fantasma empieza a recorrer, otra vez, el mundo: el fantasma de Marx.

–¿Cuáles son los indicios de su presencia?

–El principal indicio –responde el filósofo mexicano– es el cumplimiento de muchos de sus análisis y predicciones: las crisis recurrentes del capitalismo (y hoy estamos en una de las más fuertes desde 1929); la polarización extrema entre riqueza y pobreza en los ámbitos nacionales e internacional; el incremento de la explotación de la clase trabajadora y la profundización, en niveles insospechados de la enajenación pública y qué decir de la mercantilización de todas las relaciones humanas y la conversión de la ciencia en fuerza productiva. La realidad actual es el testimonio vivo de sus planteamientos.

“Pero hay otro indicio de que Marx se va a transformar de fantasma en acción política es la publicación de la nueva Mega ( Marx-Engels Gesamtausgabe, es decir, la obra completa) o Mega 2.

La Mega 1 empezó a publicarse entre 1922 y 1939, primero por Riazanov y luego por Adoratsky. La Mega 2 empezó en 1972 en la República Democrática Alemana; sufrió una interrupción, por el derrumbe; en 1991 se volvió al proyecto y en 2000 fue retomada por la Akademie Verlag para ser publicada con todos los cuidados filológicos y sin condicionamientos políticos en 114 volúmenes y cada uno consta de varios tomos. Hasta ahora han sido editados 54 volúmenes.

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La redescoberta de KARL MARX

Sobre mil socialistas, quizás uno solo haya leído una obra económica de Marx, sobre mil antimarxistas, ni siquiera uno ha leído a Marx.

 

MARX Y EL MARXISMO: INACABADO VERSUS SISTEMATIZACIÓN
Pocos hombres sacudieron el mundo como Karl Marx. A su desaparición, que pasó casi inobservada, le siguió, con una rapidez que en la historia tiene raros ejemplos con los cuales pueda ser confrontada, el eco de la fama. Muy pronto el nombre de Marx estuvo en las bocas de los trabajadores de Chicago y Detroit, así como en las de los primeros socialistas indios en Calcuta. Su imagen sirvió de fondo al congreso de los bolcheviques en Moscú después de la revolución. Su pensamiento inspiró programas y estatutos de todas las organizaciones políticas y sindicales del movimiento obrero, desde Europa entera hasta Shangai.

Sus ideas alteraron profundamente la filosofía, la historia, la economía. Sin embargo, no obstante la afirmación de sus teorías, que en el siglo XX se transformaron en la ideología dominante y la doctrina de Estado en una gran parte del género humano, y la enorme difusión de sus escritos, sigue sin tener, hasta hoy, una edición integral y científica de sus obras. Entre los más grandes autores de la humanidad, esta suerte le tocó exclusivamente a él.

La razón primaria de esta particularísima condición reside en el carácter en gran medida inacabado de su obra. Si se excluyen, en efecto, los artículos periodísticos publicados en los tres lustros que van desde 1848 hasta 1862, una gran parte de los cuales estaban destinados a la “New-York Tribune”, que en esa época era uno de los más importantes periódicos del mundo, los trabajos publicados fueron relativamente pocos si se los compara con los tantos realizados sólo parcialmente y la importante mole de las investigaciones que realizó . Emblemáticamente, cuando en 1881, en uno de sus últimos años de vida, Marx fue interrogado por Karl Kautsky sobre la oportunidad de una edición completa de sus obras, respondió “éstas, antes que nada, deberían ser escritas” .

Marx dejó, por consiguiente, muchos más manuscritos de los que mandó imprimir . Contrariamente a lo que por lo general se piensa, su obra fue fragmentaria y a veces contradictoria, aspectos que evidencian una de sus características peculiares: lo inacabado del trabajo. Su método sumamente riguroso y la autocrítica más despiadada, que determinaron la imposibilidad de terminar muchos de los trabajos emprendidos; las condiciones de profunda miseria y de mala salud permanente que lo persiguieron toda la vida, la inextinguible pasión cognoscitiva, jamás alterada, que le impulsó siempre hacia nuevos estudios; y, por último, la pesada conciencia adquirida con la plena madurez de la dificultad de encerrar la complejidad de la historia en un proyecto teórico, hicieron precisamente de lo inacabado el fiel compañero y la condena de toda la producción de Marx y de su misma existencia. El colosal plan de su obra no fue realizado sino en una parte exigua y sus incesantes esfuerzos intelectuales resultaron en un fracaso literario, aunque no por eso demostraron ser menos geniales y fecundas en consecuencias extraordinarias .

Sin embargo, a pesar de la fragmentariedad del Nachlaß (legado literario) de Marx y de su firme oposición a erigir una ulterior doctrina social, su obra incompleta fue subvertida y pudo surgir un nuevo sistema, el “marxismo”. Después de la muerte de Marx en 1883, fue Friedrich Engels el primero que se dedicó a la dificilísima empresa, dadas la dispersión de los materiales, lo abstruso del lenguaje y la ilegibilidad de la grafía, de publicar el legado del amigo. El trabajo se concentró en la reconstrucción y la selección de los originales, en la publicación de los textos inéditos o incompletos y, contemporáneamente, en la reedición y traducción de los escritos más conocidos.

Aunque hubieron excepciones, como en el caso de las [Tesis sobre Feuerbach] , editadas en 1888 como apéndice a su Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, y de la [Crítica del Programa de Gotha], publicada en 1891, Engels privilegió casi exclusivamente el trabajo editorial de completar El capital, del cual había terminado solamente el libro primero. Esta tarea, que duró más de una década, fue realizada con la intención precisa de conseguir “una obra orgánica y lo más completa posible” . Tal elección, aunque respondía a exigencias comprensibles, produjo el paso de un texto parcial y provisorio, compuesto en muchas partes por “pensamientos escritos in statu nascendi” y por apuntes preliminares que Marx acostumbraba reservarse para elaboraciones ulteriores de los temas tratados, en otro unitario, que originaba la apariencia de una teoría económica sistemática y completa. De este modo, en el curso de su actividad de redacción, basada en la selección de los textos que se presentaban no como versiones finales sino, en cambio, como verdaderas variantes y en la necesidad de uniformar el conjunto de los materiales, Engels más que reconstruir la génesis y el desarrollo de los libros segundo y tercero de El Capital, que estaban bien lejos de su redacción definitiva, mandó imprimir volúmenes terminados .

Por otra parte, anteriormente, había contribuido a generar un proceso de sistematización teórica ya directamente con sus propios escritos. El Anti Duhring, aparecido en 1878, que él definiera una “exposición más o menos unitaria del método dialéctico y de la visión comunista del mundo representados por Marx y por mí” , se convirtió en el referente crucial en la formación el “marxismo” como sistema y en la diferenciación de éste del socialismo ecléctico, hasta entonces prevaleciente. Una incidencia aún mayor tuvo La evolución del socialismo utópico al científico, reelaboración, con fines divulgativos, de tres capítulos del escrito precedente que, publicado por primera vez en 1880, tuvo una fortuna análoga a la del Manifiesto del partido comunista. Si bien hubo una distinción neta entre este tipo de vulgarización, realizada en polémica abierta con los atajos simplicistas de las síntesis enciclopédicas, y la que tuvo como protagonista a la generación sucesiva de la socialdemocracia alemana, la utilización por Engels de las ciencias naturales abrió el camino a la concepción evolucionista que, poco tiempo después, se afirmaría incluso en el movimiento obrero.

El pensamiento de Marx, indiscutiblemente crítico y abierto, aunque a veces atravesado por tentaciones deterministas, cayó bajo los golpes del clima cultural de la Europa de fines del 1800, permeado, como nunca antes, por concepciones sistemáticas, y en primer lugar por el darwinismo. Para responder a ellas y a la necesidad de ideología que avanzaba incluso en las filas del movimiento de los trabajadores, el recién “marxismo”, que cada vez más dejaba de ser sólo una teoría científica para convertirse también en doctrina política – transformado precozmente en ortodoxia en las páginas de la revista “Die Neue Zeit” dirigida por Kautsky – asumió rápidamente la misma conformación sistémica. En este contexto, la difusa ignorancia y aversión en el seno del partido alemán hacia Hegel, un verdadero arcano impenetrable , y hacia su dialéctica, considerada hasta “el elemento no confiable de la doctrina marxista, la insidia que traba cualquier consideración coherente de las cosas” , desempeñaron un papel decisivo.

En las modalidades que acompañaron su difusión se encuentran otros factores que contribuyeron a la transformación de la obra de Marx en un sistema. Como demuestra la tirada reducida de las ediciones de la época de sus textos, se les dio preferencia a los folletos de síntesis y a compendios sumamente parciales. Algunas de sus obras, además, sufrían los efectos de las instrumentalizaciones políticas. Aparecieron así, en efecto, las primeras ediciones modificadas por los responsables de la edición, práctica que, favorecida por las incertidumbres presentes en el legado marxiano, en lo sucesivo se impuso cada vez más junto con la censura de algunos escritos. La forma manualística, vehículo notable para la exportación del pensamiento de Marx por el mundo, representó seguramente un instrumento muy eficaz de propaganda, pero también la alteración fatal de la concepción inicial. La divulgación de su obra, incompleta y compleja, en el encuentro con el positivismo y para responder mejor a las exigencias prácticas del partido proletario, se tradujo, por último, en un empobrecimiento y vulgarización del patrimonio originario , hasta hacerlo irreconocible al transformarlo de Kritik en Weltanschauung .

Del desarrollo de estos procesos fue tomando cuerpo una doctrina con una esquemática y elemental interpretación evolucionista, impregnada de determinismo económico: el “marxismo” del período de la Segunda Internacional (1889-1914). Guiada por una firme aunque ingenua convicción sobre la marcha automática de la historia y, por lo tanto, sobre la inevitabilidad de la sucesión del capitalismo por el socialismo, ella demostró ser incapaz de comprender el curso real del presente y, rompiendo el necesario lazo con la praxis revolucionaria, produjo un quietismo fatalista que se transformó en factor de estabilidad del orden existente . Se evidenciaba de este modo el profundo alejamiento de Marx, que ya en su primera obra había declarado “la historia no hace nada (…) no es la ‘historia’ la que se sirve del hombre como medio para realizar sus propios fines, como si ella fuese una persona particular; ella no es más que la actividad del hombre que persigue sus fines” .

La teoría sobre el derrumbe (Zussammenbruchstheorie), o sea la tesis sobre el fin próximo de la sociedad capitalista-burguesa, que en la crisis económica de la Gran Depresión, desplegada a lo largo del veintenio sucesivo a 1873, tuvo el contexto más favorable para expresarse, fue proclamada la esencia más íntima del socialismo científico. Las afirmaciones de Marx, destinadas a delinear los principios dinámicos del capitalismo y, más en general, a describir una tendencia de desarrollo , fueron transformadas en leyes históricas universalmente válidas , de las cuales se podían hacer descender, hasta los particulares, el curso de los acontecimientos.

La idea de un capitalismo agonizante, autónomamente destinado al ocaso, estuvo presente también en el sustento teórico de la primera plataforma enteramente “marxista” de un partido político, El programa de Erfurt de 1891, y en el comentario que del mismo hizo Kautsky, que enunciaba como “el incontenible desarrollo económico lleva a la bancarrota del modo de producción capitalista con necesidad de ley natural. La creación de una nueva forma de sociedad en lugar de la actual ya no es sólo algo deseable sino que se ha hecho inevitable” . Él fue la representación, más significativa y evidente, de los límites intrínsecos de la elaboración de la época, así como de la distancia abismal que se había producido de quien había sido el inspirador.

El mismo Eduard Bernstein, que al concebir el socialismo como posibilidad y no como inevitabilidad había marcado una discontinuidad con las interpretaciones dominantes en ese período, hizo una lectura de Marx igualmente deformada que no se separaba mínimamente de las de su tiempo y contribuyó a difundir, mediante la vasta resonancia que tuvo el Bernstein-Debatte, una imagen de aquélla igualmente alterada e instrumental.

El “marxismo ruso”, que en el curso del siglo XIX desempeñó un papel fundamental en la divulgación del pensamiento de Marx, siguió esta trayectoria de sistematización y vulgarización incluso con mayor rigidez. Para su pionero más importante, Gueorgui Plejánov, en efecto, “el marxismo es una completa concepción del mundo” , marcada por un monismo simplista según el cual las transformaciones superestructurales de la sociedad avanzan de manera simultánea con las modificaciones económicas. En Materialismo y empiriocriticismo, de 1909, Lenin define al materialismo como “el reconocimiento de la ley objetiva de la naturaleza y del reflejo aproximadamente fiel de esta ley en la cabeza del hombre” . La voluntad y la conciencia del género humano deben “inevitable y necesariamente” adecuarse a las necesidades de la naturaleza. Una vez más prevalece el planteo positivista.

Por consiguiente, y a pesar del áspero choque ideológico que se produjo durante estos años, muchos de los elementos teóricos característicos de la deformación producida por la Segunda Internacional se trasladaron a quienes habrían puesto su marca en la matriz cultural de la Tercera Internacional. Esta continuidad se manifestó, con aún mayor evidencia, en la Teoría del materialismo histórico, publicado en 1921 por Nikolai Bujarin, según el cual “tanto en la naturaleza como en la sociedad, los fenómenos son regulados por determinadas leyes. La primera tarea de la ciencia es descubrir esta regularidad” . Este determinismo social, totalmente centrado sobre el desarrollo de las fuerzas productivas, generó una doctrina según la cual “la multiplicidad de las causas que hacen sentir su acción en la sociedad no contradice de ningún modo la existencia de una ley única de la evolución social” .

La crítica de Antonio Gramsci, que se opuso a esa concepción para la cual “el planteo del problema como una investigación de leyes, de líneas constantes, regulares, uniformes está ligada a una exigencia, concebida de modo un poco pueril e ingenuo, de resolver perentoriamente el problema práctico de la previsibilidad de los acontecimientos históricos” , reviste particular interés. Su neta negativa a restringir la filosofía de la praxis marxiana a una grosera sociología, a “reducir una concepción el mundo a un formulario mecánico que da la impresión de tener toda la historia en el bolsillo” , fue particularmente importante porque iba más allá de lo escrito por Bujarin y buscaba condenar la orientación bastante más general que después habría prevalecido, de modo indiscutido, en la Unión Soviética.

Con la consolidación del “marxismo leninismo”, el proceso de deformación del pensamiento de Marx conoció su manifestación definitiva. La teoría fue desplazada de la función de guía del actuar convirtiéndose, por el contrario, en su justificación a posteriori. El punto de no retorno fue alcanzado con el “Diamat” (Dialekticeskij materializm), “la concepción del mundo del partido marxista-leninista” . El folleto de Stalin de 1938, Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, que tuvo una extraordinaria difusión, fijaba los rasgos esenciales: los fenómenos de la vida colectiva son regulados por las “leyes necesarias del desarrollo social”, “perfectamente cognoscibles”; “la historia de la sociedad se presenta como un desarrollo necesario de la sociedad, y el estudio de la historia de la sociedad se convierte en una ciencia”. Eso “quiere decir que la ciencia de la historia de la sociedad, a pesar de toda la complejidad de los fenómenos de la vida social, puede convertirse en una ciencia igualmente exacta, por ejemplo, que la biología, capaz de utilizar las leyes de desarrollo de la sociedad para utilizarlas en la práctica” y que, por consiguiente, es tarea del partido del proletariado fundamentar su actividad sobre la base de estas leyes. Es evidente cómo la confusión sobre los conceptos de “científico” y “ciencia” había llegado al máximo. La cientificidad del método marxiano, fundada sobre criterios teóricos escrupulosos y coherentes, fue reemplazada por el modo de proceder de las ciencias naturales que no contemplaba ninguna contradicción.

Junto a este catecismo ideológico, encontró terreno fértil el dogmatismo más rígido e intransigente. Completamente extraño y separado de la complejidad social, el mismo se sostenía, como siempre ocurre cuando se formula un planteo en un tan arrogante cuanto infundado conocimiento de la realidad. Acerca del inexistente lazo con Marx, basta recordar su sentencia preferida: de omnibus dubitandum .

La ortodoxia “marxista-leninista” impuso un monismo inflexible que produjo efectos perversos también en los escritos de Marx. Indiscutiblemente, con la Revolución Soviética el “marxismo” vivió un momento significativo de expansión y circulación en ámbitos geográficos y clases sociales de los cuales, hasta entonces, había sido excluido. Sin embargo, una vez más, la difusión de los textos, más que remitirse directamente a los de Marx, se concentraba en los manuales de partido, vademécum, antologías “marxistas” sobre muy diversos argumentos. Además, fue cada vez más común la censura de algunas obras, el desmembramiento y la manipulación de otras, así como la práctica de la extrapolación y del astuto montaje de las citas. A éstas, a las cuales se recurría con fines preordenados, se les dio el mismo trato que el bandido Procusto reservaba a sus víctimas: si eran demasiado largas, se las amputaba, si demasiado cortas, eran alargadas. En conclusión, la relación entre la divulgación y la no esquematización de un pensamiento, con mayor razón el crítico y voluntariamente no sistémico de Marx, entre su popularización y la exigencia de no empobrecerlo, es sin duda una empresa difícil de realizar. De todos modos, a Marx no podría haberle ido peor.

Plegado de distintos lados en función de contingencias y necesidades políticas, fue asimilado a éstas y en su nombre fue vituperado. Su teoría, que era crítica, fue utilizada como las exégesis de los versículos bíblicos. Nacieron así las paradojas más impensables. Contrario a “prescribir recetas (…) para la hostería del futuro” , fue transformado en el padre ilegítimo de un nuevo sistema social. Crítico rigurosísimo y siempre insatisfecho de sus resultados, se convirtió en la fuente del más obstinado doctrinarismo. Defensor incansable de la concepción materialista de la historia, fue sacado de su contexto histórico mucho más que cualquier otro autor. Seguro de “que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los trabajadores mismos” , fue enjaulado en una ideología en la que prevalecía, en cambio, la primacía de las vanguardias políticas y del partido en el papel de propulsor de la conciencia de clase y de guía de la revolución.

Propugnador de la idea de que la condición para la maduración de la capacidad humana era la reducción de la jornada de trabajo, fue asimilado al credo productivista del stajanovismo. Convencido promotor de la abolición del Estado, se encontró identificado como baluarte del mismo. Interesado como pocos otros pensadores por el libre desarrollo de las individualidades de los hombres, que afirmaba, contra el derecho burgués que esconde las desigualdades sociales detrás de una mera igualdad legal, que “el derecho, en vez de ser igual, debería ser desigual” , ha sido incorporado a una concepción que ha neutralizado la investigación de la dimensión colectiva en el indistinto de la homologación. El originario carácter inacabado del gran trabajo crítico de Marx fue sometido a las presiones de la sistematización de los epígonos que produjeron, inexorablemente, la deformación de su pensamiento hasta borrarlo y anularlo y convertirlo en su negación manifiesta.

UN AUTOR MAL CONOCIDO
“¿Los escritos de Marx y Engels (…) fueron alguna vez leídos por entero por nadie que estuviese fuera de las filas de los amigos próximos y los adeptos y, por consiguiente, de los seguidores e intérpretes directos de los autores?”. Así se interrogaba Antonio Labriola, en 1897, sobre cuánto de la obra de aquéllos fuese hasta entonces conocido. Sus conclusiones fueron inequivocas: “leer todos los escritos de los fundadores del socialismo científico pareció hasta ahora un privilegio de iniciados”; el “materialismo histórico” había llegado a los pueblos de lenguas neolatinas “a través de una serie de equívocos, malentendidos, de alteraciones grotescas, de extraños disfraces y de invenciones gratuitas” .

Un “marxismo” imaginario. En efecto, como fue demostrado posteriormente por la investigación historiográfica, la convicción de que Marx y Engels fuesen verdaderamente leídos ha sido el fruto de una leyenda hagiográfica. Por el contrario, muchos de sus textos eran raros o imposibles de encontrar incluso en la lengua original y, por lo tanto, la invitación del estudioso italiano a dar vida a “una edición completa y crítica de todos los escritos de Marx y Engels” , indicaba una ineludible necesidad general. En opinión de Labriola, no era necesario ni compilar antologías, ni redactar un testamentum juxta canonem receptum, sino “todo el trabajo científico y político, toda la producción literaria, aunque fuese ocasional, de los dos fundadores del socialismo crítico, debe ser puesta al alcance de los lectores (…) para que ellos hablen directamente a todos los que tengan ganas de leerlos” . Más de un siglo después de este deseo, este proyecto aún no ha sido realizado.

Junto a estas evaluaciones prevalentemente filológicas, Labriola planteaba otras de carácter teórico, de sorprendente previsión con respecto a la época en que vivió. Consideraba que todos los escritos y trabajos de Marx y de Engels no terminados eran “los fragmentos de una ciencia y de una política que está en continuo devenir”. Para evitar buscar en su interior “lo que no está y no debe estar”, o sea, “una especie de vulgata o de preceptos para la interpretación de cualquier tiempo y lugar”, ellos podían ser plenamente comprendidos sólo volviéndolos a colocar en el momento y el contexto de su génesis. De no ser así, los que “no entienden el pensar y el saber como trabajos que están en curso”, o sea “los doctrinarios y los presuntuosos de todo tipo que tienen necesidad de los ídolos de la mente, los hacedores de sistemas clásicos buenos para la eternidad, los compiladores de manuales y de enciclopedias, buscarán en el marxismo, al revés y al derecho, lo que éste jamás pretendió ofrecer a nadie” : una solución sumaria y fideísta a las interrogaciones de la historia.

El ejecutor natural de la realización de la opera omnia no habría podido ser otro que el Sozialdemokratische Partei Deutschlands, detentor del Nachlaß y de las mayores competencias linguísticas y teóricas. Sin embargo, los conflictos políticos en el seno de la Socialdemocracia no sólo impidieron la publicación de la imponente e importante masa de trabajos inéditos de Marx, sino que produjeron también la dispersión de sus manuscritos, comprometiendo así cualquier hipótesis de edición sistemática . Sorprendentemente el partido alemán no construyó ninguna y trató la herencia literaria de Marx y de Engels con la máxima negligencia . Ninguno de sus teóricos se ocupó de hacer una lista del legado intelectual de los dos fundadores, que estaba compuesto por muchos manuscritos incompletos y por proyectos no llevados a término. Aún menos hubo quien se dedicase a recoger la correspondencia, voluminosa pero extremadamente diseminada, aunque ésta es utilísima como fuente de esclarecimiento, cuando no incluso de continuación, de sus escritos. La biblioteca, por último, que tenía los libros que ellos poseían con interesantes notas marginales y subrayados, fue ignorada, en parte dispersada y sólo posteriormente costosamente reconstruida y catalogada .

La primera publicación de las obras completas, la Marx Engels Gesamtausgabe (MEGA) comenzó recién en los años veinte, por iniciativa de David Borisovich Riazanov, principal conocedor de Marx en el siglo diecinueve y director del Instituto Marx-Engels de Moscú. Sin embargo también esta empresa naufragó a causa de los tempestuosos acontecimientos que vivió el movimiento obrero internacional, los cuales muy a menudo pusieron trabas a la edición de sus textos en vez de favorecerla. Las depuraciones stalinistas en la Unión Soviética, que se abatieron también sobre los estudiosos que dirigían el proyecto, y el triunfo del nazismo en Alemania, condujeron a la precoz interrupción de la edición, tornando vano también este intento. Se produjo así la contradicción absoluta del nacimiento de una ideología inflexible que se inspiraba en un autor cuya gigantesca obra todavía permanecía en parte inexplorada. La afirmación del “marxismo” y su cristalización como corpus dogmático precedieron al conocimiento de los textos cuya lectura era indispensable para comprender la formación y la evolución del pensamiento de Marx .

Los principales trabajos juveniles, en efecto, sólo fueron impresos con la MEGA: [ Sobre la crítica de la filosofía hegeliana del derecho público.] en 1927, los [ Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y [ La idelogía alemana] en 1932 – y, como ya había sucedido con los libros segundo y tercero de El capital, en ediciones en las que aparecían como obras terminadas, opción que posteriormente engendró muchos malentendidos interpretativos. Sucesivamente, y con tirajes que sólo pudieron asegurar una escasísima difusión, se publicaron algunos importantes trabajos preparatorios de El capital: en 1933 el [Capítulo VI inédito] y entre 1939 y 1941 los [Lineamientos fundamentales de la crítica de la economía política], más conocidos como Grundrisse. Estos inéditos, además, como los otros que siguieron, cuando no fueron escondidos por el temor de que pudiesen erosionar el canon ideológico dominante, estaban acompañados por una interpretación funcional a las exigencias políticas que, en el mejor de los casos, aportaba ajustes previsibles a dicha interpretación ya predeterminada y jamás se tradujeron en una seria rediscusión de conjunto de la obra.

El tortuoso proceso de difusión de los escritos de Marx y la carencia de una edición integral de los mismos, unidos a su carácter originario ya incompleto, al trabajo pésimo de los epígonos, a las lecturas tendenciosas y a las aún más numerosas no lecturas, son la causa fundamental de la gran paradoja: Karl Marx es un autor mal conocido, víctima de una profunda y reiterada incomprensión . Lo ha sido durante el período en el que el “marxismo” era política y culturalmente hegemónico, y todavía hoy sigue siéndolo.

UNA OBRA PARA HOY
Liberada de la odiosa función de instrumentum regni, al que había sido destinada en el pasado, y de la falacia del “marxismo”, del cual fue definitivamente separada, la obra de Marx, todavía parcialmente inédita, reaparece en su aspecto original no acabado y es nuevamente presentada a los libres campos del saber. Una vez sustraída a sus autonombrados propietarios y a modos de empleo constrictivos por fin se ha hecho posible el pleno despliegue de su preciosa e inmensa herencia teórica.

Con el auxilio de la filología encuentran una respuesta la ya ineludible exigencia del reconocimiento de las fuentes, durante tanto tiempo envueltas y mistificadas por la propaganda apologética, y la necesidad de disponer de un índice seguro y definitivo de todos los manuscritos de Marx. Ella se ofrece como medio imprescindible para aclarar el texto, restableciéndole el horizonte problemático y polimorfo originario y evidenciando la enorme distancia que existe entre él y muchas de las interpretaciones y de las experiencias políticas que, aunque hayan pretendido apoyarse en él, han transmitido del mismo una percepción sumamente reductiva. Leer a Marx con la intención de reconstruir la génesis de sus escritos y el cuadro histórico en que nacieron, de poner en evidencia la importancia de la deuda intelectual en la elaboración, de considerar su carácter constantemente multidisciplinario , tal es la complicada tarea que tiene ante sí la nueva Marx Forschung (investigación sobre Marx) y que necesita, para ser realizada, una orientación permanentemente crítica y alejada del condicionamiento engañoso de la ideología. Sin embargo, la de Marx no es solamente una obra carente de una adecuada interpretación crítica que pueda hacerle justicia a su genio , sino que es también una obra en una constante investigación por su autor.

Las reflexiones de Marx están atravesadas por una diferencia irreducible, por un carácter absolutamente particular respecto a las de la mayor parte de los otros pensadores. Ellas están unidas por un lazo inescindible entre la teoría y la praxis y se dirigen persistentemente a un sujeto privilegiado y concreto: “el movimiento real que lleva a la abolición del estado de las cosas presente” (die wirkliche Bewegung welche den jetzigen Zustand aufhebt) al cual se le confía “el derribamiento y la inversión práctica de las relaciones sociales existentes” (den praktischen Umsturz der realen gesellschftlichen Verhältnisse) . Creer que se puede relegar el patrimonio teórico y político de Marx a un pasado que ya no tendría nada que decir a los conflictos actuales, y circunscribirlo a la función de clásico momificado con un interés inofensivo para los días de hoy o encerrarlo en especialismos meramente especulativos, sería algo tan erróneo como su anterior transformación en la esfinge del gris socialismo real del siglo pasado.

Su obra conserva confines y pretensiones mucho más amplios que los ámbitos de las disciplinas académicas. Sin el pensamiento de Marx faltarían los conceptos para comprender y describir el mundo contemporáneo, así como los instrumentos críticos para invertir la subalternidad al credo imperante que presume poder representar el presente con las semblanzas antihistóricas de la naturalidad y de la inmutabilidad. Sin Marx estaríamos condenados a una verdadera afasia crítica.

No debe engañarnos la aparente inactualidad y el dogma absoluto y unánime que decreta con certeza el olvido. Sus ideas podrán en cambio provocar nuevos entusiasmos, estimular fecundas reflexiones ulteriores y sufrir otras alteraciones. La causa de la emancipación humana todavía deberá ponerlo a su servicio. Crítico sin igual del sistema de producción capitalista, Karl Marx será fundamental hasta la superación de aquél. Su “espectro” está destinado a recorrer el mundo y a hacer que la humanidad se agite todavía durante mucho tiempo.

APÉNDICE: CRONOLOGÍA DE LAS OBRAS DE MARX

AÑO  TÍTULO DE LA OBRA  INFORMACIÓN SOBRE LAS EDICIONES
1841 [Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro] 1902: en Aus dem literarischen Nachlass von Karl Marx, Friedrich Engels und Ferdinand Lassalle, compilada por Mehring (version parcial).
1927: en MEGA I/1.1, compilada por Riazanov.
1842-43 Artículos para la Gaceta Renana Periódico que se imprimía en Colonia
1844 [Sobre la crítica de la filosofía hegeliana del derecho público] 1927: en MEGA I/1.1, a cargo de Riazanov.
1844 Ensayos para los Anales Franco-Alemanes Incluidos en Sobre la cuestión judía y Para la crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Introducción. Número único publicado en París. La mayor parte de los ejemplares fue confiscada por la policía.
1845 [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] 1932: en Der historische Materialismus, a cargo de Landshut y Mayer y en MEGA I/3, a cargo de Adoratsky (las ediciones difieren en su contenido y en el orden de las partes). El texto fui excluido de los volúmenes numerados de la MEW y publicado por separado.
1845 La Sagrada Familia (con Engels) Publicado en Frankfort sobre el Mein.
1845 [Tesis sobre Feuerbach] 1888: en apéndice a la reimpresión de Ludwig Fuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana de Engels.
1845-46 [La ideología alemana] (con Engels) 1903-1904: en Dokumente des Sozialismus, a cargo de Bernstein (versión parcial y manipulada).
1932: en Der historische Materialismus, a cargo de Landshut y Mayer, y en MEGA I/3, a cargo de Adoratsky (las ediciones difieren en su contenido y en el orden de las partes).
1847 Miseria de la filosofía Impreso en Bruselas y París. Texto en francés.
1848 Discurso sobre la cuestión del libre cambio Publicado en Bruselas. Texto en francés.
1848 Manifiesto del partido comunista (con Engels) Impreso en Londres. Conquistó cierta difusión a partir de los años setenta.
1848-49 Artículos para la Nueva Gaceta Renana Periódico de Colonia. Entre ellos figura Trabajo asalariado y capital.
1850 Artículos para la Nueva Gaceta Renana. Revista político-económica Fascículos mensuales impresos en Hamburgo y de exiguo tiraje. Comprenden Las luchas de clase en Francia desde 1848 a 1850.
1851-62 Artículos para el New-York Tribune Muchos artículos fueron redactados por Engels.
1852 El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte Publicado en Nueva York en el primer fascículo de Die Revolution. La mayor parte de los ejemplares no pudo ser retirada de la imprenta por dificultades financieras. A Europa llegó solamente un número insignificante de copias. La segunda edición –reelaborada por Marx – apareció sólo en 1869.
1852 [Los grandes hombres del exilio] (con Engels) 1930: en “Archiv Marksa i Engel’sa” (edición rusa). El manuscrito había sido ocultado precedentemente por Bernstein.
1853 Revelaciones sobre el proceso contra los comunistas de Colonia Impreso como anónimo en Basilea (casi todos los dos mil ejemplares fueron secuestrados por la policía) y en Boston. En 1874 fue reimpreso en el Volksstaat y Marx aparece como autor; en 1875 versión en libro.
1854 El caballero de la noble conciencia Publicado en Nueva York como folleto.
1856-57 Revelaciones sobre la historia diplomática del siglo dieciocho Aunque había sido ya publicado por Marx, después fue omitido y sólo fue publicado en Europa oriental en 1986 en la MECW. Texto en inglés.
1857-58 [Introducción a los Lineamientos fundamentales de la crítica de la economía política] 1903: en Die Neue Zeit, a cargo de Kautsky, con notables discordancias con el original.
1859 Para la crítica de la economía política Impreso en Berlín en mil ejemplares.
1860 Herr Vogt Impreso en Londres con escasa resonancia.
1861-63 [Para la crítica de la economía política (Manuscrito 1861-1863)] 1905-1910: Teorías sobre la plusvalía; a cargo de Kautsky (versión manipulada). El texto fiel al original recién apareció en 1954 (edición rusa) y en 1956 (edición alemana).
1976-1982: publicación integral de todo el manuscrito en MEGA² II/3.1-3.6.
1863-64 [Sobre la cuestión polaca] 1961: Manuskripte über die polnische Frag, a cargo del IISG.
1863-67 [Manuscritos económicos 1863-67] 1894: El capital. Libro tercero. El proceso global de la producción capitalista, a cargo de Engels (basado también sobre manuscritos sucesivos, editados en MEGA² II/14 y en preparación en MEGA² II/4.3).
1933: Libro primero. Capítulo VI inédito, en “Archiv Marksa i Engel’sa” (edición rusa).
1988: publicación de manuscritos del Libro primero y del Libro segundo, en MEGA² II/4.1.
1992: publicación de manuscritos del Libro tercero, en MEGA² II/4.2.
1864-72 Discursos, resoluciones, circulares, manifiestos, programas, estatutos para la Asociación Internacional de los Trabajadores Incluyen el Mensaje inaugural de la Asociación internacional de los trabajadores, La guerra civil en Francia y Las llamadas escisiones en la Internacional (con Engels). Por lo general, textos en inglés.
1865 [Salario, precio y ganancia] 1898: a cargo de Eleanor Marx. Texto en inglés.
1867 El capital. Libro primero. El proceso de producción del capital Editado en mil ejemplares en Hamburgo. Segunda edición en 1873 de tres mil copias. Traducción rusa en 1872.
1870 [Manuscrito para el libro segundo de El capital] 1885: El capital. Libro segundo. El proceso de circulación del capital, a cargo de Engels (basado también sobre el manuscrito de 1880-1881 y sobre los otros más breves de 1867-1868 y de 1877-1878, en preparación en MEGA² II/11).
1872-75 El capital. Libro primero: El proceso de producción del capital (edición francesa) Texto reelaborado para la traducción francesa publicada en fascículos. Según Marx tiene “un valor científico independiente del original”.
1874-75 [Notas sobre “Estado y Anarquía” de Bakunin] 1928: en Letopisi marxisma, prefacio de Riazanov (edición rusa). Manuscritos con extractos en ruso y comentarios en alemán.
1875 [Crítica al Programa de Gotha] 1891: en Die Neue Zeit, a cargo de Engels, que modificó algunos trechos del original.
1875 [La relación entre la cuota de plusvalía y la cuota de ganancia desarrollada matemáticamente] 2003: en MEGA² II/14.
1877 Sobre la “Historia crítica” (capítulo del Anti-Dühring de Engels) Publicado parcialmente en el Vorwärts y después íntegramente en la edición como libro.
1879-80 [Anotaciones sobre “La propiedad común rural” de Kovalevsky] 1977: en Karl Marx über Formen vorkapitalischer Produktion, a cargo del IISG.
1880-81 [Extractos de “La sociedad antigua” de Morgan] 1972: en The Ethnological Notebooks of Karl Marx, a cargo del IISG. Manuscritos con extractos en inglés.
1881 [Glosas marginales al “Manual de economía política” de Wagner] 1932: en El Capital (versión parcial).
1933: en SOČ XV (edición rusa).
1881-82 [Extractos cronológicos desde el 90 a.C hasta el 1648 ca.] 1938-1939: en “Archiv Marksa i Engel’sa” (versión parcial, edición rusa).
1953: en Marx,Engels, Lenin, Stalin, Zur deutschen Geschichte (versión parcial).

 

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Oscar Martinez, Revista Solar

Introducción

Este, a nuestro parecer, es uno de los libros imprescindibles en cuanto a la actualidad de Marx y el “marxismo”. Para comenzar, se toma como punto de partida el coloquio internacional celebrado en Nápoles el 2004, en el cual se presentaron una serie de ilustres pensadores y en la que se basa este libro.

Aquel conjunto de artículos está estructurado en tres secciones: 1) como primer punto, se muestra el avance de la edición de la Mega2, así como las vicisitudes lológicas con las que se enfrenta. 2) Del mismo modo, se examina la recepción e investigación actual de otros continentes en torno a Marx y sus obras. 3) Por último, se exponen diversas interpretaciones en torno a las tesis principales de Marx y los debates póstumos como el con icto entre la estructura lógica e histórica, los problema de la teoría del valor.

Antes de mostrar las secciones del texto, podemos mencionar que exis- ten diversas reseñas que se han realizado del libro. Sea en la página de la revista “Herramientas”, sea en la página o cial de Marcello Musto donde se puede apreciar una gama de estas. Teniendo en cuenta los antecedentes, se buscará presentar un panorama más detallado y mostrar puntos no tocados.

Ahora, bien uno de las aristas principales, que se muestran en el prefacio realizado por Vargas Lozano, consiste en hacer incapié en “mostrar el otro per l del rostro de Marx”, es decir, el conjunto de textos que el pensador de Tréveris produjo en vida y no se conocen por estar inéditos. Aquí encontramos al clá- sico alemán como químico, físico, geólogo, etc.2 Se desparrama un bloque de inéditos, y con ello suena la hora postrera de las visiones dogmáticas basadas en textos parciales. Uno de los problemas abordados, previa a la primera sección, por Marcello Musto es, principalmente, el de dejar de lado el espacio de Marx en la historia como pensador clásico o, entendido en el sentido Gadameriano como un pensador que produce obras que tienen un carácter imperecedero. En términos de Marcello Musto, re riéndose a Marx: “(…) sigue sin tener una edición integral y cientí ca de sus obras, entre los más grandes autores de la humanidad, esta suerte le tocó solo a él.” (Musto, 2011, 21).

Retomando el primer punto, sobre las ediciones, incluso, el primer marxólogo, Engels en diversas obras3 intentará mostrar un marxismo sistemati- zado y póstumamente a un Marx niquitado. Para no ir muy lejos, en la órbita política arraigada en los países de Europa del este, se manipuló por mucho tiempo las ediciones, agregando y quitando de cabo a rabo4. La trinchera crea- da por los marxistas de la II internacional y, del mismo modo, estrechamente ligados, la III internacional y a Stalin mostraron un Marx culminado. Una cara de la moneda la cual limita su pensamiento en varios aspectos, bien sea con el determinismo, “teoría sobre el derrumbe” (Musto, 2011, 24), y muchas conoci- das críticas más que se malinterpretaron de las cuales el autor de este texto nos invita a repensar. Finalmente, en la parte nal del artículo, como en los cinco primeros escritos, se muestra el avance de las publicaciones de la Mega2, así como su contenido, sus cambios y variantes, y, nalmente, las fechas de publi- cación y redacción de la obras de Marx.

Más especí camente, en el segundo trabajo, ya iniciando la primera sección, se muestra avances particulares y controversiales de las investigaciones. Así, pues, Manfred Neuhaus y Gerald Hubmann expondrán un análisis lo- lógico hermenéutico y una muy densa publicación de textos. Por ejemplo en la parte I/14 publicado el 2001 se encuentran artículos de la New York Daily Tribune, Neue Oder-zeitung de 1855 con más de 200 artículos y borradores, y por último 21 textos nuevos. Del mismo modo, la parte I/31 (publicado 2002) muestra al último Engels bajo una luz diferente que se re eja en los manuscritos del libro III del Capital y correspondencia con distintas naciones europeas y norteamericanas. También la política interior Rusa (Prohibido por Stalin en su régimen). En pocas palabras, 67 trabajos en esta parte del proyecto. Del mismo modo, se expone la II/14 (publicado 2003) compuesta por el último manus- crito relativo al tercer libro del capital (1871-1882) y textos que Engels uso en (1885-1894) el tercer libro de El Capital. También representan la unión del primer borrador (1864-1865) y El Capital III, así como el trabajo de edición de Engels. Con excepción de dos, todos son inéditos. Se incluyen del mismo modo el II/4.3 compuesta por borradores de Marx (1867-1868) para el tercer libro de El Capital y el III/9 sobre la crisis económica de 1857. Finalmente, la III/10 con la correspondencia (1859-1860) con más de 300 cartas inéditas. El III/13 con el intercambio epistolar de octubre 1864 a diciembre de 1865 son 354 de los cuales 153 de los mencionados están inéditas. Se edita, pues, muchos textos que ya circulan; sin embargo, se saca a ote un considerable conjunto de inéditos con el propósito de rescatar el pensamiento de Marx de lecturas parcializadas y sesgadamente politizadas.

Con todo, no se puede prescindir del papel del editor ni de su carga subjetiva. Tanto en textos de Hegel, de Weber, de Nietzsche, etc., como en los de Marx, –como lo indica Hubmann– se manifestará una tergiversación de ciertos conceptos e ideas. Como se especi ca, es indispensable examinar los textos con mucho tacto para no caer en confusiones con los escritos de Engels, rmador por Marx, en el caso de la New York Daily Tribune, por ejemplo5. Este problema será desmenuzado y explicado con detalle. Otro de los datos curiosos que se muestran son las diversas aristas con las que Marx, con su análisis inter- disciplinario, complementará sus categorías. Por ejemplo, directamente, en las publicaciones en las partes IV/26 las más de mil páginas manuscritas relativos a sus estudios de geología.6 O, en todo caso, la IV/31 donde se muestra sus estu- dios dedicados a la química y la siología. Aquí ya se puede notar con facilidad un Marx que demanda nuevas investigaciones.

Por otro lado, ya en la segunda sección, múltiples papeles cumplirán el grupo fundado en Sendai llamado MEGA referente al recibimiento, publica- ción y almacenamiento de las obras de Marx en Japón. Se obtuvo tres marcados resultados en el proceso de sus investigaciones; en primer lugar, en términos de Omura, un resultado fue realizar “una recolección de los resultados de la inves- tigación relacionadas con la segunda sección de la MEGA2” y hacer una historia de la obras de Marx en Japón. De igual importancia es la II/12 que actualmente se encuentra a cargo de los investigadores japoneses, la cual contiene como ob- jetivo la obra más importante de Marx: El Capital. Para concluir, el tercer punto gira en torno a la creación de un banco de datos en la biblioteca de universidad de Tohoku en el cual se almacena diversas obras de Marx como la copia com- pleta de Miseria de la losofía y la cantidad de manuscritos que forman el corpus del texto, así como, los Anales Franco Alemanes, Herr Vogt, etc.

Siguiendo con la reseña, se explica en el siguiente artículo de Wei Xiao- ping, por otro lado, sobre una convulsionada etapa de la historia de China en donde, particularmente, existe dos publicaciones de las obras completas de Marx y Engels que se mezclarán con las ediciones de la URSS lo cual causará diversas di cultades en su interpretación. De la misma forma, en el gigante asiá- tico se formaron tres corrientes remarcadas respecto al marxismo. Ante todo, en la primera, la corriente autóctona o el marxismo chino ligado al PCCH y Deng Xiaoping, se plantean como tesis centrales las propuestas del socialismo, la eco- nomía de mercado y la losofía de la praxis. Del mismo modo, el marxismo académico, la segunda corriente, profundiza rigurosamente en el plano teórico desligándose de la unión soviética y, por último, el marxismo occidental tiene sus inicios remontándonos a los 80’s; sus principales teóricos son los –llamados por Perry Anderson– marxistas occidentales incluyendo a Habermas, Derrida, el marxismo analítico, etc. Por otro lado, en el mismo tema, se hacen ver los periodos claves para entender el marxismo en China así como la importancia de la MEGA2 en esa orbita.

El penúltimo apartado de la segunda sección gira en torno al recorrido, la maduración y las vicisitudes por las que el joven Marx formará su pensamien- to. Puntos destacables del estudio son, llanamente, la atmosfera donde se lleva a cabo su alejamiento de nitivo de la visión del Estado racionalista, asimismo, su arraigo al materialismo y, aún más importante, el cara a cara con el proleta- riado parisino, esto es, el conocer el desarrollo y la importancia de la clase social obrera, parte nuclear indiscutible de su crítica a la economía política que lo acompañará hasta sus últimos días. Lo mencionado se engarza con las nuevas ediciones7 de la Mega2 en cuanto toma como base a los manuscritos que Marx redactará en esas fechas, que, en efecto, se tomarán en cuenta para sus póstumos escritos de economía política tanto los conocidos manuscritos de 1844 tanto los manuscritos de 1857-1858 o, si se quiere, los de 1861-1863. Si bien los últimos textos no son del llamado joven Marx, nos muestran entradas para entender los cambios categoriales que realizará.

Acto seguido, ya en la segunda sección, Guillermo Almeyra analiza la recepción de Marx en Latinoamérica; para ello hay que tener en cuenta su pers- pectiva frente al continente. El pensador de Tréveris obvia, o quizás desconoce, en 18588, “(…) sucesos de la sociedad venezolana y colombiana o sobre la re- volución haitiana, ni tuvo tampoco en cuenta, al hablar de Bolívar, el papel de la revolución latinoamericana”. (Musto, 134). Otra de las partes interesante del artículo es la breve periodización de la recepción de Marx en América Latina, etapa por etapa, dividida en cuatro momentos: 1) En primer lugar, la emi- gración de franceses, entre ellos obreros y artesanos. (1871-1880); 2) las leyes antisocialistas de Bismarck (1880-1890); 3) asimismo, el socialismo cientí co y la segunda internacional (1890-1900); 4) por último, la introducción del pen- samiento de Marx a la academia sociológica, la losofía (positivista) y la historia [referente a Argentina] (1895-1910)

Un punto controversial –que invitamos a crítica– será la negación del peruano José Carlos Mariátegui como el primer marxista latinoamericano, por no encajar como el primer pensador en aplicar el marxismo para un análisis práctico en América latina. Así, pues, se atribuye este puesto privilegiado al argentino Germán Avé Lallemant por su perspectiva e intento de aplicar las categorías marxistas en América Latina.

Por último, como tercera sección, tenemos las diversas interpretaciones y propuestas categoriales en torno a Marx y su objetivo de comprender el ca- pitalismo. Hay que apuntar, a continuación, que desde aquí hasta el nal, con excepción de la entrevista a Hobsbawm, todas las interpretaciones, tomarán como punto de partida El Capital. De manera que la problemática en el primer artículo, de esta última sección, inicia con la contraposición de la teoría y la “popularización” de los escritos de Marx, debate dentro del seno marxista. De modo similar, respecto a las críticas contra Marx tanto sobre la popularización tanto sobre la vulgarización, Fritz Haug, arguye que las categorías de plustraba- jo/trabajo no remunerado, por ejemplo, modi cadas en la edición traducida9 por el mismo Marx, son lo contrario a las críticas sobre el populismo, ya que por contrario forti ca la propuesta de Moro10.(Mehring, 1971, 25) Asimismo, este articulo desde ya es interesante porque, controversialmente, su tesis central se contrapone incluso en el mismo libro, a Christopher J. Arthur o Enrique Dussel por la perspectiva de la construcción categorial que realiza Marx y como se teje su relación con la lógica hegeliana.

Marx ha sido negado hasta en la órbita de los saberes donde él decidió dedicar toda su vida, donde aportó y lo sigue haciendo, o sea, en la economía. Fue acusado, sin más, de reduccionista, determinista, economicista, etc. En cambio, como se demostrará en este artículo de Michael Krätke, gracias a las críticas que Marx formuló, allá en el siglo XIX, no resbalará dos veces con los mismos errores mencionados. De la misma forma, se sugiere puntos cardinales que Marx no pudo concretizar en el desarrollo de su economía política, como la renta agraria, el horario de trabajo socialmente necesario, contradicciones en su teoría del valor, etc. También se resalta el contacto positivo de Marx contra los economistas canónicos, Ricardo, Say, Smith, etc., y como este logra superarlos. Como se visibiliza una vía para repensar la economía política desde Marx contra la agonizante economía neoliberal. A pesar de todo, el tema que plantea el uso de las tesis de Marx, ya sea modi cadas, ya sea explícitamente, es muy contro- versial y discutible, porque Marx no estaba pensando en dejarnos una forma de hacer economía en las entrañas del sistema actual, sino, por el contrario, en mostrar cómo funciona la lógica o el movimiento del capitalismo para así poder dinamitarlo. Para Marx, indiscutiblemente, el sistema capitalista es un sistema de explotación.

A continuación, en el siguiente artículo de Geert Reuten, la tesis prin- cipal se enmarca en la relación trabajo abstracto-dinero, analizando, pues, la dependencia del trabajo respecto al dinero. Recíprocamente, se plantean cate- gorías como sustancia introversa y extroversa, que representan respectivamente el trabajo abstracto y el dinero. Hay una interrelación de dependencia entre las dos categorías la cual nos permite realizar una lectura del sistema monetario nanciero, por ejemplo. Mientras tanto, se problematiza sobre la ruptura entre Marx y Ricardo, negando la especulación que proliferó el siglo pasado alinean- do a Marx como un neoricardiano.

Un error, según Christopher J. Arthur, ya en el siguiente artículo, en que comúnmente se incurre es el mezclar las dos dimensiones del método dialéctico, por un lado, su división histórica y, por otro lado, la sistemática. Las categorías que propondrá Arthur para superar el problema son la sociación, disociación y asociación, que servirán para poder entender la lógica hegeliana en relación a la de Marx. Saltando el proceso mencionado, la analogía con Hegel se establecen en: 1) la doctrina del ser (calidad, cantidad, y medida) y la mercancía (intercam- bio, cantidad de intercambio y el valor de intercambio), 2) simultáneamente, la doctrina de la esencia (fundamento, apariencia y actualidad) y el dinero (valor en sí mismo, forma de valor y dinero), y, 3) por último, la doctrina del concep- to y la idea (subjetivo, objetivo y la idea) y el capital (precio, metamorfosis de la mercancía y la autovalorización). Se concluye, por ende, la ligazón y correlación entre la lógica de Hegel y el desarrollo del capital.

Examinamos brevemente ahora como Dussel presenta a un Marx des- conocido, dicho de otro modo, unos aspectos de Marx que hasta la actuali- dad no habían sido plasmados y que, en cierta forma, respecto al concepto de trabajo vivo, colinda con Shelling. El argumento central es que –como es de saberse– si bien la lógica de Hegel in uye en todo momento en la crítica de la economía política, ya en la instrumentalización de la lógica que realiza Marx de la economía política hay un cierto resquebrajamiento, una paradoja, en cuanto a la totalidad del capital. El salto o Uebergehen del ser a la esencia es homogé- neo, además que la esencia es idéntica consigo misma. Por el contrario, es con Shelling donde Marx encontrará un antecedente porque ambos parten de un horizonte que está más allá de la totalidad. Para Hegel el fundamento –antes Dussel explica la relación entre Hegel y Marx– está en la totalidad, o sea, el fundamento es idéntico consigo mismo, no tiene nada fuera (en términos de economía política el capital se fundamenta en el valor, por ello, del fundamento se produce la ganancia); en cambio para Marx es desde el trabajo vivo, fuente de valor, que se produce plusvalor o, en otras palabras, desde la nada del capital. Dicho lo anterior, plantea Dussel, que es del pensamiento de Shelling de donde Marx puede plantear la creación del plusvalor desde la nada y no desde Hegel, porque Hegel parte de la totalidad. Finalmente, no podemos dejar de mencio- nar que en la analogía con las categorías para Dussel la medida de la doctrina del ser de Hegel es equivalente al dinero en la teoría de Marx. Nos preguntamos, entonces ¿qué ocurre con las otras determinaciones subsumidas hasta llegar al concepto y además que pasa con esa momento del despliegue del ser, acaso para Dussel fue obviada por Marx?

El último artículo del libro es un intento de reconstruir categorialmente El Capital dando cuenta de sus lagunas y desaciertos. Para lograr su objetivo, pues, divide El Capital en –una tonalidad diferente que la de Marx– tres partes: metaestructura, (la capa donde se encuentra –lo que Jacques Bidet considera– los polos opuestos, el mercado y la organización; asimismo el Estado en su sentido teórico) estructura (aquí se transforma el mercado en capitalismo), y tendencias y prácticas (clases, la política, movimientos obreros, etc.). Las de ciencias más notables de la obra del clásico alemán se enumeran en aporías relativas al valor, el precio, el derecho y la fuerza, el intercambio desigual y la explotación, las cla- ses y los partidos, la producción y circulación, la propiedad y la administración, etc., de igual manera, las diferencias entre la lógica (la dialéctica de la forma so- cial) y la historia (linealidad irreversible de la historia), por ende las pretensiones del autor, entonces, es hacer frente a estas di cultades.

Finalmente, se realiza una entrevista al “historiador del siglo XX”, Eric Hobsbawn, en torno a la relevancia de Marx en la actualidad. Brevemente, Hobsbawn mencionará 1) la exacta comprensión que el clásico de Tréveris tenía referente al capitalismo, sistema vigente que uye en cada instante relativo a todo átomo social, 2) asimismo, el arraigo que tuvo en los pensadores, corrien- tes y sucesos del siglo XX de los cuales no podemos escapar por su in uencia en nuestro días 3) y, por último, sintéticamente, –dice Hobsbawn– (…) debería ser leído porque, como él mismo escribió, el mundo no puede ser cambiado de manera efectiva a menos que sea entendido, y Marx permanece como una soberbia guía para la compresión del mundo y los problemas a los que debemos hacer frente (Musto, 2012, 245).

Conclusión

En n, se mostró en la reseña la importancia del libro para todo es- tudioso de Marx y para todo el que desea entender la problemática actual del pensador, y con ello, las contradicciones que se gestan con el sistema capitalista. Bien para conocer a nivel mundial el desarrollo de su obra o las ediciones de la Mega2, bien para informarnos y adentrarnos en el debate actual entorno a su prolí co pensamiento. A todo esto, a mi punto de vista, cabe agregar, la impor- tancia de conocer profundamente a Marx para entender las contradicciones que resaltan tras el análisis del enmarañado capital y sus contradicciones. Y qué me- jor que este libro centrado en mostrar precisamente un panorama de las lecturas actuales de Marx y su pensamiento.

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Marx en París

París, capital del mundo nuevo
París es una “monstruosa maravilla, conjunto estupefaciente de movimientos, máquinas y pensamiento, la ciudad de las cien mil novelas, la cabeza del mundo” [1]. Así describía Balzac, en unos de sus cuentos, el efecto que la capital francesa producía sobre todos los que no la conocían a fondo. Durante los años anteriores a la revolución de 1848, la ciudad estaba habitada por artesanos y obreros en continua agitación política, por colonias de exiliados, revolucionarios, escritores y artistas de muchos países y el fermento social que la atravesaba había adquirido una intensidad que se puede encontrar en pocos otros períodos históricos [2]. Mujeres y hombres, con las más diferentes dotes intelectuales, publicaron libros, revistas y periódicos, escribieron poesías, hablaron en las asambleas, se dedicaron a interminables discusiones en los cafés, por las calles, en los banquetes públicos, vivieron en el mismo lugar influenciándose recíprocamente [3].

Bakunin había decidido de ir más allá del Rhin para encontrarse “de golpe en medio a esos nuevos elementos que en Alemania ni siquiera nacieron aún. [El primero de los cuales es] la difusión del pensamiento político en todos los estratos de la sociedad” [4]. Von Stein sostuvo que “en el pueblo mismo había comenzado una vida propia que creaba nuevas asociaciones, que pensaba nuevas revoluciones” [5]. Ruge afirmó “en París viviremos nuestras victorias y nuestras derrotas” [6].

Era, en pocas palabras, el lugar donde había que estar en ese preciso momento histórico. El mismo Balzac afirmaba que “las calles de París tienen cualidades humanas e imprimen en nosotros con su fisionomía ciertas ideas de las que no podemos defendernos”[7]. Muchas de estas ideas impresionaron también a Karl Marx que, a los veinticinco años, había ido allí en octubre de 1843 [8]; ellas marcaron profundamente su evolución intelectual que, precisamente durante su estancia en París, maduró decisivamente.

La disponibilidad teórica con la que llegó a la ciudad [9], después de la experiencia periodística en la “Rheinische Zeitung” [10] y del abandono del horizonte conceptual del Estado racional hegeliano y del radicalismo democrático que había adoptado, fue sacudida por la visión concreta del proletariado. La incertidumbre generada por la atmósfera problemática de la época, que veía consolidarse rápidamente una nueva realidad económico-social, se disolvió al contacto, tanto en el plano teórico como en el de la experiencia vivida,con la clase trabajadora parisina y con sus condiciones de trabajo y de vida.

El descubrimiento del proletariado y, por su intermedio, de la revolución, la adhesión, aunque aún en forma indeterminada y semiutópica, al comunismo, la crítica de la filosofía especulativo de Hegel y de la Izquierda hegeliana, el primer esbozo de la concepción materialista de la historia y el comienzo de la crítica de la economía política, forman el conjunto de los temas fundamentales que Marx fue madurando durante este período.

Las notas siguientes, que dejan expresamente de lado la interpretación crítica de su célebre escrito juvenil, los llamados [Manuscritos económico-filosóficos] [11], redactados durante su permanencia en París, privilegian el fondo de las cuestiones filológicas que a él se refieren.

La llegada a la economía política
Durante su colaboración con la “Rheinische Zeitung”, Marx ya había tratado algunas cuestiones económicas aunque siempre desde el punto de vista jurídico y político[12]. Sucesivamente, en ls reflexiones que desarrolló en Kreuznach en 1843 y de las cuales surgió el manuscrito [ Sobre la crítica a la filosofía hegeliana del Derecho], al concebir a la sociedad civil como base real del Estado político, llegó a la primera formulación sobre la importancia del factor económico en las relaciones sociales [13]. Sin embargo fue solamente en París, impulsado por las contradicciones del derecho y de la política, insolubles en su propio ámbito, o sea por la incapacidad que ambas habían demostrado de dar soluciones a los problemas reales, e impresionado de modo decisivo por las consideraciones contenidas en los Lineamientos de una crítica de la economía política, uno de los dos artículos de Engels publicados en el primer y único volumen de los “Deutsch-französische Jahrbücher”, donde comenzó un “estudio crítico escrupuloso de la economía política” [14]. Desde ese momento, sus investigaciones, de carácter preeminentemente filosófico, político e histórico, se orientaron hacia esta nueva disciplina que se convirtió en el centro de sus investigaciones y preocupaciones científicas, delimitando un nuevo horizonte que jamás abandonará [15].

Bajo la influencia de La esencia del dinero de Hess y de las transposición que éste hacía del concepto de alienación del plano especulativo al económico-social, la primera fase de estos análisis se concentró en la crítica de la mediación económica del dinero, obstáculo a la realización de la esencia del hombre. En la polémica contra Bruno Bauer Sobre la cuestión judía Marx considera a esta última como un problema social que representa la presuposición filosófica e histórico-social de toda la civilización capitalista. El judío es la metáfora y la vanguardia histórica de las relaciones que ella produce y su figura mundana se convierte en sinónimo de capitalista tout court [16].

Inmediatamente después Marx inaugura el nuevo campo de estudios con una gran mole de lecturas y notas críticas que alternaba, como se demuestra mejor a continuación, en los manuscritos y en los cuadernos de extractos y anotaciones que solía compilar sobre los textos que leía. El hilo conductor de su trabajo es la necesidad de develar y desmentir la mayor mistificación de la economía política: las tesis según las cuales sus categorías son válidas en todo tiempo y en todo lugar. Marx fue impresionado profundamente por esta ceguera y falta de sentido histórico de los economistas que, en realidad, trataban así de disimular y justificar la inhumanidad de las condiciones económica de ese tiempo en nombre de su carácter natural. Al comentar un texto de Say, observa que “la propiedad privada es un hecho cuya constitución no pertenece a la economía política pero que constituye su fundamento. (…) Toda la economía política se basa pues sobre un hecho que carece de necesidad” [17]. Marx formula análogas observaciones en los [Manuscritos económico-filosóficos] en los cuales subraya que “la economía política parte del hecho de la propiedad privada. Pero no nos la explica” [18], “da por supuesto en forma de hecho, de acontecimiento, lo que debe deducir” [19].

La economía política considera, por eso, el régimen de propiedad privada, el modo de producción que lo acompaña y las categorías económicas correspondientes, como inmutables y eternamente duraderas. El hombre de la sociedad burguesa aparece como el hombre natural. En resumen, “cuando se habla de la propiedad privada se cree tener que tratar con una cosa externa al hombre” [20], comenta Marx, cuyo rechazo de esta ontología del intercambio no podría ser más neto.

Por el contrario, apoyado en diversos y profundos estudios históricos que le habían dado una primera clave de lectura sobre la evolución temporal de las estructuras sociales [21] y haciendo suyas las que consideraba mejores intuiciones de Proudhon, en particular su crítica contra la idea de propiedad como derecho natural [22], Marx ya había aprehendido el conocimiento central sobre la provisoriedad histórica. Los economistas burgueses habían presentado las leyes del modo de producción capitalista como si fuesen leyes eternas de la sociedad humana. Marx, en cambio, poniendo como exclusivo y diferenciado objeto de investigación la naturaleza específica de las relaciones de su tiempo,”la realidad lacerada de la industria” [23], subrayó la transitoriedad de la misma, su carácter de fase históricamente producida y emprendió la investigación de las contradicciones que el capitalismo produce y que llevan a su superación.

Este diferente modo de entender las relaciones sociales determinaría importantes consecuencias, la más significativa de las cuales es, sin duda, la relativa al concepto de trabajo alienado. Contrariamente a los economistas, así como al mismo Hegel [24],que lo concebían como una condición natural e inmutable de la sociedad, Marx empezó un recorrido que lo llevaría a rechazar la dimensión antropológica de la alienación sustituyéndola por una concepción con base histórico-social que remitía el fenómeno a una determinada estructura de las relaciones productivas y sociales[25], el enajenamiento humano en las condiciones del trabajo industrial.

Las notas que acompañan los extractos de James Mill, evidencian “como la economía política establece la forma enajenada de las relaciones sociales (die entfremdete Form des geselligen Verkehrs) como la forma esencial y originaria y correspondiente al destino humano” [26]. Lejos de ser una condición constante de la objetivación, de la producción del obrero, el trabajo alienado es para Marx, por el contrario, la expresión de la socialidad del trabajo dentro de los límites del orden actual, de la división del trabajo que considera al hombre “un torno, una herramienta (…) y lo transforma en un aborto espiritual y físico” [27].

En la actividad laboral se afirma la peculiaridad del individuo, la actuación de una imprescindible necesidad suya; sin embargo “esta realización del trabajo aparece en la fase de la economía privada como una anulación del obrero (Entwirklichung des Arbeiters) [28]. El trabajo sería afirmación humana, liberación creadora, “pero en las condiciones de la propiedad privada mi individualidad está a tal punto alienada que esta actividad me es odiosa, es para mí un tormento y sólo la apariencia de una actividad y es por lo tanto solamente una actividad exigida a la fuerza (erzwungene Thägkeit) y que me es impuesta sólo por una accidental necesidad exterior” [29].

Marx llegó a estas conclusiones recogiendo las teorías válidas de la ciencia económica, criticándoles los elementos constitutivos e invirtiendo los resultados de las mismas [30]. Eso fue posible mediante un esfuerzo intensísimo y sin tregua. El Marx de París es un hombre famélico de lecturas a las que dedica día y noche. Es un Marx lleno de entusiasmos y de proyectos, que traza planes de trabajo tan grandes que jamás podrá terminar, que estudia cada documento relativo a las cuestiones que examina para después ser absorbido por el progreso rapidísimo de su conocimiento y por las mutaciones de los intereses que lo trasladan, puntualmente, hacia nuevos horizontes, ulteriores propuestas y nuevamente otras investigaciones [31].

Sur la rive gauche de la Seine planifica una crítica de la filosofía del derecho de Hegel, realiza estudios sobre la revolución francesa para escribir una historia de la Convención, proyecta una crítica de las doctrinas socialistas y comunistas existentes [32]. Después se lanza a un furioso estudio de la economía política que, de improviso y acuciado por la prioridad de despejar definitivamente el terreno alemán de la crítica trascendente de Bauer y sus socios, interrumpe para escribir su primer obra: La sagrada familia. Y después, nuevamente, otros cien propósitos: si había que hacer una crítica, ésta pasaba por su cabeza y por su pluma. Sin embargo, el joven más prolífico del movimiento de la izquierda hegeliana era también el que había publicado menos que tantos otros. Lo incompleto, que caracterizará toda su obra, aparece ya en los trabajos de su año parisino. Su escrupulosidad tenía mucho de increible: se negaba a escribir una frase si no conseguía demostrarla de diez modos diferentes [33]. El convencimiento de la insuficiencia de sus informaciones y de la inmadurez de sus evaluaciones le impedía publicar gran parte de los trabajos a los que se había dedicado y que, por eso, quedaban fragmentarios y apenas esbozados. Sus apuntes, por lo tanto, son preciosísimos. Miden la amplitud de sus investigaciones, contienen algunas de sus reflexiones y deben ser valorados como parte integrante de su obra. Eso vale también para el período parisino durante el cual, tanto los manuscritos como las notas de lectura, atestiguan el lazo estrecho e inescindible que existe entre los escritos y los apuntes [34].

Manuscritos y cuadernos de extractos: los papeles de 1844
A pesar de estar incompletos y de la forma fragmentaria que los distingue, los [Manuscritos económico-filosóficos] de 1844 casi siempre han sido leídos prestando escasa atención a los problemas filológicos que los caracterizan, los cuales han sido ignorados o considerados poco importantes [35]. Los manuscritos fueron publicados íntegramente, por primera vez, sólo en 1932 y además en dos ediciones diferentes. En la colección dirigida por los estudiosos socialdemócratas Landshut y Mayer, titulada Der historische Materialismus, aparecieron bajo el título “Nationalökonomie und Philosophie” [36], mientras en la Marx Engels Gesamtausgabe fueron titulados “Okonomisch-philosophische Manuskriptem aus dem Jahre 1844 “ [37]. Además del nombre, ambas publicaciones se distinguían también por el contenido y por el orden de las diversas partes que evidenciaban grandes diferencias. La primera, repleta de errores debido al desciframiento inadecuado del original, no publicó el primer grupo de hojas, el llamado primer manuscrito, y atribuía de modo erróneo directamente a Marx un cuarto manuscrito que en cambio era un resumen del capítulo final de la Fenomenología del Espíritu de Hegel [38]. Sin embargo, se ha tenido muy poco en cuenta que también los editores de la primera MEGA, al darle un nombre, al colocar el prefacio al principio –en realidad se encuentra en el tercer manuscrito- y en la reorganización del conjunto, terminaron por hacer creer que Marx habría tenido, desde el comienzo, la idea de escribir una crítica de la economía política y que todo habría estado dividido originariamente en capítulos [39].

Además, se dio generalmente por sentada la tesis –inexacta- según la cual Marx habría redactado estos textos sólo después de haber leído y compendiado las obras de economía política [40], cuando en realidad el proceso de escritura se hizo alternando entre grupos de manuscritos y extractos [41] y, por el contrario, estos últimos intervalaron toda la producción parisina, desde los ensayos para los “Deutsch-französiche Jahrbücher” hasta La sagrada familia.

A pesar de su evidente forma problemática, de la confusión resultante de las diversas versiones mandadas imprimir y, sobre todo, de la conciencia de la ausencia de gran parte del segundo manuscrito, el más importante y desgraciadamente perdido, ninguno de los intérpretes críticos y responsables de las nuevas ediciones se dedicó a reexaminar los originales, cosa que, sin embargo, por ese texto que tanto pesaba en el debate entre las diferentes interpretaciones críticas de Marx, resultaba tan necesaria.

Escritos entre mayo y agosto, los [Manuscritos económico-filosóficos] no pueden ser considerados una obra, un texto coherente escrito de manera sistemática y preordenada. Todas las muchas interpretaciones que han querido atribuirles el carácter de una orientación concluida, tanto las que revelaban en ellos que el pensamiento marxiano estaba ya completo como las que los indicaban como una concepción definida y opuesta a la de la madurez científica [42], son refutadas por el examen filológico. No homogéneos y muy lejos de presentar una conexión estrecha entre las partes, los manuscritos son, más bien, la expresión evidente de un pensamiento en continuo movimiento [43]. El modo de asimilar y utilizar las lecturas de las cuales éste se nutría es mostrado por el examen de los nueve cuadernos que nos llegaron, los cuales tienen más de 200 páginas de extractos y comentarios [44].

En los cuadernos parisinos se reúnen los rastros del encuentro de Marx con la economía política y del proceso de formación de sus primerísimas elaboraciones sobre la teoría económica. Confrontando estos cuadernos con los escritos del período, publicados o no, surge de modo decisivo la importancia de las lecturas en el desarrollo de sus ideas. Circunscribiendo la lista únicamente a los autores de economía política, Marx redacta extractos de los textos de Say, Schüz, List, Osiander, Smith, Skarbek, Ricardo, James Mill, MacCulloch, Prevost, Destutt de Tracy, Buret, de Boisguillebert, Law y Lauderdale [45]. Además, en los [Manuscritos económico-filosóficos], en los artículos y en la correspondencia del tiempo, aparecen referencias a Proudhon, Schulz, Pecquet, Loudon, Sismondi, Ganihl, Chevalier, Malthus, de Pompery y Bentham.

Marx escribió los primeros extractos del Traité d’ économie politique de Say, del cual transcribió partes enteras, mientras iba asimilando conocimientos elementales de economía. La única anotación es posterior y se concentra del lado derecho de la hoja, destinado, como solía, a esta función. También los compendios de Smith, cronológicamente sucesivos, tuvieron el análogo objetivo de lograr adquisiciones básicas de las nociones económicas. De hecho, aunque sean más extensos, no presentan casi ningún comentario. A pesar de eso, el pensamiento de Marx resulta claro de su mismo montaje de los trechos y, como sucede a menudo en otras partes, de su modo de contraponer entre sí tesis divergentes de diversos economistas. Un carácter diferente tienen en cambio los de Ricardo, en los cuales aparecen sus primeras observaciones. Estas se concentraron sobre los conceptos de valor y precio, concebidos aún como perfectamente idénticos. Esta igualdad entre los valores de las mercancías y los precios reside en la concepción inicial de Marx que otorgaba realidad sólo al valor de cambio producido por la competencia, relegando el precio natural al reino de la abstracción, como una pura quimera. Al avanzar los estudios, estas notas críticas ya no son esporádicas sino que se intercalan en los resúmenes de las obras, aumentando, con el avance del conocimiento, de autor en autor. Frases aisladas, después consideraciones más extensas hasta que, habiéndose concentrado, mediante los Éléments d’ économie politique de James Mill, en la crítica de la intermediación del dinero como dominio completo de la cosa enajenada sobre el hombre, la relación se invierte y ya no son sus textos los que interrumpen los extractos sino que sucede exactamente lo opuesto.

Por último, para demostrar una vez más la importancia de los extractos, nos parece útil señalar la utilización de estas notas, sea cuando fueron redactadas, sea sucesivamente. Parte de ellas fueron publicadas, en 1844, en el “Vorwärts!”, el bisemanario de los emigrados alemanes en París, para contribuir a la formación intelectual de los lectores [46]. Sobre todo, dado que eran tan exhaustivas, fueron después utilizadas por Marx, que tenía la costumbre de releer sus apuntes tiempo después [47], en los manuscritos económicos de 1857-58, mejor conocidos como los [Grundrisse], en los de 1861-63 y en el primer libro de El Capital [48].

En conclusión, Marx desarrolló sus pensamientos tanto en los [Manuscritos económico-filosóficos] como en los cuadernos de extractos de lecturas. Los manuscritos están llenos de citas, el primero es casi una recolección de ellas, y los cuadernos de compendios, aunque mayormente centrados sobre los textos que leía, están acompañados por sus comentarios. El contenido de ambos, así la modalidad de escritura –caracterizada por la división de las hojas en columnas- la numeración de las páginas y el momento de la redacción confirman que los [Manuscritos económico-filosóficos] no son una obra separada [49] sino una parte de su producción crítica que en este período estuvo compuesta por los extractos de los textos que estudiaba, por las reflexiones críticas sobre ellos y por elaboraciones que, impulsivamente o de modo más razonado, ponía en el papel. Separar estos manuscritos del resto, extrapolarlos de su contexto, puede por lo tanto llevar a un error interpretativo.

El solo hecho de lo complejo de estas notas, junto con la reconstrucción histórica de su maduración, muestran realmente el itinerario y la complejidad de su pensamiento crítico durante el intensísimo año de trabajo parisino [50].

Crítica de la filosofía y crítica de la política
El ambiente que circundó el avance de las ideas de Marx y la influencia que sobre él ejerció, en el plano teórico y práctico, merece una breve reflexión más. El mismo se caracterizaba por una profunda transformación económica-social y, en primer lugar, por la gran expansión proletaria. Con el descubrimiento del proletariado Marx pudo descomponer, en términos de clase, la noción hegeliana de sociedad civil. Además, asumió la comprensión de que el proletariado era una clase nueva, diversa de los pobres, ya que su miseria derivaba de sus condiciones de trabajo mismas. Se trataba de la demostración de una de las principales contradicciones de la sociedad burguesa: “el obrero se empobrece tanto más cuanto mayor es la riqueza que produce, cuanto más su producción crece en potencia y en extensión” [51].

La rebelión de los tejedores de Silesia, que se produjo en junio, dio a Marx una ocasión más para desarrollar su orientación. En las Glosas críticas al margen del artículo “El rey de Prusia y la reforma social. De un prusiano” publicadas en el “Vorwärts!”, mediante la crítica a Ruge y a un artículo precedente del mismo que acusaba a esa lucha de falta de espíritu político, tomó distancia de la concepción hegeliana que veía en el Estado el único representante del interés general y que relegaba todo movimiento de la sociedad civil al ámbito de la parcialidad y de la esfera privada [52]. Al contrario, para Marx, “una revolución social se encuentra desde el punto de vista de la totalidad” [53] y, bajo el impulso de este acontecimiento de considerable y explícito carácter revolucionario, él destacó el error de cuantos buscaban la base de los problemas sociales “no ya en la esencia del Estado sino en una determinada forma de Estado” [54].

De un modo más general repudió la reforma de la sociedad, objetivo de las doctrinas socialistas, la igualdad del salario y una nueva organización del trabajo en el marco del régimen capitalista como propuestas de quien todavía está prisionero de lo que combate (Proudhon) y de quien, sobre todo, no comprendía la verdadera relación que existía entre la propiedad privada y el trabajo alienado. En efecto, “aunque la propiedad privada parece ser el fundamento, la causa del trabajo alienado (entäusserten Arbeit) ella es más bien la consecuencia” [55], “ la propiedad privada es el producto, el resultado, la consecuencia necesaria del trabajo alienado (entäusserten Arbeit)”. A las teorías socialistas Marx les opuso un proyecto de transformación radical del sistema económico para el cual era “el capital (el) que debe ser suprimido ‘como tal’” [56].

Cuanto más advertirá la cercanía de estas doctrinas a su pensamiento, tanto más se acentuará la crítica a las mismas, reforzada por la necesidad de aclarar los problemas. La elaboración de su concepción lo llevó a una continua confrontación entre las ideas que lo circundaban y los diversos resultados que nacían del avance de sus estudios. El recorrido fulmíneo de su maduración se lo impuso. La misma suerte le tocó a la Izquierda hegeliana. Por el contrario, los juicios sobre sus representantes fueron los más severos ya que representan también la autocrítica sobre su propio pasado. [57] La “Allgemeine Literatur-Zeitung”, el órgano mensual que Bruno Bauer dirigía, afirmaba perentoriamente en sus páginas que “el crítico se abstenga de participar en los dolores o las alegrías de la sociedad (…) sesione majestuosamente en soledad” [58]. Para Marx, en cambio,” la crítica no es una pasión del cerebro, (…)un cuchillo anatómico, es un arma. Su objeto es su enemigo, al cual no quiere refutar sino aniquilar. (…) No se coloca más como fin en sí mismo, sino ya solamente como medio” [59]. Contra el solipsismo de la “crítica crítica” [60], que partía de la concepción abstracta según la cual reconocer una enajenación quería decir haberla ya superada, le había aparecido, de modo claro, que “la fuerza material sólo puede ser abatida por la fuerza material” [61] y que el ser social solamente podía ser cambiado por obra de la praxis humana. Descubrir la condición alienada del hombre, tomar conciencia de la misma, debía significar, al mismo tiempo, obrar en pro de su efectiva supresión. Entre la filosofía encerrada en el aislamiento especulativo, que producía solamente estériles batallas de conceptos, y su crítica, “que está en medio de la batalla” [62], no podía haber una distancia mayor. Era lo que separaba la búsqueda de la libertad de la autoconciencia de la búsqueda de la libertad del trabajo.

Conclusiones
El pensamiento de Marx cumplió durante este año crucial una evolución decisiva. Ya está seguro de que la transformación el mundo es cuestión de praxis “que la filosofía no podía cumplir precisamente porque ella entendía esa tarea solamente como un trabajo teorético” [63]. De la filosofía que no ha alcanzado esta conciencia y que no ha realizado la necesaria modificación transformándose en filosofía de la praxis, Marx se despide de manera definitiva. Su análisis, en adelante, no parte de la categoría de trabajo alieanado sino de la realidad de la miseria obrera. Sus conclusiones no son especulativas sino que están dirigidas a la acción revolucionaria [64].

Su misma concepción política cambia profundamente. Sin adoptar ninguna de las estrechas doctrinas socialistas y comunistas existentes, por el contrario, tomando distancia de ellas, madura la conciencia plena de que son las relaciones económicas las que tejen la red conectiva de la sociedad y que “la religión, la familia, el Estado, el derecho, la moral, la ciencia, el arte, etc, no son sino modos particulares de la producción y caen bajo el dominio de su ley universal” [65]. El Estado ha perdido así la posición prioritaria que detentaba en la filosofía política hegeliana y, absorbido dentro de la sociedad, es concebido como una esfera determinada y no determinante de las relaciones entre los hombres. Según Marx, “sólo la superstición política imagina todavía hoy que la vida civil deba necesariamente ser mantenida unida por el Estado mientras, por el contrario, en la realidad, el Estado es mantenido unido por la sociedad civil” [66].

Su estructura conceptual cambia también radicalmente respecto al sujeto revolucionario. De la referencia inicial a la “humanidad que sufre” [67] Marx llega a la identificación del proletariado. Este es considerado, primeramente, como noción abstracta fundada sobre antítesis diálecticas, “elemento pasivo” [68] de la teoría, para convertirse después, sobre la base de un primer análisis económico-social, en el elemento activo de su propia liberación, en la única clase dotada de pòtencialidad revolucionaria existente en el orden social capitalista.

Por último, la crítica más bien vaga, de la mediación política del Estado y de la económica del dinero, obstáculos a la realización de la esencia en común del hombre de matriz feuerbachiana, es sustituída por la de una relación histórica que comienza a delinear en la producción material la base de todo análisis y transformación del presente: “En la relación del obrero con la producción está incluida toda la transformación del hombre en siervo (menschliche Knechtschaft) y todas las relaciones de servidumbre no son otra cosa que modificaciones y consecuencias de la primera relación” [69]. Por consiguiente, Marx ya no plantea una genérica reivindicación de emancipación sino la transformación radical del proceso real de producción.

Mientras llega a estas conclusiones, planifica otros trabajos más: después de La sagrada familia continúa los estudios y los resúmenes de economía política, delinea una crítica a Stirner, esboza el “Plan para un escrito sobre el Estado” [70], extiende apuntes sobre Hegel [71], programa escribir una crítica al economista alemán List que realizará poco después [72] . Es imparable. Engels le ruega que lance su material al mundo porque “el tiempo apremia malditamente” [73] y Marx, antes de ser expulsado de París [74], firma con el editor Leske un contrato para la pulbicación de una obra en dos volúmenes que debería tutularse “Crítica de la política y de la economía política” [75]. Sin embargo habrá que esperar 15 años, hasta el 1859, para que una primera parte de su obra, Para la crítica de la economía política, sea publicada.

Los [Manuscritos económico-filosóficos] y los cuadernos de extractos y de anotaciones muestran el sentido de los primeros pasos de esta empresa. Sus escritos están llenos de elementos teóricos derivados de predecesores y contemporáneos. Ninguno de los borradores o de las obras de este período puede ser clasificado en una disciplina específica. No hay escritos puramente filosóficos, ni esencialmente económicos, ni solamente políticos. Lo que deriva de ellos no es un nuevo sistema, un conjunto homogéneo, sino una teoría crítica.

El Marx de 1844 es contemporáneamente la capacidad de combinar las experiencias de las proletarias y de los proletarios de París con los estudios sobre la Revolución francesa, la lectura de Smith con las intuiciones de Proudhon, la rebelión de los tejedores silesianos con la crítica a la concepción hegeliana del Estado, los análisis de Buret [76] sobre la miseria, con el comunismo. Es un Marx que sabe reunir estos diferentes conocimientos y experiencias y que, tejiendo el lazo entre ellos, da vida a una teoría revolucionaria.

Su pensamiento, en particular las observaciones económicas que comienzan a desarrollarse durante la estadía parisina, no son el fruto de una iluminación improvisa sino el resultado de un proceso. La hagiografía marxista-leninista, que durante tanto tiempo dominó en el pasado, presentándolo con una improponible inmediatez y preordenando un resultado final instrumental, ha trastornado el camino del conocimiento, representando la más pobre reflexión. Se trata, en cambio, de reconstruir la génesis, las deudas intelectuales y las conquistas de los trabajos de Marx evidenciando la complejidad y la riqueza de una obra que aún hoy interpela a todos los pensamientos críticos sobre el presente.

Apendice: Tabla cronologica de los cuaderni de extractos y manuscritos redactados por Marx en Paris
La cronología comprende todos los cuadernos de estudio (por consiguiente hemos excluido el [Notizbuch aus den Jehren 1844-47], publicado en MEGA² IV/3, pp. 5-30, que sin embargo contiene las importantísimas [Tesi sobre Feuerbach]) redactadas por Marx durante su estadía parisina de 1843-5. Dado que la fecha de redacción de los cuadernos a menudo es incierta, en muchos casos hemos debido indicar el arco de tempo en que se supone han sido escritos y el orden cronológico ha sido dispuesto sobre la base del término inicial del mismo. Además, Marx no redactó los cuadernos uno tras otro sino que a veces los compiló alternando la escritura. (v. B 19 e B 24). Por lo tanto hemos preferido ordenar el material en base a las diferentes partes de los cuadernos. Los que contienen los llamados [Manuscritosi económico-filosóficos] del 1844 (A 7, A 8 e A 9) indican directamente que el autor es Marx e incluyen entre corchetes los títulos de los parágrafos que no fueron elegidos por él y que le fueron atribuidos por los editores del texto. Por último cuando sobre los autores nombrados en la cuarta columna (Características de los cuadernos) no se especifican los títulos de las obras que Marx cita, ellos corresponden siempre a los ya mencionados en la segunda columna (Contenido de los cuadernos). Con la excepción de MH, conservado en el Rossiiskii gosudarstvennyi arkhiv sotsial’no-politicheskoi istorii (RGASPI) de Moscú, todos los cuadernos de este período están custodiados en el Internationaal Instituut voor Sociale Geschiedenis (IISG) de Amsterdam, con las siglas indicadas en la tercera columna (Nachlaß).

PERIODO DE REDACCION CONTENIDO DE LOS CUADERNOS NACHLAß CARACTERISTICAS DE LOS CUADERNOS

Entre fines del 1843 y el inicio del 1844

 

R. Levasseur, Mémoires MH Los extractos aparecen en páginas divididas en dos columnas.

Entre fines del 1843 y el inicio del 1844

 

J. B. Say, Traité d’economie politique B 19 El cuaderno, de gran formato, comprende páginas con extractos divididos en dos columnas: en la de la sinistra del Traité di Say y en la de la destra (redactada después de B 24) de Skarbek y del Cours complet de Say.
Entre fines del 1843 y el inicio del 1844 C. W. C. Schüz, Grundsätze der National- Ökonomie B 24 Cuaderno de gran formato con páginas divididas en dos columnas.
Entre fines del 1843 y el inicio del 1844 F. List, Das nationale System der politischen Ökonomie B 24
Entre fines del 1843 y el inicio del 1844 H. F. Osiander, Enttäuschung des Publikums über die Interessen des Handels, der Industrie und der Landwirtschaft B 24
Entre fines del 1843 y el inicio del 1844 H. F. Osiander, Über den Handelsverkehr der Völker B 24
Primavera del 1844 F. Skarbek, Theorie des richesses sociales B 19
Primavera del 1844 J. B. Say, Cours complet d’economie politique pratique B 19
Mayo-junio del 1844 A. Smith, Recherches sur la nature et les causes de la richesse des nations B 20 Cuaderno de pequeño formato, con empaginación normal.
Fines de mayo-junio del 1844 K. Marx, Arbeitslohn; Gewinn des Capitals; Grundrente; [Entfremdete Arbeit und Privateigentum] A 7 Cuaderno de gran formato con páginas divididas en tres y en dos columnas. El texto comprende citas de Say, Smith, de la Die Bewegung der Production de Schulz, de la Théorie nouvelle d’économie sociale et politique de Pecqueur, de la Solution du problème de la population et de la substance di Loudon y de Buret.
Junio-julio del 1844 J. R. MacCulloch, Discours sur l’origine, les progrès, les objets particuliers, et l’importance de l’économie politique B 21 Cuaderno di pequeño formato, con páginas divididas en dos columnas, con excepción de la página 11 que contiene un prospecto del articolo de Engels.
Junio-julio del 1844 G. Prevost, Reflections du traducteur sur le système de Ricardo B 21
Junio-julio del 1844 F. Engels, Umrisse zu einer Kritik der National-ökonomie B 21
Junio-julio del 1844 A. L. C. Destutt de Tracy, Elémens d’Idéologie B 21
A más tardar, juglio del 1844 K. Marx, [Das Verhältnis des Privateigentums] A 8 Texto escrito en folios de gran formato divididos en dos columnas.
Entre julio y agosto del 1844 G. W. F., Hegel, Phänomenologie des Geistes A 9 (Hegel) Folo cosido posteriormente en el interior de A 9.
Agosto 1844 K. Marx, [Privateigentum und Arbeit]; [Privateigentum und Kommunismus];[Kritik der Hegelschen Dialektik und Philosophie überhaupt]; [Privateigentum und Bedürfnisse]; [Zusätze]; [Teilung der Arbeit]; [Vorrede]; [Geld]. A 9 Cuaderno di gran formato. El texto comprende citas de la Das entdeckte Christentum de Bauer, de Smith, Destutt de Tracy, Skarbek, J. Mill, del Fausto de Goethe, del Timon de Atenas de Shakespeare, así como de varios artículos de Bauer publicados en la «Allgemeine Literatur-Zeitung». Hay además referencias indirectas a Engels, Say, Ricardo, Quesnay, Proudhon, Cabet, Villegardelle, Owen, Hess, Lauderdale, Malthus, Chevalier, Strauss, Feuerbach, Hegel e Weitling.
Setiembre del 1844 D. Ricardo, Des principes de l’économie politique et de l’impôt B 23 Cuaderno de gran formato con páginas divididas en dos, y raramente, en tres columnas. Las primeras dos páginas, con extractos de Xenofonte, no están divididas en columnas.
Setiembre del 1844 J. Mill, Eléments d’économie politique B 23
Entre el verano del 1844 y enero del 1845 E. Buret, De la misère des classes laborieuses en Angleterre et en France B 25 Cuaderno de pequeñ formato con empaginación normal.
Entre la mitad de setiembre de 1844 y enero de 1845 P. de Boisguillebert, Le détail de la France B 26 Cuaderno de gran formato con extractos de Boisguillebert. Empaginación normal salvo en pocas páginas divididas en dos columnas.
Entre la mitad de setiembre de 1844 y enero del 1845 P. de Boisguillebert, Dissertation sur la nature des richesses, de l’argent et des tributs B 26
Entre la mitad de setiembre de 1844 y enero de 1845 P. de Boisguillebert, Traité de la nature, culture, commerce et intérêt des grains B 26
Entre la mitad de setiembre de 1844 y enero de 1845 J. Law, Consideration sur le numéraire et le commerce B 26
Entre la mitad de setiembre de 1844 y enero 1845 J. Lauderdale, Recherches sur la nature et l’origine de la richesse pubblique B 22 Cuaderno de gran formato con páginas divididas en dos columnas.

Traducción de Guillermo Almeyra

References
1. Honoré de Balzac, La Comedia Humana
2. Cons. El “Rapporto informativo de la polizia tedesca di Magonza” en Hans Magnus Enzensberger (comp.), Colloqui con Marx ed Engels, Einaudi, Turín, 1977, p. 30.
3. Cons.Isaiah Berlin, Karl Marx,La Nuova Italia, Florencia 1994, p. 90.
4. Mijail Bakunin, Ein Briefwechsel von 1843, MEGA², I/2, Dietz Vrlag, Berlín 1982, p. 482.
5. Lorenz von SteinDer Sozialismus un Communismus des heutigen Frankreichs. Ein Beitrag zur Zeitgeschichte, Otto Wigand Verlag, Leipzig 1848, p.509.
6. Arnold Ruge, Zweig Jahre in Paris. Etudien und erinnerungen, Zentralantiquariat der Ddr, Leipzig, 1975, p. 59
7. Honoré de Balzac, La comedia humana.
8. Para la biografía intelectual de la estadía parisina de Marx véanse, entre los diversos estudios disponibles, Auguste Cornu,Karl Marx et Friedrich Engels. III. Marx à Paris, PUF, París 1962; Jacques Grandjonc , Studien zu Marx erstem Paris-Aufenthal und zur Entstehung der “Deutschen Ideologie”, Schriften aus dem Karl Marx Haus, n.43, Trier 1990, pp.163-212 y el más reciente Jean-Louis Lacascade, Les métamorphoses du jeune Marx, PUF, París 2002, pp. 129-162.
9. “Cada uno deberá confesarse a sí mismo no solamente que se ha manifestado una anarquía general entre los reformadores sino también de que él mismo no tiene una visión exacta de lo que se debe hacer”, en Karl Marx, Ein Briefwechsel von 1843,MEGA² I/2, op. cit. p.486.
10. La “Rheinische Zeitung für Politik, Handel un Gewerbe” apareció como cotidiano en Colonia desde el 1º de enero de 1842 hasta el 31 de marzo de 1843. Marx escribió en ella su primer artículo el 5 de mayo de 1842 y desde el 15 de octubre de 1842 hasta el 17 de marzo de 1843 fue su jefe de redacción.
11. En este ensayo los manuscritos incompletos de Marx, publicados por editores sucesivos, están inscritos entre corchetes. Karl Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte, MEGA² I/2, op.cit. pp. 323-438.
12. Cons.Karl Marx, Verhandslungen des 6 Rheinischen Landtags.Dritter Artikel: Debatten über das Holzdiebstahlsgesetz y Rechfertigung des Korrespondenten von der Mosel, MEGA² I/1, Dietz Verlag, Berlín 1975, pp.199-236 y 296-323. Sobre este punto cons. Louis Althuser, Per Marx, Editori Riuniti, Roma 1970 (1967), p. 135 (Hay ediciones españolas, como Por Marx Ediciones Revolucionarias, La Habana, 1966); Walter Tuchscheerer, Prima del “Capitale”, La Nuova Italia, Florencia 1980, p. 30.
13. “ El Estado político no puede existir sin la base natural de la familia y la base artificial de la sociedad civil, que son su conditio sine que non”, Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie, MEGA² I/2 op.cit.p.9; “La familia y la sociedad civil son las condiciones básicas del Estado, son propiamente los activos. Pero en la especulación aparece lo contrario”, id. p.8. Precisamente aquí, por consiguiente, reside el error de Hegels que pretende que “el Estado político no esté determinado por la sociedad civil sino que, inversamente, la determine”, ivi p.100. Ver al respecto Walter Tuscheerer, op.cit. 49.
14. Cons.Maximilien Rubel , Introduction à Karl MarxŒuvres.Economie II Gallimard, París 1968, pp. LIV-LV, que coloca en ese preciso momento el origen de la larga pesadilla de toda la vida de Marx, la obsesión teórica que no lo abandonará nunca más: la crítica de la economía política..
15. Cons.Walter Tuchscheerer, op.cit. p.56.
16. Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos, Breviarios, Fondo de Cultura bEconómica, México, 1964.
17. Ivi , p.364.
18. Ivi , p.374.
19. Cons. Maximilien Rubel, Karl Marx, Colibrí, Milán 2001, p. 78. (Hay edición castellana en Paidós, Buenos Aires, 1970).
20. Pierre Joseph Proudhon, Che cos’è la proprietà, Zero in Condotta, Milán 2000, pp.51 ss. (Hay ediciones castellanas de Qué es la propiedad).
21. Karl Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte, MEGA² I/2, op.cit. p.384.
22. Cons. Gyorgy Lukacs, Il giovane Hegel e i problemi della società capitalistica, Einaudi, Turín, 1975 (1960), pp.748 ss. y Jean Hyppolite, Saggi su Marx e Hegel, Bompiani, Milán, 1965, pp.97 ss.
23. Cons. Ernest Mandel, La formazione del pensiero economico di Karl Marx, Laterza, Bari 1970, pp 180-181.(Hay ediciones casdtellanas de La formación del pensamiento económico de Kart Marx, como la de Siglo XXI, México, 1968).
24. Karl Marx, Excerpte aus James Mill. Éléments d’économie politique, MEGA² IV/2, op.cit. p.453.
25. Ivi, p.456.
26. Karl Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte, MEGA² I/2, op.cit., p.365.
27. Karl Marx, Exzerpte aus James Mill. Éléments d’ économie politique, MEGA² IV/2, op.cit.p.466.
28. Cons. Walter Tuchscheerer, op.cit. pop.1423, 154-155.
29. Al respecto, remitimos al testimonio de Arnold Ruge: “Lee mucho, trabaja con intensidad no común (…) pero no termina nada, deja todo por la mitad para zambullirse cada vez de cabeza en un infinito mar de libros”, trabaja “casi hasta enfermarse, sin acostarse durante tres o cuatro noches seguidas”, carta de A. Ruge a L. Feuerbach del 15 de mayo de 1844, en Hans Magnus Enzensberger (comp.), Colloqui con Marx ed Engels, op.cit. p.22; “Si Marx no se mata él solo con el desorden, la soberbia y el trabajo desesperadísimo, y si la extravagancia comunista no le borra toda sensibilidad por la simplicidad y la nobleza de la forma, de sus infinitas lecturas e incluso de su dialéctica sin conciencia se puede esperar algo (…) Quiere siempre escribir sobre las cosas que apenas ha terminado de leer, pero después recomienza a leer y a tomar apuntes. Sin embargo pienso que, tarde o temprano, conseguirá terminar una obra larguísima y abstrusísima en la que volcará a granel todo el material que ha acumulado” en A. Ruge a M.Duncker, 29 de agosto de 1844, ivi, p. 28. Cons. A este respecto Mario Rossi Da Hegel a Marx. III. La scuola hegeliana. Il giovane Marx, Felktrinelli, Milán 1974 (1963), pp. 152 y 211.
30. Cons. carta de A.Ruge a M.Duncker del 29 de agosto de 1844 en Hans Magnus Enzensberger (comp.), op. cit. p.28.
31. Cons.el testimonio de Paul Lafargue que reproduce los que contaba Engels sobre el otoño de 1844: “Engels y Marx adquirieron la costumbre de trabajar juntos. Engels, que sin embargo era de una precisión extrema, más de una vez perdió la paciencia ante la escrupulosidad de Marx, que se negaba a escribir una frase si no podía probarla de diez modos diferentes” en Hans Magnus Enzensberger (comp.), op.cit. p.28.
32. Cons. El testimonio de Heinrich Bürgers: “En ese período la severa autocrítica que acostumbraba ejercitar sobre sí mismo le impidió realizar la obra mayor”, ivi, p.41.
33. Sobre esta complicada relación cons. David Riazanov, Einleitung, en MEGA I/12, Marx-Engels-Verlag, Berlín 1929, p. XIX, quien fue el primero en señalar la gran dificultad que existe para definir un confín preciso entre los simples cuadernos de extractos y los que, en cambio, deben ser considerados propiamente trabajos preparatorios.
34. Cons. Jürgen Rojahn, Il caso dei cosidetti “manoscritti economico-fikosofici del anno 1844”en “Passato e presente” n.3 (1983), p.42.
35. Karl Marx, Der historische Materialismus. Die Frübschriften, (editores Sziegfried Landshut y Jacob Peter Mayer), Alfred Kröner Verlag Leipzing 1932, pp. 283-375. Una nueva edición, esta vez compilada solamente por Landshut, apareció en 1953; para la última reedición cons. Karl Marx, Die Frübschriften, Alfred Kröner Verlag, Stuttgart 2004.
36. Karl Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte aus dem Jahre 1844, MEGA I/3, Marx-Engels-Verlag, Berlín 1932, pp. 29-172.
37. Estas páginas, que atestiguan la dificultad de la clasificación, aparecen en la MEGA² tanto en la primera sección, que contiene las obras y los borradores, como en la cuarta, que recoge los extractos. Cons. Karl Marx, MEGA² I/”, op. cit., pp. 439-444; Karl Marx, MEGA² IV/2, op. cit. pp. 493-500.
38. Cons. Jürgen Rojahn, Il caso dei cosidetti”manoscritti economico-filosofici dell’anno 1844”, op.cit., p.43; Jürgen Rojahn, The emergence of a theory: the importance of Marx’s notebooks exemplified by those from 1844, en “Rethinking Marxism”, vol. 14, n.4 (2002) p.33.
39. Cons. David McLellan, Marx prima del marxismo, Einaudi, Turín 1974, p. 189.
40. Cons. Nikolai Lapin, Der junge Marx, Dietz Verlag, Berlín, 1974, pp. 304 ss.
41. Sin pretender de ningún modo presentar el infinito debate sobre este escrito de Marx, circunstanciamos la referencia a dos entre los más importantes trabajos que avanzan estas posiciones. A la primera orientación pertenecen Landshut y Meyer que fueron los primeros que han leído “en cierto sentido la obra más central de Marx (…) [que] forma el punto nodal de todo su desarrollo conceptual” y “en su núcleo anticipa ya El Capital”, cons. Karl Marx, Der historische Materialismus. Die Frübschriften, op. cit., pp. XIII y V. A la segunda, en cambio, se inscribe la célebre tesis de coupure épistémologique de Althusser, cons. Louis Althusser, Per Marx, op. cit., pp. 15 ss.
42. Cons.Emile Botticelli, Présentation a Karl Marx, Manuscrits de 1844, Ediutions Sociales, París 1962, pp. XXXVII-XL; Ernest Mandel, La formazione del pensiero economico di Karl Marx, Laterza, bari 1970 (1969), p. 175.
43. Están contenidos en Karl Marx, MEGA² IV/2, op. cit., pp. 279-579 y Karl Marx, MEGA² IV/3, Akademie Verlag, Berlín 1998, pp. 31-110.
44. En ese período Marx lee a los economistas ingleses todavía en traducciones francesas. Para una descripción de los originales de los cuadernos cons. Jürgen Rojahn, Il caso dei cosidetti “manoscritti economico-filosofici dell’ anno 1844” op. cit., pp.52-56.
45. Cons. Jacques Grandjonc, Marx et les communistes allemands à Paris 1844, Maspéro, París, pp. 61-62 y véase también la carta de K.Marx a H. Börnstein, escrita a más tardar en noviembre de 1844, MEGA² III/I, Diez Verlag, Berlín 1975, p.248.
46. Cons. las memorias de Paul Lafargue en las cuales recuerda que Marx “tenía la costumbre de releer después de varios años sus libretas y los trechos marcados en sus libros” en Hans Magnus Enzensberger (editor), Colloqui con Marx ed Engels, op. cit., p. 244.
47. Cons. Friedrich Engels, Zur vierten Auflage, MEGA² II/10, Dietz Verlag, Berlín 1991, p. 23. Al respecto cons. También Karl Marx, MEGA² IV/3, op. cit. , pp. 613-640 y Maximilien Rubel, Les premières lectures économiques de Karl Marx (II), en “Études de marxologie”, n.2 (1959), pp. 67 ss.
48. “No existe nada en que apoyarse para establecer que los manuscritos forman un conjunto en sí mismo”, en Jürgen Rojahn, Il caso dei considetti “manoscritti economico-filosofici dell’anno 1844”, op. cit. p. 57.
49. Cons. Jürgen Rojahn, The emergence of a theory:the importance of Marx’s notebooks exemplified by those from 1844, op. cit., p. 45.
50. Karl Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte. MEGA² I/2, op.cit., p. 364.
51. Cons. Michael Löwy, Il giovane Marx, Massari Editore, Bolsena (VT) 2001, p. 57.
52. Karl Marx, Kritische Randglossen zu dem Artikel “Der König von Preußen und die Sozialreform. Von einem Preuß en”, MEGA² I/2, op. it. P. 462.
53. Ivi , p. 455.
54. Karl Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte, MEGA² I/2, op. cit., pp. 372-373.
55. Ivi , p. 372.
56. Ivi , p.387.
57. Cons. Mario Rossi. Op. cit., pp.148-149 y 599.
58. Bruno Bauer, (ed.), “Allgemeine Literatur-Zeitung” Heft 6, Verlag von Egbert Bauer, Charlottenburg 1844, p. 32. Cons. Carta de K.Marx a L.Feuerbach del 11 de agosto de 1844, MEGA² III/1, Dietz Verlag, Berlín 1975, p. 65.
59. Karl Marx, Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie. Einleitung, MEGA² I/2, op. cit., p.172.
60. Marx utiliza el epíteto en La sagrada familia para indicar a BrunoBauer y otros jóvenes hegelianos que colaboraban en la “Allgemeine Literatur-Zeitung” y burlarse de ellos.
61. Ivi , p. 177. (Hay edición en castellano como la de Claridad, Buenos Aires, 1938)
62. Karl Marx, Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie. Einleitung, MEGA² I/2, op.cit, p.173. (Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, Ed,. Biblioteca Nueva, Madrid, 2002)
63. Karl Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte, MEGA² I/2, op.cit., p.395.
64. Cons. Ernest Mandel, op. cit., p.175. Cons. Ernest Mandel, op. cit., p.175
65. Karl Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte, MEGA² I/2, op.cit. p.390.
66. Friedrich Engels-Karl Marx, Die beilige Familie, op. c it., p. 128.
67. Karl Marx, Ein Briefwechsel von 1843, MEGA² I/2 op.cit., p. 479.
68. Karl Marx, Zur Kritik der Hegelkschen Rechtsphilosophie. Einleitung, MEGA² I/2, op.cit., p.178.
69. Karl Marx, Ökonomichs-philosophische Manuskripte, MEGA² I/2, op.cit., pp.373-374.
70. Karl Marx, Die Entstebungschichte des modern Staats oder die französische Revolution, MEGA² IV/3, op.cit., p.11.
71. Karl Marx, Hegel’sche Construction der Phänomenologie, ibidem.
72. Karl Marx, Über Friedrich List Buch “Das nationale System der politischen Ökonomie, “Beiträge zur Geschichte der Arbeiterbewegung”, Jg.14, H.3. (1972), pp. 425-446.
73. Carta de F.Engels a K.Marx de los primeros días de octubre de 1844, MEGA² III/I, Dietz Velag, Berlín 1975; cons. además F.Engels a K.Marx, 20 de enero de 1845: “Trata de terminar tu libro de economía política; aunque quedases descontento con muchas cosas, no importa, los ánimos están maduros, y debemos golpear el hierro mientras está caliente”, ivi, p. 127. Al escribir así, Engels demuestra no conocer todavía a Marx cuantro lo conocía A. Ruge que, en la carta a K.M. Fleischer del 9 de julio de 1844, afirmaba por el contrario que “sería una gran lástima si no escribiese libros. Pero tenemos que resignarnos y esperar”, en Hans Magnus Enzensberger (comp.), op. cit. , p. 26.
74. Presionadas por el gobierno prusiano, las autoridades francesas emitieron una orden de expulsión contra diversos colaboradores del “Vorwärts!”. Marx se vio obligado a abandonar París el 1º de febrero de 1845.
75. Marx Engels Werke, Band 27, Dietz Verlag, Berlín 1963, p. 669.
76. Cons. Eugene Buret, De la misère des classes laborieuses en Angleterre et en France, EDHIS, París 1979.

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Los Grundrisse de Marx, 150 años después

Como ocurre ahora de nuevo, 150 años después, con la crisis de las subprime, en 1857 los EEUU fueron el teatro de desarrollo de una gran crisis económica internacional, la primera de la historia. Tal suceso generó gran entusiasmo en uno de los más atentos observadores de la época: Karl Marx.

En realidad, después de 1848, Marx había sostenido repetidamente que una nueva revolución sólo podría venir como consecuencia de una crisis, y cuando estalló la de 1857, se resolvió, a pesar de la miseria y los problemas de salud que lo atenazaban, a reemprender los intensos estudios que había comenzado en el British Musuem de Londres en 1850 y a dedicarse nuevamente a su obra de crítica de la economía política. Resultado de ese trabajo, desarrollado entre agosto de 1857 y mayo de 1858, fueron 8 voluminosos cuadernos: los Grundrisse, el primer esbozo de El Capital.

Esos cuadernos terminaron luego sepultados bajo los tantos manuscritos inacabados de Marx, y es probable que no fueran siquiera leídos por el propio Friedrich Engels. Tras la muerte de éste, los manuscritos inéditos de Marx pasaron a ser custodiados por los archivos de la SPD, pero fueron tratados con gran negligencia. La única parte de los Grundrisse dada a imprenta durante ese período fue la “Introducción”, publicada en 1903 por Karl Kautsky. Esa publicación suscitó un notable interés –constituía, en realidad, el tratamiento más detallado jamás escrito por Marx de cuestiones metodológicas— , y fue rápidamente vertida a muchas lenguas, convirtiéndose en uno de los escritos más comentadas de toda su obra.

A despecho de la fortuna experimentada por la “Introducción”, los Grundrisse permanecieron todavía inéditos durante mucho tiempo. Su existencia sólo se hizo pública en 1932, cuando David Riazanov, director del Instituto Marx-Engels en Moscú, los redescubrió al examinar el legado literario de Marx conservado en Berlín. Los fotocopió, y en los años que siguieron varios especialistas soviéticos descifraron su contenido y lo dactilografiaron. Cuando aparecieron publicados en Moscú, en dos volúmenes (1939 y 1941), constituyeron el último manuscrito importante de Marx hecho público. Sin embargo, al haberse publicado en vísperas de la II Guerra Mundial contribuyó a que la obra permaneciera desconocida. Las 3.000 copias de la edición de Moscú se convirtieron en una rareza bibliográfica, y muy pocas lograron traspasar las fronteras soviéticas. Hubo que esperar a 1953 para su reimpresión.

Como ya había ocurrido con la “Introducción”, fue otro extracto de los Grundrisse lo que generó un interés particular que en cierto modo eclipsó al conjunto de la obra: las “Formaciones precapitalistas”. Lo cierto es que, a partir de los años 50, ese texto fue traducido a muchas lenguas, y el prefacio del editor inglés, Eric Hobsbawm, contribuyó a difundir y dar resonancia a su contenido: “se trata del intento más sistemático jamás realizado por Marx de plantear la cuestión de la evolución histórica, y se puede afirmar que cualquier discusión historiográfica marxista que no haya tenido en cuenta este texto deberá replantearse a la luz del mismo”.

La difusión de la versión íntegra de los Grundrisse fué un proceso lento pero inexorable, y una vez concluido, permitió una apreciación más completa y, en según qué aspectos, distinta del conjunto de la obra de Marx. Las primeras traducciones se realizaron en Japón (1958-65) y en China (1962-78). En la Unión Soviética, en cambio, no aparecieron hasta 1968-69.

A fines de los años 60, los Grundrisse comenzaron a circular también por Europa occidental. Aparecieron, primero, en Francia (1967-68) y en Italia (1968-70), por iniciativa de empresas editoriales vinculadas a los partidos comunistas. En lengua castellana fueron publicados en Cuba (1970-71) y en Argentina (1971-6) y luego, en otras ediciones, también en México y en España. La traducción inglesa sólo vio la luz en 1973, en una edición al cuidado de Martin Nicolaus, quien en el prólogo afirmó lo que sigue: “los Grundrisse son el único esbozo de conjunto del proyecto económico-político de Marx, y someten a prueba a cualquier interpretación seria de Marx concebida hasta la fecha”.

Los años 70 fueron la década decisiva también para la traducción en la Europa del Este, y los Grundrisse fueron publicados en Checoslovaquia (1971-7), Hungría (1972), Rumanía (1972-4) y Yugoslavia (1979). En el mismo período, parecían también en Dinamarca (1974-8), mientras que, en los años 80, se publicaron en Irán (1985-7), en lengua eslovena (1985), en Polonia (1986) y en Finlandia (1986). Por lo demás, tras 1989 y el fin del llamado “socialismo real”, los Grundrisse siguieron siendo traducidos en otros países: Grecia (1989-92), Turquía (1999-2003), Corea del Sur (2000), Brasil (2008), y a día de hoy, han sido íntegramente publicados en 22 lenguas, con un total de 500 mil ejemplares salidos de imprenta. Una cifra que sorprendería a quien, a sólo beneficio de inventario, tratara de hacerse una idea de alcance de los estudios de economía política.

El primer comentarista de los Grundrisse fue Roman Rosdolsky, cuya obra Génesis y estructura del ‘Capital’ de Marx, publicada en 1968, constituye la primera monografía dedicada al texto marxiano. Ese mismo año, los Grundrisse sedujeron a algunos de los protagonistas de de las revueltas estudiantiles, que comenzaron a leerlos, entusiasmados por explosiva radicalidad de sus páginas. Por lo demás, los Grundrisse ejercieron una fascinación irresistible entre quienes, sobre todo en los finales de la nueva izquierda, estaban empeñados en superar la interpretación de Marx suministrada por el marxismo-leninismo.

En el mismo período, también los tiempos habían cambiado en el Este. Tras una primera fase en la que los Grundrisse se estudiaban con desconfianza, pasaron a ser definidos por el prestigioso investigador ruso Vitali Vygodski como una obra genial a la que había que prestar la debida atención. Así pues, en unos pocos años, los Grundrisse se convirtieron en un texto fundamental con el que estaba obligado a medirse cualquier estudioso serio de la obra de Marx.

Aun con diversos matices, los varios intérpretes se dividieron entre quienes consideraban los Grundrisse un texto autónomo, al que podía atribuirse una compacidad conceptual completa, y quienes lo estimaban un manuscrito prematuro y meramente preparatorio de El Capital. El trasfondo ideológico de las discusiones sobre los Grundrisse –el núcleo de la disputa tenía que ver con el mayor o menor fundamento de la interpretación misma de Marx, con todas sus implicaciones políticas derivadas— trabajó a favor del desarrollo de tesis interpretativas inadecuadas y que hoy resultan hasta risibles. Entre los comentaristas más entusiastas de ese escrito, los hubo que hasta se avilantaron a sostener su superioridad teórica respecto de El Capital, aun cuando este último contenía los resultados de una década de intensísima investigación ulterior. Y al revés, pero análogamente, entre los principales detractores de los Grundrisse no faltaron quienes, a pesar de los significativos pasos consagrados a la alienación, afirmaban que no añadían nada a lo ya sabido de Marx. Entre las encontradas lecturas de los Grundrisse, destacan las no-lecturas, el caso más llamativo de las cuales es el de Althusser, que concibió una polémica subdivisión del pensamiento de Marx en obas juveniles y obras de madurez, ignorando por completo el contenido de los Grundrisse.

Mas, en general, a partir de mediados de los años 70, los Grundrisse conquistaron un número creciente de lectores e intérpretes. Varios estudiosos vieron en ese texto el lugar privilegiado para profundizar en una de las cuestiones más debatidas del pensamiento de Marx: su deuda intelectual con el legado de Hegel. Y aun otros quedaron fascinados por los proféticos pronunciamientos contenidos en los fragmentos dedicados a las máquinas y a su automatización.

Hoy, con la distancia de 150 años, los Grundrisse muestran la persistente capacidad explicativa de Marx a la hora de explicar el modo capitalista de producir. Su capacidad para entender el papel histórico del capitalismo, en el que la creación de una sociedad cada vez más avanzada y cosmopolita en relación con las que le han precedido queda perspicazmente dibujado junto con la crítica de los obstáculos que el capitalismo pone a un desarrollo social e individual más completo. Por lo demás, los Grundrisse tienen un valor extraordinario, porque recogen un sinnúmero de observaciones (entre ellas, las que tienen que ver con el comunismo) que su autor no tuvo ocasión de desarrollar luego en ninguna parte de su incompleta obra. Es harto probable que las nuevas generaciones que se acerquen a la obra de Marx queden también fascinadas por estos seductores manuscritos, y es lo cierto que resultan todavía indispensables para quienes quieran pensar seriamente en la crisis de la izquierda y en la transformación del presente.

Traducción: Leonor Març, revisada por Antoni Domènech

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Vicisitudes y nuevos estudios de la ideología Alemana

I. Revistas de estudios marxianos
Los múltiples intentos de publicar las obras completas de Marx y Engels han visto florecer, a propósito de sus ediciones, algunos periódicos que tenían el objetivo de acompañar y promover los trabajos, además de ofrecer una contribución a la investigación. También este capítulo de la Marx Forschung (la investigación sobre Marx) se abre, como muchos otros, con los trabajos de David Borisovich Riazanov, curador de la primera edición histórico-crítica de la obra completa de Marx y Engels, la Marx Engels Gesamtausgabe (MEGA), sin duda, el más importante Marx Forscher del siglo XX. Gracias a su iniciativa, y bajo el cuidado del Instituto Marx y Engels de Moscú dirigido por él directamente, en el bienio 1926-27 aparecieron los dos volúmenes del Marx-Engels Archiv. El objetivo del proyecto, del cual, en principio, se había excluido cualquier referencia al debate político del momento, era proveer anticipos sobre los manuscritos de los dos pensadores para hacerlos accesibles a la crítica antes de la edición completa de la obra. Como es sabido, sobre la MEGA se descargó el hacha del estalinismo, responsable, además de muchos otros crímenes, de haber interrumpido la publicación de la obra de Marx.

A pesar de que han aparecido, desde 1956 a 1968 la Marx Engels Werke (MEW) y entre 1955 y 1966, en la Unión Soviética, la segunda K. Marks i F. Engelsa Sochinenia, durante los cuarenta años trascurridos desde la interrupción del primer intento de Gesamtausgabe en 1935 y la impresión de la segunda (cuyo primer volumen se remonta a 1975), en el campo “socialista” nohubo serias iniciativas editoriales semejantes. La única revista de este ciclo fue el completamente doctrinario Nauchno-informacionnii biulleten sektora proizvedenii K. Marksa i F. Engelsa que surgió en 1958 en el Instituto por el Marxismo Leninismo de Moscú, y que prosiguió en 47 números hasta 1989. Por el contrario, en el mismo período, en Occidente, se cuentan numerosos y calificados instrumentos de investigación sobre Marx, y es obligatorio hacer referencia a al menos dos de ellos. En Francia, bajo la dirección del marxólogo Maximilien Rubel, nació la revista Etudes de marxologie. Los 31 números de estos cuadernos -algunos de los cuales eran dobles–, aparecidos de modo discontinuo entre 1959 y 1994, representan un intento irremplazable de documentación de la obra de Marx y de crítica del marxismo gracias a los análisis críticos, los estudios históricos, las bibliografías y las traducciones inéditas que contienen; todavía hoy, son un instrumento indispensable para quien desee aventurarse de manera rigurosa en estos temas.

En cambio, en Tréveris, en la República Federal Alemania, entre los años 1969 y 2000, aparecieron en 49 números los Schriften aus dem Karl Marx Haus. También esta colección, con sus monografías sobre las ediciones de la obra de Marx y Engels –acerca de su recepción en el mundo y las relaciones que ellos mantuvieron con terceros–, y con la presentación de ensayos sobre la historia del movimiento obrero, es una de las fuentes más especializadas de investigación en el campo.

Luego del nacimiento de la MEGA², los Institutos para el Marxismo-Leninismo de Moscú y Berlín dieron vida al Marx-Engels-Jahrbuch. Este anuario, editado por la Dietz Verlag en trece números entre 1978 y 1991, aunque concebido para contribuir a la divulgación del marxismo soviético y su triunfo ideológico (motivo por el cual carecía del carácter científico que Riazanov había deseado enérgicamente cincuenta años antes), acompañó la impresión de los primeros volúmenes de la MEGA², contando con importantes contribuciones de estudio.

En el mismo período, en la República Democrática Alemana, surgieron otras revistas para documentar el trabajo editorial en curso sobre la obra de Marx. Desde 1976 a 1988 salieron, editados por la Martin-Luther Universität de Halle-Wittenberg, un conjunto de 23 números, los Arbeitsblätter zur Marx-Engels-Forschung; desde 1978 a 1989, aparecieron en 29 números y, por iniciativa del Instituto para el Marxismo-Leninismo de Berlín los Beiträge zur Marx-Engels-Forschung (la nueva colección se retomó en 1991 con una periodicidad anual y con el agregado Neue Folge en el título); finalmente, entre 1981 y 1990, fueron impresos de manera irregular por la Karl Marx Universität de Leipzig los 6 números de la Marx-Engels-Forschungsberichte.

Por iniciativa del Internationaal Instituut voor Sociale Geschiedenis (IISG) de Ámsterdam y de la Karl Marx Haus de Tréveris, a los sucesos del otoño de 1989 les siguió, en el año ’90, el nacimiento de la Internationale Marx-Engels-Stiftung (IMES). Esta fundación, surgida con la gravosa tarea de completar la MEGA², asumió el empeño de publicar en Ámsterdam los MEGA Studien, publicados en 11 números entre 1994 y 1999. [1] Esta revista, al centrarse exclusivamente en los trabajos de edición de la MEGA, afirmó el regreso a una renovada objetividad en la investigación científica.

II. Marx-Engels Jahrbuch
La reciente edición del primer volumen del Marx-Engels Jahrbuch, también bajo el cuidado del IMES –pero en esta oportunidad redactado en la Berlin-Brandenburgische Akademie der Wissenschaften–, marca un nuevo comienzo en la historia de las revistas de la Marx-Forschung. Después de la consolidación de la MEGA², lograda a través de la publicación, desde 1998 al día de hoy, de trece volúmenes acompañados por una gran repercusión internacional, este nuevo emprendimiento intenta expandirse más allá de la experiencia de los MEGA Studien, dedicados únicamente a las cuestiones editoriales, y apunta a darle vida a un foro científico sobre la obra de Marx y Engels.

Con el auxilio de ensayos, convenios y críticas de la bibliografía especializada, el anuario aspira a definir el estado actual de la investigación sobre Marx, cobijando en sus páginas los aportes útiles para reconstruir el cuadro histórico de elaboración de sus obras, documentando su contexto y sus fuentes. Los volúmenes contendrán, además de interesantes aportes inherentes a las problemáticas vinculadas con los trabajos de edición, apéndices, correcciones de erratas, documentos integradores y materiales de archivo, también relativos a la historia de la MEGA. El propósito es establecer una relación recíprocamente interesante entre el trabajo editorial y la investigación científica, de modo que las recientes adquisiciones filológicas puedan proveer nuevos impulsos al debate sobre la teoría marxiana y esto, a su vez, influya productivamente sobre la preparación de los volúmenes.

Otro objetivo del proyecto es dar a las imprentas, tal como sucedió con el Marx-Engels Archiv, fragmentos de las obras más significativas de los dos autores como anticipo de la obra completa. De hecho, el primer número [2] está completamente dedicado a La ideología alemana. A tal propósito, este artículo pretende recorrer las etapas de la historia editorial, omitiendo deliberadamente las cuestiones teóricas.

III. La roedora crítica de los ratones
En febrero de 1845, luego de que las autoridades francesas ordenaran su expulsión, Marx se ve obligado a dejar París. Después de haber comenzado los estudios de economía política, sintetizados en los cuadernos de resúmenes y anotaciones de los textos leídos y en los célebresManuscritos económico-filosóficos, y luego de firmar con el editor Leske de Darmstadt un contrato para una obra en dos volúmenes titulada Crítica de la política y de la economía política, partió hacia un nuevo destino. Esta vez, y hasta el estallido de la revolución de marzo de 1848, el teatro del nuevo exilio es la ciudad de Bruselas.
Los proyectos de Marx de continuar las investigaciones para el libro que se había empeñado en realizar, y de publicar –ofreciendo la traducción alemana- una “Biblioteca de los más eminentes escritores socialistas extranjeros”, se vieron alterados por la publicación, en octubre de 1844, del texto de Stirner, El único y su propiedad.

La primera obra en común de Engels y Marx, La sagrada familia, crítica de la filosofía especulativa de Bauer y consortes, habiendo sido escrita prácticamente en el mismo momento, no pudo dar cuenta de él. Entonces también era necesario combatir esta última manifestación del neohegelianismo. Además, Marx consideraba importante preparar al público para el punto de vista de su “Economía” a través de un escrito polémico contra las más recientes concepciones de la ciencia alemana. Con este parecer, pues, el plan de la obra se fue ampliando hasta comprender dos volúmenes; Marx y Engels trabajaron mucho junto con Moses Hess. En mayo de 1846, la parte principal del manuscrito del primer volumen fue enviada a Westfalia, a Joseph Weydemeyer, que debía preparar la edición. Sin embargo, distintas circunstancias impidieron la publicación. En los años 1846-1847, Marx y Engels intentaron encontrar editor, pero siempre sin éxito.

El título de la obra y de los dos volúmenes que hubieran debido conformarla, no aparecen en el manuscrito. Los editores posteriores le han agregado, sobre la base de una declaración de Marx contra Grün publicada en abril de 1847, en la cual se refiere a un “escrito redactado en común con Fr. Engels, La ideología alemana (Crítica de la más reciente filosofía alemana en sus representantes Feurbach, Bruno Bauer y Stirner, y del socialismo alemán en sus diversos profetas)”. La obra fue publicada en su totalidad en 1847; solo unas pocas páginas fueron impresas en vida de los autores.

De Marx, la revista mensual alemana Das Westphälische Dampfboot incluyó el artículo “La historiografía del socialismo verdadero (en contra de Karl Grün)”. De Hess, la Deutsche-Brüsseler-Zeitung publicó “Obras de Il Dottore Graziano”, texto escrito, con la colaboración de Marx, como crítica al libro de Arnold Ruge Dos años en París. De Engels, la misma revista mandó a la imprenta “K. Beck: Cantos del pobre hombre, o la poesía del socialismo verdadero”. No obstante, este fracaso no significó para Marx un gran problema; de hecho, en el breve bosquejo de autobiografía intelectual utilizado como prefacio a la Crítica de la economía política de 1859, así resumió lo sucedido: “[…] entregamos muy de buen grado el manuscrito a la crítica roedora de los ratones, pues nuestro objeto principal, esclarecer nuestras propias ideas, estaba ya conseguido” [3].

IV. Las ediciones póstumas
Las vicisitudes de la publicación póstuma no son menos intrincadas que las de su preparación y redacción. Es más, sobre las ediciones de Marx y Engels han pesado siempre los conflictos de las distintas corrientes, teóricas y políticas, del movimiento obrero. En relación con La ideología alemana, Eduard Bernstein, que luego de la muerte de Engels entró en posesión de gran parte del legado de los dos autores, tiene una responsabilidad enorme. En 1899 se limitó a reeditar en Die neue Zeit la invectiva contra Grün que Marx ya había publicado en 1847. Solo más tarde, en los años 1903-1904, se decidió a publicar en la revista por él dirigida –Dokumente des Sozialismus– la parte inédita concerniente a Stirner. Sin embargo, la introducción que la acompañaba no constaba de una presentación del estado del original. Recién muchos años después, y de la mano del primer y mejor biógrafo de Engels –Gustav Mayer– fue elaborada una descripción válida, puesto que durante la fase de documentación había logrado convencer a Bernstein de permitirle consultar algunas partes del manuscrito. Se remontan, pues, a 1920 (año de la primera edición del Friederich Engels) las primeras noticias dignas de atención.

En1923 Riazanov viajó a Berlín, y a su regreso a la Unión Soviética presentó en la Academia Socialista de Moscú un comunicado sobre el legado literaria de Marx y Engels. [4] Entonces por fin se pudo conocer la verdadera situación del texto que se había vuelto tan controversial. Las faltas y las lagunas científicas de Bernstein mostraron ser múltiples. Se descubrió, de hecho, que había publicado menos de la mitad de la crítica de Stirner, atribuyendo falsamente a la “roedora crítica de los ratones”aquellos cortes que, en realidad, habían sido practicados arbitrariamente por él; ¡además, se pudo constatar que había creído sin razón que las partes sobre Feuerbach y Bauer pertenecían a un único capítulo que, porconsiderarlo irrelevante, había decidido no publicar!

Utilizando su extraordinaria erudición, que le permitía remontarse a cualquier parte del original, y con su gran habilidad diplomática, Riazanov logró obtener de Bernstein, con enorme fatiga pero en solo cuatro semanas, todas las partes del texto. Solo después de fotografiarlo todo, volvió a Moscú. La primera parte de La ideología alemana, incompleta, atribuible verosímilmente a Marx y, sin duda, la más importante de todo el trabajo, se publicó por primera vez en 1926 bajo el cuidado del mismo Riazanov en el primer volumen del Marx-Engels Archiv. Esta sección, titulada “Feuerbach”, pero dedicada sobre todo a su concepción de la historia, contiene la primera exposición de la teoría que Marx había elaborado en el transcurso de dos años de estudios filosóficos, históricos y económicos, aquella que luego definirá el “hilo conductor” de sus propias investigaciones.

En la introducción que acompañó la edición, Riazanov resumió las vicisitudes del manuscrito cuyo valor tanto Engels –aunque, comprensiblemente, luchaba con los libros II y III de El capital- como Mehring habían subestimado. Su importancia, por el contrario, era fundamental ya que permitía llenar el vacío entre La sagrada familia, las Tesis sobre Feuerbach y la posterior Miseria de la filosofía. Se publicó íntegramente recién en 1932, en el volumen I/5 de la MEGA. Como para los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, entre la fecha de la redacción y la de la publicación transcurrió casi un siglo. Si no hubiese sido así se habrían evitado muchos malentendidos y confusiones sobre la “concepción materialista de la historia”, célebre expresión acuñada y utilizada por Engels.

Finalmente, luego de que el texto se publicara en la edición MEW, en un artículo de Siegfried Bahne de 1962 en la International Review of Social History, aparecieron otras tres páginas del original que también fueron atribuidas al apetito de los ratones, cuando, en realidad, habían sido conservadas bajo un falso encabezamiento. El texto incluido en el primer número del Marx-Engels Jahrbuch, es un anticipo del volumen I/5 de la MEGA²: Karl Marx, Friedrich Engels, Moses Hess: Die deutsche Ideologie. Manuskripte und Drucke (November 1845 bis Juni 1846), cuya publicación está prevista para 2011. [5] Por primera vez esta edición ofrecerá, entre otras novedades, algunas partes del manuscrito atribuidas correctamente a Hess. Aquellas incluidas en el anuario corresponden a los capítulos: I. “Feuerbach” y II. “Sankt Bruno”.

A diferencia de los seis distintos intentos de reconstruir el famoso capítulo “I. Feuerbach. Antítesis entre concepción materialista y concepción idealista” realizados hasta hoy, esta nueva versión publica los manuscritos de Marx y Engels tal como fueron dejados por ellos, esto es, como siete textos independientes y ordenados cronológicamente. Esta edición evidencia claramente el carácter fragmentario del escrito, y que el capítulo de Feuerbach en particular no está en absoluto terminado. Nuevas y definitivas bases, pues, son provistas por la indagación científica para remontarse con exactitud al pensamiento de Marx; por ejemplo, por primera vez se le atribuye el artículo “Gegen Bruno Bauer”, publicado en forma anónima en enero de 1846 en la revista Gesellschaftsspiegel. Por fin la obra consta, al igual que los volúmenes de la MEGA², de un imponente tomo con la descripción del texto, sus aclaraciones, el catálogo de las modificaciones y correcciones, y los índices.

De los trabajos de la nueva edición histórico-crítica emerge cada vez más un autor desconocido. La distancia que lo separa de las realizaciones y concepciones de las experiencias políticas que se han remitido a él es demasiado grande como para no generar la sospecha de que su espectro, antes o después, volverá a agitarse. Por el momento, las investigaciones filológicas, lejanas al engañoso condicionamiento ideológico del pasado, contribuyen a iluminar su obra y su pensamiento. La ideología alemana, considerada a veces incluso la exposición exhaustiva de la concepción materialista de Marx, devuelta a su originaria incompletudhace imposible cualquier hipótesis de sistematización. La falacia de los marxismos dominantes del siglo XX y las muchas carencias e instrumentalizaciones de las distintas ediciones y lecturas de Marx que se sucedieron, hacen resonar una frase suya contenida en este texto, que no solo se opone, una vez más, a la crítica alemana a él contemporánea, sino que también es una sarcástica admonición para el futuro: “No solo sus respuestas, sino también los problemas mismos, llevan consigo un engaño”. [6]

Traducción de Mora Scillamá

References
1. Sucesivamente, en años distintos a los indicados en la portada, se han publicado otros tres números: 2000/1, 2000/2 y 2001.
2. Marx-Engels Jahrbuch 2003 , 2 voll., pp. 400, € 59.80, Berlín, Akademie Verlag, 2004.
3. Marx, K., Contribución a la crítica de la economía política. Ed. al cuidado de Néstor Casiris. Trad. de Carlos Martínez y Floreal Mazía. Buenos Aires: Estudio, 1975, p. 10.
4. Cfr. David Riazanov, “Neueste Mitteilungen über den literarischen Nachlaß von Karl Marx und Friedrich Engels“. En: Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung. Hirschfeld, Leipzig, 1925, pp. 385-400.
5. Es necesario señalar que el interés por La Ideología Alemana está viviendo una renovada atención también en Oriente. De hecho, en 1998, el estudioso Tadashi Shibuya ha curado una nueva traducción al japonés, publicada en Tokio por la Shiinnihon Publishers, sobre la base de los profundos estudios desarrollados a partir de los manuscritos conservados en la IISG de Ámsterdam. También en Japón, en el 2006, ha sido reeditada la famosa y erudita versión de Wataru Hiromatsu publicada en 1974 tanto en alemán como en japonés (Karl Marx- Friederich Engels, Die deutsche Ideologie. Tokio, Kawade Shobo Shinsha Publishers), que ya en su época había reabierto la discusión entre los especialistas. Prueba la importancia de esa edición su reciente traducción también al chino. Es de esperar que estas importantes publicaciones despierten rápidamente también el deseo de los estudiosos de lengua española, italiana y francesa de volver a traducir la obra de Marx y Engels respetando las nuevas adquisiciones filológicas. En tanto, para 2008 se señala la publicación de una nueva traducción al inglés del capítulo sobre Feuerbach, bajo el cuidado de Terrell Carver.
6. Marx, K. / Engels, F., La ideología alemana. Trad. de Wenceslao Roces. Buenos Aires, Ediciones Pueblos Unidos, 1985, p. 17.

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Marx y el marxismo

“Sobre mil socialistas, quizás uno solo haya leído una obra económica de Marx, sobre mil antimarxistas, ni siquiera uno ha leído a Marx ”.

I. MARX Y EL MARXISMO: INACABADO VERSUS SISTEMATIZACIÓN
Pocos hombres sacudieron el mundo como Karl Marx. A su desaparición, que pasó casi inobservada, le siguió, con una rapidez que en la historia tiene raros ejemplos con los cuales pueda ser confrontada, el eco de la fama. Muy pronto el nombre de Marx estuvo en las bocas de los trabajadores de Chicago y Detroit, así como en las de los primeros socialistas indios en Calcuta. Su imagen sirvió de fondo al congreso de los bolcheviques en Moscú después de la revolución. Su pensamiento inspiró programas y estatutos de todas las organizaciones políticas y sindicales del movimiento obrero, desde Europa entera hasta Shangai.

Sus ideas alteraron profundamente la filosofía, la historia, la economía. Sin embargo, no obstante la afirmación de sus teorías, que en el siglo XX se transformaron en la ideología dominante y doctrina de Estado en una gran parte del género humano, y la enorme difusión de sus escritos, sigue sin tener, hasta hoy, una edición integral y científica de sus obras. Entre los más grandes autores de la humanidad, esta suerte le tocó exclusivamente a él.

La razón primaria de esta particularísima condición reside en el carácter en gran medida inacabado de su obra. Si se excluyen, en efecto, los artículos periodísticos publicados en los tres lustros que van desde 1848 hasta 1862, una gran parte de los cuales estaban destinados a la New-York Tribune, que en esa época era uno de los más importantes periódicos del mundo, los trabajos publicados fueron relativamente pocos si se los compara con los tantos realizados sólo parcialmente y la importante mole de las investigaciones que realizó . Emblemáticamente, cuando en 1881, ya cerca del final de su vida, Marx fue interrogado por Karl Kautsky sobre la oportunidad de una edición completa de sus obras, respondió que “antes habría que escribirlas” .

Marx dejó ad acta muchos más manuscritos que los que mandó a la imprenta . Contra lo que suele pensarse, su obra fue fragmentaria, y a veces, contradictoria, aspectos que evidencian una de sus características peculiares: lo inacabado del trabajo. Su método sumamente riguroso y el hábito de la autocrítica más despiadada, que determinaron la imposibilidad de terminar muchos de los trabajos emprendidos; las condiciones de profunda miseria y de mala salud permanente que lo persiguieron toda la vida, la insaciable pasión de conocimiento, jamás alterada, que le impulsó siempre hacia nuevos estudios; y, por último, la pesada conciencia adquirida con la plena madurez de la dificultad de encerrar la complejidad de la historia en un proyecto teórico, hicieron precisamente de lo inacabado el fiel compañero y la condena de toda la producción de Marx y de su misma existencia. El colosal plan de su obra no fue realizado sino en ínfima parte, y sus incesantes esfuerzos intelectuales resultaron en un fracaso literario, aunque no por eso demostraron ser menos geniales, fecundos en consecuencias y derivaciones extraordinarias .

Sin embargo, a pesar de la carácter fragmentario del Nachlaß (legado literario póstumo) de Marx y de su firme oposición a erigir a partir de él un edificio de doctrina social, su obra incompleta fue subvertida, hasta acabar dando en un nuevo sistema, el “marxismo”. Después de la muerte de Marx en 1883, fue Friedrich Engels el primero que se dedicó a la empresa, dificilísima, dada la dispersión de materiales, lo abstruso del lenguaje y la ilegibilidad de la grafía, de publicar el legado del amigo. El trabajo se concentró en la reconstrucción y la selección de originales, en la publicación de textos inéditos o incompletos y, a la par, en la reedición y traducción de los escritos más conocidos.

Aunque no faltaron excepciones, como en el caso de las [Tesis sobre Feuerbach] , editadas en 1888 como apéndice a su Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, y de la [Crítica del Programa de Gotha], publicada en 1891, Engels privilegió casi exclusivamente el trabajo editorial de completar El capital, del cual había terminado Marx solamente el volumen primero. Esta tarea, que duró más de una década, fue realizada con la intención precisa de conseguir “una obra orgánica y lo más completa posible” . Tal elección, aunque respondía a exigencias comprensibles, trocó un texto parcial y provisorio, compuesto en muchas partes de “pensamientos escritos in statu nascendi” y de apuntes preliminares que Marx acostumbraba reservarse para elaboraciones ulteriores de los temas tratados, en otro homogéneamente unitario, con apariencia de exponer una teoría económica sistemática y completa. De este modo, en el curso de su actividad de redacción, basada en la selección de los textos que se presentaban, no como versiones finales sino, en cambio, como verdaderas variantes, y precisado de uniformar el conjunto de los materiales, Engels, más que reconstruir la génesis y el desarrollo de los libros segundo y tercero de El Capital, que estaban bien lejos de su redacción definitiva, mandó a imprenta volúmenes terminados .

Por otra parte, ya antes había contribuido él mismo a generar directamente un proceso de sistematización teórica con sus propios escritos. El Anti Duhring, aparecido en 1878, que él definiera como una “exposición más o menos unitaria del método dialéctico y de la visión comunista del mundo representados por Marx y por mí” , se convirtió en referencia crucial para la formación el “marxismo” como sistema y para la diferenciación de éste respecto del socialismo ecléctico hasta entonces imperante. Una incidencia aún mayor tuvo La evolución del socialismo utópico al científico, reelaboración, con fines divulgativos, de tres capítulos del escrito precedente que, publicado por primera vez en 1880, tuvo una fortuna análoga a la del Manifiesto del partido comunista. Si bien hubo una distinción neta entre este tipo de vulgarización, realizada en polémica abierta con los simplistas atajos de las síntesis enciclopédicas, y la que tuvo como protagonista a la siguiente generación de socialdemócratas alemanes, la utilización por Engels de las ciencias naturales abrió el camino a la concepción evolucionista que, poco tiempo después, se afirmaría incluso en el movimiento obrero.

El pensamiento de Marx, indiscutiblemente crítico y abierto, aun si, a veces, atravesado por tentaciones deterministas, cayó bajo los golpes del clima cultural de la Europa de fines del XIX, permeado, como nunca antes, por concepciones sistemáticas, y en primer lugar por el darwinismo. Para responder a ellas y a la necesidad de ideología que avanzaba incluso en las filas del movimiento de los trabajadores, el reciente “marxismo”, que cada vez más dejaba de ser sólo una teoría científica para convertirse también en doctrina política – transformado precozmente en ortodoxia en las páginas de la revista Die Neue Zeit dirigida por Kautsky – asumió rápidamente la misma conformación sistémica. En este contexto, la difusa ignorancia y aversión en el seno del partido alemán hacia Hegel, un verdadero arcano impenetrable , y hacia su dialéctica, considerada hasta “el elemento no confiable de la doctrina marxista, la insidia que traba cualquier consideración coherente de las cosas” , desempeñaron un papel decisivo.

En las modalidades que acompañaron su difusión se encuentran otros factores que contribuyeron a la transformación de la obra de Marx en un sistema. Como demuestra la tirada reducida de las ediciones de la época de sus textos, se dio preferencia a los folletos de síntesis y a compendios sumamente parciales. Algunas de sus obras, además, sufrían los efectos de la instrumentalización política ocasional. Aparecieron así, en efecto, las primeras ediciones modificadas por los responsables de la edición, una práctica que, favorecida por las incertidumbres características del legado marxiano, fue imponiéndose más y más, junto con la censura de algunos escritos. La forma manualística, vehículo notable para la exportación del pensamiento de Marx por el mundo, representó seguramente un instrumento muy eficaz de propaganda, pero también la alteración fatal de la concepción inicial. La divulgación de su obra, una obra incompleta y compleja, en un ambiente dominado por el positivismo y con el propósito de responder mejor a las exigencias prácticas del partido proletario, se tradujo, por último, en un empobrecimiento y vulgarización del patrimonio originario , hasta hacerlo irreconocible cuando la Kritik terminó por trocar en Weltanschauung .

Así pues, fue tomando cuerpo una doctrina vertebrada por una esquemática y elemental interpretación evolucionista impregnada de determinismo económico: el “marxismo” del período de la Segunda Internacional (1889-1914). Guiada por una convicción, tan firme como ingenua, en la marcha automática de la historia y, por lo mismo, en la inevitabilidad de la sucesión del capitalismo por el socialismo, terminó por ser incapaz de comprender el curso real del presente y, rompiendo el necesario lazo con la praxis revolucionaria, produjo un quietismo fatalista que se transformó en factor de estabilidad del orden existente . Se evidenciaba de este modo el profundo alejamiento de Marx, que ya en su primera obra había declarado “la historia no hace nada (…) no es la ‘historia’ la que se sirve del hombre como medio para realizar sus propios fines, como si ella fuese una persona particular; ella no es más que la actividad del hombre que persigue sus fines” .

La teoría sobre el derrumbe (Zussammenbruchstheorie), o sea la tesis sobre el fin próximo de la sociedad capitalista-burguesa, que en la crisis económica de la Gran Depresión, desplegada a lo largo del veintenio sucesivo a 1873, tuvo el contexto más favorable para expresarse, fue proclamada la esencia más íntima del socialismo científico. Las afirmaciones de Marx, destinadas a delinear los principios dinámicos del capitalismo y, más en general, a describir una tendencia de desarrollo , fueron transformadas en leyes históricas universalmente válidas , de las cuales se podía inferir, hasta los particulares, el curso de los acontecimientos.

La idea de un capitalismo agonizante, automáticamente destinado al ocaso, estuvo presente también en el sustento teórico de la primera plataforma enteramente “marxista” de un partido político, El programa de Erfurt de 1891, y en el comentario que del mismo hizo Kautsky, que enunciaba cómo “el incontenible desarrollo económico lleva a la bancarrota del modo de producción capitalista con necesidad de ley natural. La creación de una nueva forma de sociedad en lugar de la actual ya no es sólo algo deseabl,e sino que se ha hecho inevitable” . Él fue la representación, más significativa y evidente, de los límites intrínsecos de la elaboración de la época, así como de la distancia abismal que se había producido con quien había sido el inspirador.

El mismo Eduard Bernstein, que al concebir el socialismo como posibilidad y no como inevitabilidad había marcado una discontinuidad con las interpretaciones dominantes en ese período, hizo una lectura de Marx igualmente deformada que no se separaba mínimamente de las de su tiempo y contribuyó a difundir, mediante la vasta resonancia que tuvo el Bernstein-Debatte, una imagen de aquélla igualmente alterada e instrumental. El “marxismo ruso”, que en el curso del siglo XIX desempeñó un papel fundamental en la divulgación del pensamiento de Marx, siguió esta trayectoria de sistematización y vulgarización incluso con mayor rigidez.

Para su pionero más importante, Gueorgui Plejánov, en efecto, “el marxismo es una completa concepción del mundo” , marcada por un monismo simplista según el cual las transformaciones superestructurales de la sociedad avanzan de manera simultánea con las modificaciones económicas. En Materialismo y empiriocriticismo, de 1909, Lenin define el materialismo como “el reconocimiento de la ley objetiva de la naturaleza y del reflejo aproximadamente fiel de esta ley en la cabeza del hombre” . La voluntad y la conciencia del género humano deben “inevitable y necesariamente” adecuarse a las necesidades de la naturaleza. Una vez más, prevalece un planteamiento positivista.

Ello es que, a pesar del áspero choque ideológico que se produjo durante estos años, muchos de los elementos teóricos característicos de la deformación producida por la Segunda Internacional pasaron a quienes acabaron troquelando la vida cultural de la Tercera Internacional. Esa continuidad se manifestó del modo más palmario en la Teoría del materialismo histórico, publicada en 1921 por Nikolai Bujarin, para quien, “tanto en la naturaleza como en la sociedad, los fenómenos son regulados por determinadas leyes. La primera tarea de la ciencia es descubrir esta regularidad” . Este determinismo social, totalmente centrado en el desarrollo de las fuerzas productivas, generó una doctrina, según la cual “la multiplicidad de las causas que hacen sentir su acción en la sociedad no contradice de ningún modo la existencia de una ley única de la evolución social” .

Particular interés reviste la crítica de Antonio Gramsci, quien se opuso “plantear el problema en términos de investigación de leyes, líneas constantes, regulares, uniformes, planteamiento ligado a una exigencia, un tanto pueril e ingenuamente concebida, de resolver perentoriamente el problema práctico de la previsibilidad de los acontecimientos históricos”. Su rotunda negativa a restringir la filosofía de la praxis marxiana a una grosera sociología, a “reducir una concepción el mundo a un formulario mecánico que da la impresión de tener toda la historia en el bolsillo” , fue particularmente importante porque iba más allá de lo escrito por Bujarin y buscaba condenar la orientación bastante más general que después prevalecería sin discusión en la Unión Soviética.

Con la consolidación del “marxismo-leninismo”, el proceso de deformación del pensamiento de Marx conoció su manifestación definitiva. La teoría perdió su función de guía de la acción, para pasar a ser su contrario, a saber: la justificación a posteriori de lo actuado. El punto de no retorno fue alcanzado con el “Diamat” (Dialekticeskij materializm), “la concepción del mundo del partido marxista-leninista” . El folleto de Stalin de 1938, intitulado Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, que gozó de extraordinaria difusión, fijaba los rasgos esenciales: los fenómenos de la vida colectiva son regulados por las “leyes necesarias del desarrollo social”, “perfectamente cognoscibles”; “la historia de la sociedad se presenta como un desarrollo necesario de la sociedad, y el estudio de la historia de la sociedad se convierte en una ciencia”. Eso “quiere decir que la ciencia de la historia de la sociedad, a pesar de toda la complejidad de los fenómenos de la vida social, puede convertirse en una ciencia igualmente exacta, por ejemplo, que la biología, capaz de utilizar las leyes de desarrollo de la sociedad para utilizarlas en la práctica”, y que, por ende, es tarea del partido del proletariado fundar su actividad en esas leyes. A qué punto había llegado el uso confesionario de los términos “científico” y “ciencia”, huelga decirlo. La posible cientificidad del método marxiano, fundada en criterios teóricos escrupulosos y coherentes, vino a ser substituida por el pretendido proceder de las ciencias naturales, supuestamente horro de contradicciones.

De la mano de este catecismo ideológico, encontró terreno abonado el dogmatismo más rígido e intransigente. Completamente extraño y separado de la complejidad social, se sostenía por sí propio, como ocurre siempre con planteamientos formularios ayunos de realidad y tan arrogantes como epistemológicamente infundados. Para percatarse de la desconexión a que se había llegado con elplanteamiento original de Marx, bastará recordar la divisa preferida de éste: de omnibus dubitandum .

La ortodoxia “marxista-leninista” impuso un monismo inflexible que produjo efectos perversos también en los escritos de Marx. Indiscutiblemente, con la Revolución Soviética el “marxismo” vivió un momento significativo de expansión y circulación en ámbitos geográficos y de clases sociales de los que, hasta entonces, había sido excluido. Sin embargo, una vez más, la difusión de textos, lejos de remitirse directamente a los de Marx, se concentraba en los manuales de partido, vademécum, antologías “marxistas” sobre muy diversos argumentos. Además, fue cada vez más común la censura de algunas obras, el desmembramiento y la manipulación de otras, así como la práctica de la extrapolación y del artero montaje de las citas. Invocadas éstas con fines alevosa premeditados, recibían el mismo trato que el bandido Procusto reservaba a sus víctimas: si eran demasiado largas, se las amputaba, si demasiado cortas, se alargaban a voluntad.

Así pues, en resumidas cuentas, la divulgación sin esquematismos de un pensamiento, popularizarlo sin rendir la exigencia de no empobrecerlo es sin dudad una empresa difícil de llevar a cabo. Y con mayor razón si se trata de un pensamiento crítico y voluntariamente no sistemático como el de Marx. Lo cierto es, empero, que a Marx no podría haberle ido peor.

Desmochado aquí y allá en función de contingencias y necesidades políticas, fue asimilado a éstas, y en su nombre fue vituperado. Su teoría, que era crítica, fue utilizada como las exégesis de los versículos bíblicos. Nacieron así las paradojas más impensables. Enemigo “prescribir recetas (…) para la hostería del futuro” , fue transformado en el padre ilegítimo de un nuevo sistema social. Crítico rigurosísimo y siempre insatisfecho de sus resultados, se convirtió en la fuente del más obstinado doctrinarismo. Defensor incansable de la concepción materialista de la historia, fue arrancado de su contexto histórico mucho más que cualquier otro autor. Seguro de “que la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los trabajadores mismos” , fue enjaulado en una ideología en la que prevalecía, en cambio, la primacía de las vanguardias políticas y del partido en el papel de propulsor de la conciencia de clase y de guía de la revolución. Propugnador de la idea de que la condición para la maduración de la capacidad humana era la reducción de la jornada de trabajo, fue asimilado al credo productivista del stajanovismo. Convencido promotor de la abolición del Estado, se encontró identificado como baluarte del mismo. Interesado como pocos otros pensadores en el libre desarrollo de las individualidades de los hombres, quien sostuvo, contra un derecho burgués que esconde las desigualdades sociales detrás de una mera igualdad legal, que “el derecho, en vez de ser igual, debería ser desigual” , ha sido incorporado a una concepción que ha neutralizado la investigación de la dimensión colectiva en el indistinto de la homologación.

El originario carácter inacabado del gran trabajo crítico de Marx fue sometido a las presiones de la sistematización de los epígonos, que produjeron, inexorablemente, la deformación de su pensamiento hasta borrarlo y anularlo y convertirlo en su negación manifiesta.

II. UN AUTOR MAL CONOCIDO
“¿Acaso los escritos de Marx y Engels (…) fueron alguna vez leídos por entero por nadie que estuviese fuera de las filas de los amigos próximos y los adeptos y, por consiguiente, de los seguidores e intérpretes directos de los autores?”. Así se interrogaba Antonio Labriola, en 1897, sobre cuánto de la obra de aquéllos fuese hasta entonces conocido. Sus conclusiones fueron inequivocas: “leer todos los escritos de los fundadores del socialismo científico pareció hasta ahora un privilegio de iniciados”; el “materialismo histórico” había llegado a los pueblos de lenguas neolatinas “a través de una serie de equívocos, malentendidos, de alteraciones grotescas, de extraños disfraces y de invenciones gratuitas” . Un “marxismo” imaginario. En efecto, como fue demostrado posteriormente por la investigación historiográfica, la convicción de que Marx y Engels fuesen verdaderamente leídos ha sido el fruto de una leyenda hagiográfica. Por el contrario, muchos de sus textos eran raros o imposibles de encontrar incluso en la lengua original y, por lo tanto, la invitación del estudioso italiano a dar vida a “una edición completa y crítica de todos los escritos de Marx y Engels” , indicaba una ineludible necesidad general. En opinión de Labriola, no era necesario ni compilar antologías, ni redactar un testamentum juxta canonem receptum, sino “todo el trabajo científico y político, toda la producción literaria, aunque fuese ocasional, de los dos fundadores del socialismo crítico, debe ser puesta al alcance de los lectores (…) para que ellos hablen directamente a todos los que tengan ganas de leerlos” . Más de un siglo después de este deseo, este proyecto aún no ha sido realizado.

Junto a estas valoraciones predominantemente filológicas, Labriola planteaba otras de carácter teórico, de sorprendente previsión con respecto a la época en que vivió. Consideraba que todos los escritos y trabajos inacabados de Marx y de Engels eran “los fragmentos de una ciencia y de una política que está en continuo devenir”. Para evitar buscar en ellos “lo que no está, ni debe estar”, o sea, “una especie de vulgata o preceptiva para la interpretación de la interpretación de todo, dondequiera y cuandoquiera”, tenían que ser plenamente comprendidos, lo que sólo podía lograrse reubicándolos en el momento y el contexto de su génesis. De lo contrario, quienes “no entienden el pensar y el saber como trabajos en curso”, o sea “los doctrinarios y los presuntuosos de todo tipo que tienen necesidad de los ídolos de la mente, los hacedores de sistemas clásicos valederos para la eternidad, los compiladores de manuales y de enciclopedias, buscarán en el marxismo, del revés y del derecho, lo que éste jamás pretendió ofrecer a nadie” : una solución sumaria y fideísta a las interrogaciones de la historia.

El ejecutor natural de la realización de las opera omnia no habría podido ser otro que la Sozialdemokratische Partei Deutschlands, detentora del Nachlaß y de las mayores competencias linguísticas y teóricas. Sin embargo, los conflictos políticos en el seno de la Socialdemocracia no sólo impidieron la publicación de la imponente e importante masa de trabajos inéditos de Marx, sino que produjeron también la dispersión de sus manuscritos, comprometiendo así cualquier designio de edición sistemática . Sorprendentemente, el partido alemán tampoco lo pretendió, y trató la herencia literaria de Marx y de Engels con la máxima negligencia . Ninguno de sus teóricos se ocupó de hacer una lista del legado intelectual de los dos fundadores, que estaba compuesto por muchos manuscritos incompletos y por proyectos no llevados a término. Aún menos hubo quien se dedicase a reunir una correspondencia, voluminosa pero extremadamente dispersa, aunque ésta es utilísima como fuente de esclarecimiento, cuando no incluso de continuación, de sus escritos. La biblioteca, por último, que tenía los libros que ellos poseían con interesantes notas marginales y subrayados, fue ignorada, en parte dispersada, y sólo luego, trabajosamente reconstruida y catalogada .

La primera publicación de las obras completas, la Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA) comenzó recién en los años veinte, por iniciativa de David Borisovich Riazanov, principal conocedor de Marx en el siglo diecinueve y director del Instituto Marx-Engels de Moscú. Sin embargo, también esta empresa naufragó a causa de los tempestuosos acontecimientos que vivió el movimiento obrero internacional, los cuales muy a menudo pusieron trabas a la edición de sus textos en vez de favorecerla. Las depuraciones estalinistas en la Unión Soviética, que se abatieron también sobre los estudiosos que dirigían el proyecto, y el triunfo del nazismo en Alemania, condujeron a la precoz interrupción de la edición, tornando vano también este intento.

Se produjo así la contradicción absoluta del nacimiento de una ideología inflexible que se inspiraba en un autor cuya gigantesca obra todavía permanecía en parte inexplorada. La afirmación del “marxismo” y su cristalización como corpus dogmático precedieron al conocimiento de los textos cuya lectura era indispensable para comprender la formación y la evolución del pensamiento de Marx . Los principales trabajos juveniles, en efecto, sólo fueron impresos con la MEGA: [ Sobre la crítica de la filosofía hegeliana del derecho público.] en 1927, los [ Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y [ La idelogía alemana] en 1932 – y, como ya había sucedido con los libros segundo y tercero de El capital, en ediciones en las que aparecían como obras terminadas, opción que posteriormente engendró muchos malentendidos interpretativos.

Sucesivamente, y con tirajes que sólo pudieron asegurar una escasísima difusión, se publicaron algunos importantes trabajos preparatorios de El capital: en 1933 el [Capítulo VI inédito] y entre 1939 y 1941 los [Lineamientos fundamentales de la crítica de la economía política], más conocidos como Grundrisse. Esos inéditos, además, como los otros que siguieron, cuando no fueron escondidos por el temor a que pudiesen erosionar el canon ideológico dominante, estaban acompañados por una interpretación funcional a las exigencias políticas que, en el mejor de los casos, aportaba ajustes previsibles a dicha interpretación ya predeterminada y jamás se tradujeron en una seria rediscusión de conjunto de la obra.

El tortuoso proceso de difusión de los escritos de Marx y la carencia de una edición integral de los mismos, unidos a su carácter originario ya incompleto, al trabajo pésimo de los epígonos, a las lecturas tendenciosas y a las aún más numerosas no lecturas, son la causa fundamental de la gran paradoja: Karl Marx es un autor mal conocido, víctima de una profunda y reiterada incomprensión . Lo ha sido durante el período en el que el “marxismo” era política y culturalmente hegemónico, y todavía hoy sigue siéndolo.

IV. UNA OBRA PARA HOY
Liberada de la odiosa función de instrumentum regni, al que había sido destinada en el pasado, y de la falacia del “marxismo”, del cual fue definitivamente separada, la obra de Marx, todavía parcialmente inédita, reaparece en su aspecto original no acabado y es nuevamente presentada a los libres campos del saber. Una vez sustraída a sus autonombrados propietarios y a modos de empleo constrictivos por fin se ha hecho posible el pleno despliegue de su preciosa e inmensa herencia teórica.

Con el auxilio de la filología encuentran una respuesta la ya ineludible exigencia del reconocimiento de las fuentes, durante tanto tiempo envueltas y mistificadas por la propaganda apologética, y la necesidad de disponer de un índice seguro y definitivo de todos los manuscritos de Marx. Ella se ofrece como medio imprescindible para aclarar el texto, restableciéndole el horizonte problemático y polimorfo originario y evidenciando la enorme distancia que existe entre él y muchas de las interpretaciones y de las experiencias políticas que, aunque hayan pretendido apoyarse en él, han transmitido del mismo una percepción sumamente reductiva.

Leer a Marx con la intención de reconstruir la génesis de sus escritos y el cuadro histórico en que nacieron, de poner en evidencia la importancia de la deuda intelectual en la elaboración, de considerar su carácter constantemente multidisciplinario , tal es la complicada tarea que tiene ante sí la nueva Marx Forschung (investigación sobre Marx) y que necesita, para ser realizada, una orientación permanentemente crítica y alejada del condicionamiento engañoso de la ideología. Sin embargo, la de Marx no es solamente una obra carente de una adecuada interpretación crítica que pueda hacerle justicia a su genio , sino que es también una obra en una constante investigación por su autor.
Las reflexiones de Marx están atravesadas por una diferencia irreducible, por un carácter absolutamente particular respecto a las de la mayor parte de los otros pensadores. Ellas están unidas por un lazo inescindible entre la teoría y la praxis y se dirigen persistentemente a un sujeto privilegiado y concreto: “el movimiento real que lleva a la abolición del estado de las cosas presente” (die wirkliche Bewegung welche den jetzigen Zustand aufhebt) al cual se le confía “el derribamiento y la inversión práctica de las relaciones sociales existentes” (den praktischen Umsturz der realen gesellschftlichen Verhältnisse) . Creer que se puede relegar el patrimonio teórico y político de Marx a un pasado que ya no tendría nada que decir a los conflictos actuales, y circunscribirlo a la función de clásico momificado con un interés inofensivo para los días de hoy o encerrarlo en especialismos meramente especulativos, sería algo tan erróneo como su anterior transformación en la esfinge del gris socialismo real del siglo pasado.

Su obra conserva confines y pretensiones mucho más amplios que los ámbitos de las disciplinas académicas. Sin el pensamiento de Marx faltarían los conceptos para comprender y describir el mundo contemporáneo, así como los instrumentos críticos para invertir la subalternidad al credo imperante que presume poder representar el presente con las semblanzas antihistóricas de la naturalidad y de la inmutabilidad. Sin Marx estaríamos condenados a una verdadera afasia crítica.

No debe engañarnos la aparente inactualidad y el dogma absoluto y unánime que decreta con certeza el olvido. Sus ideas podrán en cambio provocar nuevos entusiasmos, estimular fecundas reflexiones ulteriores y sufrir otras alteraciones. La causa de la emancipación humana todavía deberá ponerlo a su servicio. Crítico sin igual del sistema de producción capitalista, Karl Marx será fundamental hasta la superación de aquél. Su “espectro” está destinado a recorrer el mundo y a hacer que la humanidad se agite todavía durante mucho tiempo.

Traducción castellana: Gulliermo Almeyra

APÉNDICE: CRONOLOGÍA DE LAS OBRAS DE MARX

AÑO TÍTULO DE LA OBRA  INFORMACIÓN SOBRE LAS EDICIONES
1841 [Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro] 1902: en Aus dem literarischen Nachlass von Karl Marx, Friedrich Engels und Ferdinand Lassalle, compilada por Mehring (version parcial).
1927: en MEGA I/1.1, compilada por Riazanov.
1842-43 Artículos para la Gaceta Renana Periódico que se imprimía en Colonia
1844 [Sobre la crítica de la filosofía hegeliana del derecho público] 1927: en MEGA I/1.1, a cargo de Riazanov.
1844 Ensayos para los Anales Franco-Alemanes Incluidos en Sobre la cuestión judía y Para la crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Introducción. Número único publicado en París. La mayor parte de los ejemplares fue confiscada por la policía.
1845 [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] 1932: en Der historische Materialismus, a cargo de Landshut y Mayer y en MEGA I/3, a cargo de Adoratsky (las ediciones difieren en su contenido y en el orden de las partes). El texto fui excluido de los volúmenes numerados de la MEW y publicado por separado.
1845 La Sagrada Familia (con Engels) Publicado en Frankfort sobre el Mein.
1845 [Tesis sobre Feuerbach] 1888: en apéndice a la reimpresión de Ludwig Fuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana de Engels.
1845-46 [La ideología alemana] (con Engels) 1903-1904: en Dokumente des Sozialismus, a cargo de Bernstein (versión parcial y manipulada).
1932: en Der historische Materialismus, a cargo de Landshut y Mayer, y en MEGA I/3, a cargo de Adoratsky (las ediciones difieren en su contenido y en el orden de las partes).
1847 Miseria de la filosofía Impreso en Bruselas y París. Texto en francés.
1848 Discurso sobre la cuestión del libre cambio Publicado en Bruselas. Texto en francés.
1848 Manifiesto del partido comunista (con Engels) Impreso en Londres. Conquistó cierta difusión a partir de los años setenta.
1848-49 Artículos para la Nueva Gaceta Renana Periódico de Colonia. Entre ellos figura Trabajo asalariado y capital.
1850 Artículos para la Nueva Gaceta Renana. Revista político-económica Fascículos mensuales impresos en Hamburgo y de exiguo tiraje. Comprenden Las luchas de clase en Francia desde 1848 a 1850.
1851-62 Artículos para el New-York Tribune Muchos artículos fueron redactados por Engels.
1852 El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte Publicado en Nueva York en el primer fascículo de Die Revolution. La mayor parte de los ejemplares no pudo ser retirada de la imprenta por dificultades financieras. A Europa llegó solamente un número insignificante de copias. La segunda edición –reelaborada por Marx – apareció sólo en 1869.
1852 [Los grandes hombres del exilio] (con Engels) 1930: en “Archiv Marksa i Engel’sa” (edición rusa). El manuscrito había sido ocultado precedentemente por Bernstein.
1853 Revelaciones sobre el proceso contra los comunistas de Colonia Impreso como anónimo en Basilea (casi todos los dos mil ejemplares fueron secuestrados por la policía) y en Boston. En 1874 fue reimpreso en el Volksstaat y Marx aparece como autor; en 1875 versión en libro.
1854 El caballero de la noble conciencia Publicado en Nueva York como folleto.
1856-57 Revelaciones sobre la historia diplomática del siglo dieciocho Aunque había sido ya publicado por Marx, después fue omitido y sólo fue publicado en Europa oriental en 1986 en la MECW. Texto en inglés.
1857-58 [Introducción a los Lineamientos fundamentales de la crítica de la economía política] 1903: en Die Neue Zeit, a cargo de Kautsky, con notables discordancias con el original.
1859 Para la crítica de la economía política Impreso en Berlín en mil ejemplares.
1860 Herr Vogt Impreso en Londres con escasa resonancia.
1861-63 [Para la crítica de la economía política (Manuscrito 1861-1863)] 1905-1910: Teorías sobre la plusvalía; a cargo de Kautsky (versión manipulada). El texto fiel al original recién apareció en 1954 (edición rusa) y en 1956 (edición alemana).
1976-1982: publicación integral de todo el manuscrito en MEGA² II/3.1-3.6.
1863-64 [Sobre la cuestión polaca] 1961: Manuskripte über die polnische Frag, a cargo del IISG.
1863-67 [Manuscritos económicos 1863-67] 1894: El capital. Libro tercero. El proceso global de la producción capitalista, a cargo de Engels (basado también sobre manuscritos sucesivos, editados en MEGA² II/14 y en preparación en MEGA² II/4.3).
1933: Libro primero. Capítulo VI inédito, en “Archiv Marksa i Engel’sa” (edición rusa).
1988: publicación de manuscritos del Libro primero y del Libro segundo, en MEGA² II/4.1.
1992: publicación de manuscritos del Libro tercero, en MEGA² II/4.2.
1864-72 Discursos, resoluciones, circulares, manifiestos, programas, estatutos para la Asociación Internacional de los Trabajadores Incluyen el Mensaje inaugural de la Asociación internacional de los trabajadores, La guerra civil en Francia y Las llamadas escisiones en la Internacional (con Engels). Por lo general, textos en inglés.
1865 [Salario, precio y ganancia] 1898: a cargo de Eleanor Marx. Texto en inglés.
1867 El capital. Libro primero. El proceso de producción del capital Editado en mil ejemplares en Hamburgo. Segunda edición en 1873 de tres mil copias. Traducción rusa en 1872.
1870 [Manuscrito para el libro segundo de El capital] 1885: El capital. Libro segundo. El proceso de circulación del capital, a cargo de Engels (basado también sobre el manuscrito de 1880-1881 y sobre los otros más breves de 1867-1868 y de 1877-1878, en preparación en MEGA² II/11).
1872-75 El capital. Libro primero: El proceso de producción del capital (edición francesa) Texto reelaborado para la traducción francesa publicada en fascículos. Según Marx tiene “un valor científico independiente del original”.
1874-75 [Notas sobre “Estado y Anarquía” de Bakunin] 1928: en Letopisi marxisma, prefacio de Riazanov (edición rusa). Manuscritos con extractos en ruso y comentarios en alemán.
1875 [Crítica al Programa de Gotha] 1891: en Die Neue Zeit, a cargo de Engels, que modificó algunos trechos del original.
1875 [La relación entre la cuota de plusvalía y la cuota de ganancia desarrollada matemáticamente] 2003: en MEGA² II/14.
1877 Sobre la “Historia crítica” (capítulo del Anti-Dühring de Engels) Publicado parcialmente en el Vorwärts y después íntegramente en la edición como libro.
1879-80 [Anotaciones sobre “La propiedad común rural” de Kovalevsky] 1977: en Karl Marx über Formen vorkapitalischer Produktion, a cargo del IISG.
1880-81 [Extractos de “La sociedad antigua” de Morgan] 1972: en The Ethnological Notebooks of Karl Marx, a cargo del IISG. Manuscritos con extractos en inglés.
1881 [Glosas marginales al “Manual de economía política” de Wagner] 1932: en El Capital (versión parcial).
1933: en SOČ XV (edición rusa).
1881-82 [Extractos cronológicos desde el 90 a.C hasta el 1648 ca.] 1938-1939: en “Archiv Marksa i Engel’sa” (versión parcial, edición rusa).
1953: en Marx,Engels, Lenin, Stalin, Zur deutschen Geschichte (versión parcial).

 

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La crisis del capitalismo y la importancia actual de Marx 150 años después de los Grundrisse

“Para cualquier interesado en las ideas, sea un estudiante universitario o no, es patentemente claro que Marx es y permanecerá como una de las grandes mentes filosóficas y analistas económicas del siglo diecinueve y, en su máxima expresión, un maestro de una prosa apasionada.

También es importante leer a Marx porque el mundo en el cual vivimos hoy, no puede entenderse sin la influencia que los escritos de este hombre tuvieron sobre el siglo XX. Y, finalmente, debería ser leído porque como él mismo escribió, el mundo no puede ser cambiado de manera efectiva a menos que sea entendido, y Marx permanece como una soberbia guía para la comprensión del mundo y los problemas a los que debemos hacer frente.”

Eric Hobsbawm es considerado uno de los más grandes historiadores vivientes. Es Presidente de la Birkbeck College (London University) y profesor emérito de la New School for Social Research (New York). Entre sus muchos escritos se encuentran la trilogía acerca del “largo siglo XIX”: The Age of Revolution: Europe 1789-1848 (1962); The Age of Capital: 1848-1874 (1975); The Age of Empire: 1875-1914 (1987) y el libro The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914-1991 (1994) traducidos a varios idiomas. Le entrevistamos cuando la publicación del volumen Karl Marx’s Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later y con motivo de la nueva actualidad que están teniendo en los últimos años los escritos de Marx y después de la nueva crisis de Wall Street. Nuestro colaborador Marcello Musto lo entrevistó para Sin Permiso.

1) Marcelo Musto. Profesor Hobsbawm, dos décadas después de 1989, cuando fue apresuradamente relegado al olvido, Karl Marx ha regresado al centro de atención. Libre del papel de intrumentum regni que le fue asignado en la Unión Soviética y de las ataduras del “marxismo-leninismo”, no solo ha recibido atención intelectual por la nueva publicación de su obra sino que también ha sido el centro de un mayor interés. De hecho, en 2003, la revista francesa Nouvel Observateur dedicó un número especial a Karl Marx. Le penseur du troisième millénaire? Un año después, en Alemania, en una encuesta organizada por la compañía de televisión ZDF para establecer quien eran los más importantes alemanes de todos los tiempos, más de 500.000 televidentes votaron por Karl Marx; quien obtuvo el tercer lugar en la clasificación general y primero en la categoría de “relevancia actual”. Luego, en 2005, el semanario Der Spiegel le dedicó una portada con el título de Ein Gespenst Kehrt zurük (Un espectro ha vuelto) mientras los escuchas del programa In Our Time de Radio 4 de la BBC votaron por Marx como el más grande filósofo.
En una conversación recientemente publicada con Jacques Attalí, usted dijo que paradójicamente “son los capitalistas, más que otros, quienes han estado redescubriendo a Marx” y usted habló de su asombro, cuando el hombre de negocios y político liberal, George Soros, le dijo a usted que: “He estado leyendo a Marx y hay muchas cosas interesantes en lo que él dice”. Aunque sea débil y más bien vago ¿cuáles son las razones de este renacimiento? ¿Es probable que su obra sea de interés solamente para los especialistas e intelectuales, para ser presentada en cursos universitarios como un gran clásico del pensamiento moderno que no debería ser olvidado? o ¿también podría venir una nueva “demanda de Marx” en el futuro desde el lado político?

Eric Hobsbawm. Hay un indudable renacimiento del interés público en Marx en el mundo capitalista, sin embargo, probablemente no todavía en los nuevos miembros de la Unión Europea de Europa del Este. Este renacimiento, fue probablemente acelerado por el hecho de que el 150 aniversario de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista coincidió con una crisis económica internacional particularmente dramática en medio de un período de ultra-rápida globalización del libre mercado.

Marx predijo la naturaleza de la economía mundial en el comienzo del Siglo XXI, sobre la base de su análisis de la “sociedad burguesa”, ciento cincuenta años antes. No es sorprendente que los capitalistas inteligentes, especialmente en el sector financiero globalizado, fueran impresionados por Marx, ya que ellos fueron necesariamente más concientes que otros de la naturaleza y las inestabilidades de la economía capitalista en la cual ellos operaban. La mayoría de la izquierda intelectual ya no supo que hacer con Marx. Fue desmoralizada por el colapso del proyecto social-demócrata en la mayoría de los Estados Atlánticos del Norte en los ochenta y la conversión masiva de los gobiernos nacionales a la ideología de libre mercado así como por el colapso de los sistemas políticos y económicos que afirmaban ser inspirados por Marx y Lenin. Los así llamados, “nuevos movimientos sociales” como el feminismo, tampoco tuvieron una conexión lógica con el anti-capitalismo (aunque como individuos sus miembros pudieran estar alineados con él) o cuestionaron la creencia en el progreso sin fin del control humano sobre la naturaleza que tanto el capitalismo como el socialismo tradicional habían compartido. Al mismo tiempo, “el proletariado”, dividido y disminuido, dejó de ser creíble como el agente histórico de la transformación social de Marx. Es también el caso que desde 1968, los más prominentes movimientos radicales han preferido la acción directa no necesariamente basada sobre muchas lecturas y análisis teóricos. Claro, esto no significa que Marx dejara de ser considerado como un gran y clásico pensador, aunque por razones políticas, especialmente en países como Francia e Italia, que alguna vez tuvieron poderosos Partidos Comunistas, ha habido una ofensiva intelectual apasionada contra Marx y los análisis marxistas, que probablemente llegaron a su más alto nivel en los ochenta y noventa. Hay signos de que ahora el agua retomará su nivel.

2) M. M. A través de su vida, Marx fue un agudo e incansable investigador, quien percibió y analizó mejor que ninguno otro en su tiempo, el desarrollo del capitalismo a escala mundial. Él entendió que el nacimiento de una economía internacional globalizada era inherente al modo capitalista de producción y predijo que este proceso generaría no solamente el crecimiento y la prosperidad alardeados por políticos y teóricos liberales sino también violentos conflictos, crisis económicas e injusticia social generalizada. En la última década hemos visto la Crisis financiera del este asiático, que empezó en el verano de 1997; la crisis económica argentina de 1999-2002 y sobre todo, la crisis de los préstamos hipotecarios, que empezó en Estados Unidos en 2006 y ahora ha devenido la más grande crisis financiera de la post-guerra. ¿Es correcto decir entonces, que el regreso al interés en Marx está basado en la crisis de la sociedad capitalista y sobre su perdurable capacidad de explicar las profundas contradicciones del mundo actual?

E. H. Si la política de la izquierda en el futuro será inspirada una vez más en los análisis de Marx, como lo fueron los viejos movimientos socialistas y comunistas, dependerá de lo que pase en el mundo capitalista. Pero esto aplica no solamente a Marx sino a la izquierda como un proyecto y una ideología política coherente. Puesto que, como usted dice correctamente, la recuperación del interés en Marx está considerablemente yo diría, principalmente- basado sobre la actual crisis de la sociedad capitalista, la perspectiva es más prometedora de lo que fue en los noventa. La presente crisis financiera mundial, que bien puede devenir en una mayor depresión económica en Estados Unidos, dramatiza el fracaso de la teología del libre mercado global incontrolado y obliga, inclusive del Gobierno norteamericano, a considerar optar por tomar acciones públicas olvidadas desde los treinta. Las presiones políticas están ya debilitando el compromiso de los gobiernos neoliberales en torno a una globalización incontrolada, ilimitada y desregulada. En algunos casos (China) las vastas desigualdades e injusticias causadas por una transición de modo general a una economía de libre mercado, plantea ya problemas importantes para la estabilidad social y dudas inclusive en altos niveles de gobierno.

Es claro que cualquier “retorno a Marx” será esencialmente un retorno al análisis de Marx del capitalismo y su lugar en la evolución histórica de la humanidad incluyendo, sobre todo, sus análisis de la inestabilidad central del desarrollo capitalista que procede a través de crisis económicas auto-generadas con dimensiones políticas y sociales. Ningún marxista podría creer por un momento que, como argumentaron los ideólogos neoliberales en 1989, el capitalismo liberal se había establecido para siempre, que la historia tenía un fin o, en efecto, que cualquier sistema de relaciones humanas podría ser para siempre, final y definitivo.

3) M. M. No piensa usted que si las fuerzas políticas e intelectuales de la izquierda internacional, que se cuestionan a sí mismas con respecto al socialismo en el nuevo siglo, renunciaran a las ideas de Marx, ¿no perderían una guía fundamental para el examen y la transformación de la realidad actual?

E. H. Ningún socialista puede renunciar a las ideas de Marx, en tanto que su creencia de que el capitalismo debe ser sucedido por otra forma de sociedad está basada, no en la esperanza o la voluntad sino en un análisis serio del desarrollo histórico, particularmente de la era capitalista. Su predicción real de que el capitalismo sería re-emplazado por un sistema administrado o planeado socialmente todavía parece razonable, aunque él ciertamente subestimó los elementos de mercado que sobrevivirían en algún sistema(s) post-capitalista. Puesto que él deliberadamente se abstuvo de especular acerca del futuro, no puede ser hecho responsable por las formas específicas en que las economías “socialistas” fueron organizadas bajo el “socialismo realmente existente”. En cuanto a los objetivos del socialismo, Marx no fue el único pensador que quería una sociedad sin explotación y alienación, en que los seres humanos pudieran realizar plenamente sus potencialidades, pero sí fue el que la expresó con mayor fuerza que nadie, y sus palabras mantienen el poder para inspirar.

Sin embargo, Marx no regresará como una inspiración política para la izquierda hasta que sea entendido que sus escritos no deben ser tratados como programas políticos, autoritariamente, o de otra manera, ni como descripciones de una situación real del mundo capitalista de hoy, sino más bien, como guías hacia su modo de entender la naturaleza del desarrollo capitalista. Ni tampoco podemos o debemos olvidar que él no logró una presentación bien planeada, coherente y completa de sus ideas, a pesar de los intentos de Engels y otros de construir de los manuscritos de Marx, un volumen II y III de El Capital. Como lo muestran los Grundrisse. Incluso, un Capital completo habría conformado solamente una parte del propio plan original de Marx, quizá excesivamente ambicioso.

Por otro lado, Marx no regresará a la izquierda hasta que la tendencia actual entre los activistas radicales de convertir el anticapitalismo en anti-globalismo sea abandonada. La globalización existe y, salvo un colapso general de la sociedad humana, es irreversible. En efecto, Marx lo reconoció como un hecho y. como un internacionalista, le dio la bienvenida, teóricamente. Lo que él criticó y lo que nosotros debemos criticar es el tipo de globalización producida por el capitalismo.

4) M. M. Uno de los escritos de Marx que suscitaron el mayor interés entre los nuevos lectores y comentadores son los Grundrisse. Escritos entre 1857 y 1858, los Grundrisse son el primer borrador de la crítica de la economía política de Marx y, por tanto, también el trabajo inicial preparatorio del Capital; contiene numerosas reflexiones sobre temas que Marx no desarrolló en ninguna otra parte de su creación inacabada. ¿Por qué, en su opinión, estos manuscritos de la obra de Marx, continúan provocando más debate que cualquiera otro, a pesar del hecho de que los escribió solamente para resumir los fundamentos de su crítica de la economía política? ¿Cuál es la razón de su persistente interés?

E. H. Desde mi punto de vista, los Grundrisse han provocado un impacto internacional tan grande sobre la escena marxista intelectual por dos razones relacionadas. Permanecieron virtualmente no publicados antes de los cincuenta y, como usted dice, conteniendo una masa de reflexiones sobre asuntos que Marx no desarrolló en ninguna otra parte. No fueron parte del largamente dogmatizado corpus del marxismo ortodoxo en el mundo del socialismo soviético, de ahí que el socialismo soviético no pudiera simplemente desecharlos. Pudieron, por tanto, ser usados por marxistas que querían criticar ortodoxamente o ampliar el alcance del análisis marxista mediante una apelación a un texto que no podría ser acusado de ser herético o anti-marxista. Por tanto, las ediciones de los setenta y los ochenta antes de la caída del Muro de Berlín, continuaron provocando debate, fundamentalmente porque en estos manuscritos Marx plantea problemas importantes que no fueron considerados en el Capital, como por ejemplo, las cuestiones planteadas en mi prefacio al volumen de ensayos que usted recolectó (Karl Marx’s Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later , editado por M. Musto, Londres-Nueva York, Routledge, 2008).

5) M. M. En el prefacio de este libro, escrito por varios expertos internacionales para conmemorar el 150 aniversario desde su composición, usted escribió: “Quizá este es el momento correcto para regresar al estudio de los Grundrisse menos constreñidos por las consideraciones temporales de las políticas de izquierda entre la denuncia de Nikita Khrushchev de Stalin y la caída de Mikhail Gorbachev”. Además, para subrayar el enorme valor de este texto, usted establece que los Grundrisse “contienen análisis y la comprensión, por ejemplo, de la tecnología, que lleva al tratamiento de Marx del capitalismo mas allá del siglo XIX en la era de una sociedad donde la producción no requiere ya mano de obra masiva, de automatización, de potencial de tiempo libre y de las transformaciones de alienación en tales circunstancias. Este es el único texto que va, de alguna manera, más allá de los propios indicios de Marx del futuro comunista en la Ideología Alemana. En pocas palabras, ha sido correctamente descrito como el pensamiento de Marx en toda su riqueza. Por tanto ¿cuál podría ser el resultado de la re-lectura de los Grundrisse hoy?

E. H. No hay probablemente más que un puñado de editores y traductores que han tenido un pleno conocimiento de esta gran y notoriamente difícil masa de textos. Pero una re-re-lectura o más bien lectura de ellos hoy puede ayudarnos a repensar a Marx: a distinguir lo general en el análisis del capitalismo de Marx de lo que fue específico de la situación de la “sociedad burguesa” en la mitad del siglo XIX. No podemos predecir qué conclusiones de este análisis son posibles y probablemente solamente que ellos ciertamente no llevarán a acuerdos unánimes.

6) M. M. Para terminar una pregunta final ¿Por qué es importante leer hoy a Marx?

E. H. Para cualquier interesado en las ideas, sea un estudiante universitario o no, es patentemente claro que Marx es y permanecerá como una de las grandes mentes filosóficas y analistas económicas del siglo diecinueve y, en su máxima expresión, un maestro de una prosa apasionada. También es importante leer a Marx porque el mundo en el cual vivimos hoy, no puede entenderse sin la influencia que los escritos de este hombre tuvieron sobre el siglo XX. Y finalmente debería ser leído porque como él mismo escribió, el mundo no puede ser cambiado de manera efectiva a menos que sea entendido, y Marx permanece como una soberbia guía para la comprensión del mundo y los problemas a los que debemos hacer frente.

Traducción: Gabriel Vargas Lozano

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Marx contra Vogt

A través del último volumen de la Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA2), accedemos a la publicación completa de la correspondencia de Karl Marx entre 1860-1861: un capítulo demasiado poco explorado de su biografía intelectual. Este período comprende la redacción del polémico escrito El señor Vogt, los esbozos de El capital, los artículos periodísticos para el New York Tribune y para el Die Presse, además de los estudios realizados a través de minuciosas lecturas, las vicisitudes de su salud y la incierta fortuna de su existencia, causada por la profunda miseria que lo oprimía.

Vicisitudes editoriales de las obras de Marx y Engels
A pesar de la enorme difusión de los escritos y de la amplia afirmación de sus teorías, Marx y Engels todavía carecen de una edición integral y científica de sus obras. La primera razón de esta paradoja se debe al carácter incompleto y fragmentario de la obra de Marx, de la cual, excluyendo los artículos periodísticos editados entre 1848 y 1862, los trabajos publicados fueron relativamente pocos si se los compara a todos los realizados solo parcialmente o a la imponente mole de investigaciones desarrolladas. Esto lo testimonió el mismo Marx, cuando en 1881, en uno de sus últimos años de vida, al ser consultado por Karl Kautsky sobre la posibilidad de una edición completa de sus obras, respondió: “antes que nada éstas deberían escribirse”. En segundo lugar, sobre la publicación de los trabajos de los dos autores han influido las vicisitudes del movimiento obrero, que a menudo lejos de favorecer, obstaculizaron la edición de sus textos.

El primer intento de publicar todos los escritos de Marx y Engels se remonta a los años veinte, cuando David Borissovitch Riazanov, formidable estudioso y conocedor de Marx, además de director del Instituto Marx-Engels en la naciente república de los Soviets, dispuso la publicación en el idioma original a través de la Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA). Sin embargo, a causa de las purgas del estalinismo, que también recayeron sobre los estudiosos del instituto -el mismo Riazanov fue destituido y condenado al exilio en 1931-, el proyecto fue interrumpido en 1935, y de los 42 volúmenes inicialmente previstos, fueron entregados a las imprentas solamente 12 (en 13 tomos). También en la Unión Soviética, desde 1928 a 1946, fue publicada la primera edición en ruso: la Sochineniya (obras completas). Aunque, pese a su nombre, ella reproducía solo un número parcial de los escritos, sus 28 volúmenes (en 33 tomos) conformaron, para la época, la compilación cuantitativamente más consistente de los dos autores. La segunda Sochineniya, en cambio, apareció entre 1955 y 1966 en 39 volúmenes (42 tomos).

Desde 1956 hasta 1968, en la República Democrática Alemana, por iniciativa del Comité Central de la SED, fueron impresos los 41 volúmenes (en 43 tomos) de la Marx Engels Werke (MEW). Sin embargo, esa edición, lejos de ser completa, resultaba tediosa por las introducciones y las notas que, concebidas de acuerdo al modelo de la edición soviética, orientaban la lectura según la concepción del “marxismo-leninismo”. No obstante lo cual, ella constituyó la base de numerosas ediciones análogas en otros idiomas, entre las cuales también están las Opere italianas, que nunca fueron completadas y aparecieron solo en 32 de los 50 volúmenes previstos.

El proyecto de una “segunda” MEGA, que se proponía reproducir de manera fiel y con un amplio aparato crítico todos los escritos de los dos pensadores, renació durante los años sesenta. Sin embargo, las publicaciones iniciadas en 1975 también fueron interrumpidas, esta vez luego de la caída del bloque de los ‘países socialistas’. En 1990, con el objetivo de completar la edición histórico-crítica, distintos institutos en Holanda, Alemania y Rusia conformaron la ” Internationale Marx-Engels-Stiftung” (IMES). Desde 1998, luego de una meticulosa fase de reorganización en la que fueron preparados nuevos principios editoriales y después del traspaso de casa editora -de la Dietz Verlag al la Akademie Verlag-, se retomó la publicación de la Marx-Engels Gesamtausgabe, la denominada MEGA2.

Esta iniciativa reviste de una gran importancia si se considera que una parte considerable de los manuscritos, de la imponente correspondencia, y de la inmensa mole de resúmenes y anotaciones que Marx solía hacer de los textos que leía, permanece inédita. El proyecto integral, del cual participan estudiosos que trabajan en Alemania, Rusia, Japón, Estados Unidos, Holanda, Francia y Dinamarca, se divide en cuatro secciones: la primera comprende todas las obras, los artículos y los bosquejos excluido El capital; la segunda, El capital y todos sus trabajos preparatorios a partir de 1857; la tercera, el epistolario; la cuarta, los resúmenes, las anotaciones y las notas al margen. Hasta hoy, de los 114 volúmenes han sido publicados 52 (12 luego de su continuación en 1998), cada uno de los cuales consta de dos tomos: el texto más el aparato, que contiene los índices y muchos datos adicionales. [1]

La correspondencia de Marx y Engels
El volumen que aquí se presenta – Marx y Engels Gesamtausgabe (MEGA2), Dritte Abteilung, Band 11: Briefwechsel Juni 1860 bis Dezember 1861, Akademie Verlag, Berlin 2005 – es el último editado. Éste incluye una parte de la correspondencia que Marx y Engels intercambiaron en el transcurso de sus vidas y el que mantuvieron con los numerosos corresponsales con los que estuvieron en contacto. El número total de las cartas de este epistolario es enorme. Han sido encontradas, de hecho, más de 4.000 escritas por Marx y Engels, de las cuales 2.500 son aquellas que se intercambiaron directamente y 10.000 son las escritas por ellos a terceros. Además, otras 6.000, aunque no fueron transmitidas, han dejado un cierto testimonio de su existencia. Luego de las nuevas líneas editoriales adoptadas en la MEGA2, todas las cartas siguen rigurosamente el criterio de la sucesión cronológica y los volúmenes ya no están divididos, como en el pasado, en dos partes distintas, una con las cartas escritas por Marx y Engels, y otra con las recibidas por ellos.

El texto que se examina presenta la correspondencia intercambiada entre junio y diciembre del año 1861, período que comprende, esencialmente, las tortuosas vicisitudes relativas a la publicación de Herr Vogt y al violento encuentro que hubo entre éste y Marx. De las 386 cartas conservadas, 133 son las escritas por Marx y Engels, y 253 son las que ellos recibieron -entre éstas, 204 son publicadas por primera vez-. De las primeras 133, 95 son las intercambiadas entre ambos, 73 fueron escritas por Marx a Engels y 22 por Engels a Marx (de la reconstrucción de la correspondencia, sin embargo, ha surgido que al menos 17 cartas de Engels a Marx no fueron transmitidas). Finalmente, son once las cartas escritas por Ferdinand Lassalle a Marx.

El señor Vogt
Representante de la izquierda en la Asamblea nacional de Frankfurt entre 1848-1849, Karl Vogt era, al mismo tiempo, profesor de ciencias naturales en Ginebra, donde vivía exiliado. En la primavera de 1859, publicó un panfleto Studien zur gegenwärtige Lage Europas, en el que sostuvo el punto de vista bonapartista en política externa. En junio del mismo año, apareció en Londres un volante anónimo que denunciaba las intrigas de Vogt a favor de Napoleón III, en particular, sus intentos de corromper a algunos periodistas para que dieran versiones filo-bonapartistas de los sucesos políticos en curso. La acusación -que como luego se demostró fue obra de Karl Blind, periodista y escritor alemán emigrado en Londres- fue retomada por el periódico semanal Das Volk, en el que también colaboraban Marx y Engels, y por el Allgemeine Zeitung.

Esto indujo a Vogt a promover una acción legal contra el periódico alemán, que no pudo impugnar la denuncia a causa del anonimato en el que Blind quiso permanecer. Aunque la demanda fuera rechazada, Vogt fue el vencedor moral de todo el asunto, y al publicar el informe de los acontecimientos ( Mein Prozess gegen die Allgemeine Zeitung), acusó a Marx de ser el inspirador de un complot en su contra y el jefe de una banda que vivía amenazando a quienes habían participado en los movimientos revolucionarios de 1848, chantajeándolos con revelar sus nombres si no estaban dispuestos a pagar el precio del silencio [2].

Además de tener eco en Francia e Inglaterra, el escrito de Vogt tuvo un gran suceso en Alemania y causó una gran conmoción en la prensa liberal: “naturalmente el júbilo de la prensa burguesa no tiene límites [3]”. En particular, el National-Zeitung publicó un resumen de dos extensos artículos fundamentales en enero de 1860. Como consecuencia, Marx demandó al periódico por difamación, pero el “Supremo Tribunal Real Prusiano” rechazó la instancia decretando que los artículos no sobrepasaban los límites de la crítica permitida, y que de ellos no resultaba la intención de ofender. El sarcástico comentario que Marx hizo sobre la sentencia fue: “como aquel turco que le cortó la cabeza a un griego, sin malas intenciones” [4].

El texto de Vogt mezclaba, con hábil maestría, sucesos verdaderos y otros completamente inventados, para poder despertar dudas sobre la historia real de la emigración entre quienes no estaban al tanto de todos los hechos. Para salvaguardar su propia reputación, Marx se sintió obligado a organizar su defensa y, por eso, a fines de febrero de 1860, comenzó a juntar el material para un libro contra Vogt. Realizó esto utilizando dos caminos. Ante todo, escribió decenas de cartas a los militantes con los que había tenido relaciones políticas durante y después de 1848, con el fin de obtener todos los documentos posibles referidos a Vogt [5]. Además, para ilustrar de la mejor manera posible la política de los principales Estados europeos y revelar el rol reaccionario de Bonaparte, desarrolló extensos estudios sobre la historia política y diplomática de los siglos XVII, XVIII y XIX [6]. Sin duda, esta última parte es la más interesante del escrito, además -junto con la que contiene la reconstrucción de la historia de la “Liga de los Comunistas”- es la única que conserva valor para el lector contemporáneo.

De todos modos, como le sucedía siempre a Marx, sus estudios aumentaron mucho las dimensiones del libro que le “crecía bajo las manos” [7], y los tiempos para completarlo se prolongaron cada vez más. De hecho, no obstante Engels lo exhortara: “sé, pues, al menos una vez un poco superficial para poder salir justo a tiempo” [8], y escribiera a Jenny Marx: “nosotros siempre hacemos las cosas más estupendas, pero las hacemos siempre de modo que no salen justo a tiempo, y así todas caen al vacío (…) les pido que hagan lo posible para que se haga algo, pero de inmediato, para encontrar al editor y para que el opúsculo finalmente esté listo” [9], Marx se decidió a terminarlo recién en noviembre. Él hubiera querido titular el libro “Dá-Dá-Vogt” [10], para evocar la semejanza de opiniones entre Vogt y el periodista bonapartista árabe contemporáneo a él, Dá-Dá- Roschaid. Éste, traduciendo los panfletos bonapartistas en árabe por orden de las autoridades de Argel, había definido al emperador Napoleón III como “el sol de beneficencia, la gloria del firmamento” [11], y a Marx nada le parecía más apropiado para Vogt que el epíteto de “Dá-Dá alemán” [12]. Sin embargo, Engels lo convenció de optar por el más comprensible Herr Vogt (El señor Vogt).

Ulteriores problemas se manifestaron respecto al lugar de la publicación del libro. Engels, a propósito, recomendó vivamente hacer salir el libro en Alemania: “es necesario evitar a toda costa imprimir tu opúsculo en Londres (…) Ya hemos experimentado cientos de veces con la literatura de la emigración, siempre sin ningún resultado, siempre dinero y trabajo tirados por nada y para colmo la rabia” [13]. Pero dado que ningún editor alemán estaba disponible, Marx publicó el libro en Londres con el editor Petsch, lo que fue posible gracias a una colecta de dinero para pagar los gastos. Engels comentó que hubiese sido “preferible imprimir en Alemania y era absolutamente necesario lograrlo (:) un editor alemán (…) bien tiene otra fuerza para desarticular la conspiration du silence” [14].

La refutación de las acusaciones de Vogt mantuvo ocupado a Marx durante un año entero, obligándolo a suspender totalmente sus estudios económicos que, según el contrato convenido con el editor Duncker de Berlín, debían haber proseguido a Para una crítica de la economía política, publicada en 1859. Aparentemente, el entusiasmo que lo había invadido durante este suceso contagió también a quienes le eran más cercanos. La mujer Jenny hallaba en El señor Vogt una fuente de “placer y deleite sin fin”; Engels afirmó que la obra era “ciertamente el mejor trabajo polémico que (él hubiese) escrito hasta ahora”[15]; Lassalle saludó el texto como “algo magistral en todos los sentidos” [16]; Wilhelm Wolf, finalmente, dijo: “es una obra maestra de principio a fin” [17].

En realidad, para poder ser hoy comprendido en todas sus referencias y alusiones, El señor Vogt requeriría un amplio comentario. Además, todos los principales biógrafos de Marx han sido unánimes en considerar esta obra como una notable pérdida de tiempo y energías. Al recordar cómo distintos conocidos de Marx habían intentado disuadirlo de emprender esta empresa, Franz Mehring afirmaba que “estamos tentados a desear que él hubiese escuchado esas voces porque ésta obstaculizó (…) la gran obra de su vida (…) a causa del costoso gasto de fuerza y tiempo que derrochó sin una ganancia real” [18]. Con semejante parecer, en 1929, Karl Vorländer escribía: “hoy, después de dos generaciones, razonablemente se puede dudar si valía la pena desperdiciar en esta miserable cuestión, que duró casi un año, tanto trabajo espiritual y tantos gastos financieros para escribir un opúsculo, en el que arremetía contra el odiado adversario, de 191 páginas redactado con brillante argucia, con lemas y citas de toda la literatura mundial (Fischart, Calderón, Shakespeare, Dante, Pope, Cicerón, Boiardo, Sterne, y la literatura en medio-alto alemán)” [19].

También Nikolaevsky y Maenchen-Helfen blasfemaban el hecho de que: “Marx había empleado más de un año en defenderse contra un intento de acabar con su vida política con las denuncias (y que) solo hacia la mitad de 1861 pudo retomar su obra de economía” [20]. También según David McLellan, la polémica contra Karl Vogt “fue un claro ejemplo de la singular capacidad (de Marx) para utilizar una gran cantidad de energías en argumentos absolutamente insignificantes, y de su talento para la inventiva” [21]. Francis Wheen, finalmente, se ha cuestionado de este modo: “para responder a las calumnias publicadas sobre la prensa suiza por un oscuro político llamado Karl Vogt, ¿era realmente necesario escribir un libro de doscientas páginas?” Y a continuación, señalaba que: “los cuadernos de economía permanecieron cerrados sobre su escritorio mientras su autor se distraía con una disputa tan espectacular como superflua (…) una violenta réplica que, ya sea por su extensión como por su tono furibundo, superaba ampliamente el panfleto originario al que quería responder” [22].

Aquello que más sorprende de este escrito es el uso excesivo de referencias literarias en las argumentaciones de Marx. Junto con los autores ya mencionados por Vorländer, sobre el escenario de esta obra aparecen, entre otros, Virgilio, distintos personajes de la Biblia traducida por Lutero, Schiller, Byron, Hugo y, naturalmente, los amadísimos Cervantes, Voltaire, Goethe, Heine y Balzac [23]. Sin embargo, estas citas -y por tanto el precioso tiempo ocupado para construirlas- no respondían solamente al deseo de Marx por mostrar la superioridad de su cultura sobre la de Vogt o al de hacer el panfleto más agradable a los lectores a través de satíricos ribetes; ellas reflejaban dos características esenciales de la personalidad de Marx.

La primera es la enorme importancia que él le asignó, durante todo el transcurso de su existencia, al estilo y a la estructura de sus obras, aún de las menores o de las polémicas como El señor Vogt. Siempre le suscitaban una gran indignación la mediocridad, la forma vulgar, la construcción incierta y con errores de gramática, la falta de lógica en las formulaciones y la presencia de muchos errores en gran parte de los escritos con los que, en sus muchas batallas, el discrepó [24]. Por eso, junto al conflicto de naturaleza teórica, también arremetía contra la vulgaridad intrínseca, la falta de calidad en las obras de sus contendientes, y quería mostrarles no sólo la precisión de lo que él escribía, sino también cuál era el mejor modo de hacerlo.

La segunda impronta típicamente marxiana, que se entreve a través del imponente trabajo preparatorio de El señor Vogt, es la agresividad y la irrefrenable virulencia con la que se lanzaba contra sus adversarios directos, ya fueran filósofos, economistas o militantes y se llamaran Bauer, Stirner, Proudhon, Vogt, Lassalle o Bakunin. Marx quería aniquilarlos, demostrar de todas las formas posibles la falta de fundamento de sus concepciones, obligarlos a rendirse impidiéndoles producir objeciones a sus aserciones. Así, conducido por este ímpetu, estaba tentado a sepultar a sus contrincantes bajo montañas de argumentaciones críticas, y cuando esta furia se apoderaba de él, al punto de hacerle perder de vista también su proyecto de crítica de la economía política, hete aquí que no se contentaba más ‘sólo’ con Hegel, Ricardo o con los acontecimientos históricos, sino que utilizaba a Esquilo, Dante, Shakespeare y Lessing.

El señor Vogt fue como un encuentro fatal entre estos dos componentes de su carácter. Un cortocircuito causado por uno de los ejemplos más eclécticos de la picardía literaria tan odiada por Marx y por la voluntad de destruir al enemigo que, con la mentira, había amenazado la credibilidad e intentado manchar su historia política.

Con este libro, Marx esperaba suscitar revuelo e intentó cuanto pudo para hacer hablar a la prensa alemana. Sin embargo, ni los periódicos ni el mismo Vogt le concedieron ninguna atención: “los perros (…) quieren matar el asunto con el silencio” [25]. También “la publicación de una reelaboración francesa, muy abreviada, que estaba por imprimirse” [26], fue impedida ya que el texto fue alcanzado por la censura e introducido en la lista de los volúmenes prohibidos. Durante la vida de Marx y Engels no apareció ninguna otra edición de El señor Vogt y tampoco fueron reimpresos más que breves pasajes escogidos. El libro traducido al italiano fue publicado recién cincuenta años después, en 1910, por el editor Luigi Mongini.

Contra la miseria y la enfermedad
Contribuyeron a prolongar los retrasos del trabajo de Marx y a complicar terriblemente su situación personal sus dos enemigas de siempre: la miseria y la enfermedad. De hecho, en este período, la condición económica de Marx fue verdaderamente desesperante. Rodeado por las demandas de los muchos acreedores y con el espectro constante de las imposiciones del broker, el oficial judicial en puertas, él se lamentaba con Engels afirmando: “no sé cómo podré arreglármelas, porque los impuestos, las escuelas, la casa, las droguerías, el carnicero, dios y el diablo no quieren darme más tregua” [27]. A fines de 1861, la situación se volvió todavía más grave y para resistir, junto a la constante ayuda del amigo – hacia el cual sentía una gratitud inmensa “por las extraordinarias pruebas de amistad”[28] -, Marx estuvo obligado a empeñar “todo salvo las paredes de la casa” [29].

Siempre al amigo, escribió: “de qué júbilo no me habría colmado el ánimo el fiasco del sistema financiero decembrista pronosticado por mí tan ampliamente y reiteradamente en elTribune, si fuera libre de estas piojerías y no viese a mi familia aplastada por estas miserables angustias!” [30]. Además, a fines de diciembre, al dirigir los augurios para las vísperas del año nuevo, se expreso así: “si éste tuviera que ser igual al pasado, por lo que me concierne, más bien preferiría el infierno”[31].

Los desconsolantes problemas de naturaleza financiera iban acompañados de los de salud, que contribuían a generar. El estado de profunda depresión en el que cayó por muchas semanas la esposa de Marx, Jenny, la volvió más receptiva para la viruela, que contrajo a fines de 1860 y puso seriamente en riesgo su vida. Durante toda la enfermedad y la convalecencia de su compañera, Marx estuvo cuidándola constantemente y retomó su actividad recién cuando Jenny estuvo fuera de peligro. En el tiempo trascurrido, tal como le escribió a Engels, trabajar había estado totalmente fuera de cuestión: “la única ocupación con la que puedo conservar la tranquilidad de ánimo necesaria es la matemática” [32], una de las mayores pasiones intelectuales de su vida. Pocos días después, agregaba, además, que una circunstancia que lo había “ayudado mucho (había) sido un terrible dolor de muelas”.

De hecho, habiendo ido al dentista para hacerse sacar un diente, éste le dejó por error una esquirla que le produjo en la cara “hinchazón y dolor y le cerró media garganta” ¿Y la ayuda, pues? Era justamente eso. De hecho, Marx afirmaba estoicamente: “este malestar físico estimula mucho las facultades del pensar y por eso la capacidad de abstracción, puesto que, como dice Hegel, el pensamiento puro o la nada son lo mismo” [33]. No obstante los problemas, en el curso de estas semanas tuvo la oportunidad de leer muchos libros, entre ellos El origen de las especies de Charles Darwin, publicado el año anterior. El comentario que Marx comunicó por carta a Engels estaba destinado a provocar discusiones entre filas de estudiosos y militantes socialistas: “por cuanto está desarrollado someramente en inglés, aquí está el libro que contiene los fundamentos históricos-naturales de nuestro modo de ver” [34]. A continuación de este período, a principios de 1861, las condiciones de Marx se agravaron a causa de una inflamación en el hígado que ya había padecido el verano anterior: “estoy atormentado como Job, aunque no tan temeroso de Dios” [35].

En particular, el estar encorvado le producía un enorme sufrimiento y le fue imposible escribir. De modo que, para superar la “inmunda situación que (le) imposibilita(ba) trabajar” [36], se refugió una vez más en las lecturas: “a la tarde, para aliviarme (leo) las guerras civiles romanas de Apio en el texto original griego. Es un libro de gran valor, Espartaco figura como el hombre más inteligente de toda la historia antigua, como un gran general (no un Garibaldi), de carácter noble, real representative del antiguo proletariado” [37].

Y mientras tanto la economía espera…
Recuperado de la enfermedad, a fines de febrero de 1861, Marx se trasladó a Zalt-Bomme, en Holanda, en busca de una solución para sus dificultades financieras. Allí encontró la ayuda del tío Lion Philips, hombre de negocios y hermano del padre del futuro fundador de la fábrica de lámparas de la cual desciende una de las más importantes empresas de aparatos electrónicos del mundo, que aceptó anticiparle 160 esterlinas de la futura herencia materna. De aquí Marx se dirigió clandestinamente a Alemania, donde, en Berlín, fue huésped de Lassalle por cuatro semanas. Éste último le había solicitado reiteradas veces promover juntos la fundación de un órgano de “partido” y ahora, con la amnistía promulgada en enero de 1861, también se presentaban las condiciones para que Marx reobtuviera la ciudadanía prusiana que le había sido quitada luego de la expulsión de 1849, y se trasladase a Berlín.

Sin embargo, el escepticismo de Marx en relación a Lassalle impidió que el proyecto fuera considerado seriamente [38]. Al regreso de su viaje, se lo describió a Engels de la siguiente manera: “Lassalle, deslumbrado por la consideración de la que goza en ciertos círculos doctos por su Heráclito y en otro círculo de inmoderados con el buen vino y la cocina, naturalmente no sabe que en el gran público está desacreditado. Además están su prepotencia, su enredo en el ‘concepto especulativo’ (el jovenzuelo hasta sueña con escribir una nueva filosofía hegeliana a la segunda potencia), el estar infectado de viejo liberalismo francés, su pluma difusa, su importunismo, la falta de tacto, etc. Lassalle, mantenido bajo una rígida disciplina, podría prestar servicios como uno de los redactores. De otro modo sólo comprometería las cosas” [39].

El juicio de Engels no era distinto, ya que lapidariamente escribía: “no se puede corregir a este hombre” [40]. De todos modos, la solicitud de ciudadanía de Marx fue rechazada rápidamente y, dado que él nunca se naturalizó en Inglaterra, permaneció apátrida por el resto de su vida.
De esta estadía alemana, la correspondencia de Marx ofrece divertidos informes que facilitan la comprensión de su carácter. Sus hospedantes, Lassalle y su compañera, la condesa Sophie von Hatzfeldt, se dedicaron generosamente a organizar para él una serie de actividades que únicamente sus cartas muestran cuán profundamente las detestara. En una breve reseña de los primeros días trascurridos en la ciudad, lo vemos en apuros con la frivolidad. El martes a la tarde se encontraba entre los espectadores de una “comedia berlinesa de autocomplacencia prusiana: en definitiva un asunto desagradable”. El miércoles fue obligado a asistir a tres horas de ballet en la Opera -“algo de verdad mortalmente aburrido”- y para colmo “horribile dictu” [41], “en un palco muy cerca al del ‘lindo Guillermo’” [42], el rey en persona.

El jueves Lassalle dio un almuerzo en su honor del que participaron algunas ‘celebridades’. Lejos de alegrarse por la circunstancia, como ejemplo de la consideración que tenía por sus comensales, Marx describió a su vecina de mesa, la redactora literaria Ludmilla Assig, de esta manera: “es la criatura más fea que jamás haya visto en vida, con una horrible fisonomía hebraica, una nariz delgada muy saliente, siempre sonriente y riendo burlonamente, hablando una prosa poética, esforzándose continuamente por decir algo extraordinario, fingiendo entusiasmo y salpicando saliva sobre sus oyentes durante los espasmos de sus éxtasis” [43].

A Carl Siebel, poeta renano y lejano pariente de Engels, escribió: “acá me aburro mortalmente. Soy tratado como una especie de león de salón y estoy obligado a ver a muchos señores y señoras ‘de ingenio’. Es terrible” [44] . A continuación, mientras escribía a Engels: “Berlín tampoco es más que un pueblucho”, a Lassalle no podía negarle que la cosmopolita Londres ejercía en el “una extraordinaria atracción”, si bien admitía vivir “como un ermitaño en este agujero gigantesco” [45]. Y así, después de pasar por Elberfeld, Bermen, Colonia, su Tréveris y luego también por Holanda, regresó el 29 de abril.

Esperándolo estaba su “Economía”. Como es sabido, en junio de 1859 Marx había publicado el primer fascículo de Para la crítica de la economía política y tenía programado continuarlo con una segunda entrega lo más rápido posible. No obstante los optimistas anuncios que solía hacer a propósito – en noviembre de 1860 escribió a Lassalle: “pienso que durante pascua podrá salir la segunda parte” [46] -, por los sucesos hasta aquí mencionados trascurrieron en vano más de dos años hasta que pudo volver a sus estudios. Por otra parte, estaba profundamente frustrado por las circunstancias y en julio se lamentó con Engels: “no avanzo tan rápido como querría, porque tengo muchos problemas domésticos” [47]; todavía en diciembre: “mi escrito avanza, pero lentamente. De hecho, no era posible resolver rápidamente esas cuestiones teóricas en medio de tales circunstancias. Por tanto, será mucho más popular y el método estará mucho más disimulado que en la primera parte” [48]. De todos modos, en agosto de 1861 volvió a trabajar incesantemente en su obra, y ya para junio de 1863 había redactado los 23 cuadernos -de 1472 páginas en cuartillas- que comprenden las Teorías sobre la plusvalía.

La primera de las tres fases de esta nueva redacción de la “Economía”, relativa a los primeros cinco cuadernos de este grupo, se extendió desde agosto de 1861 hasta marzo de 1862. Ellos tratan la transformación del dinero en capital -tema abordado en el primer libro de El Capital- y constituyen la primera redacción existente sobre tal argumento. A diferencia de las Teorías sobre la plusvalía, entregadas a las imprentas por Kautsky entre 1905 y 1910, si bien en una edición tergiversada y a menudo poco conforme con los originales, estos cuadernos fueron ignorados por más de cien años. Recién en 1973 fueron publicados por primera vez en una traducción rusa, como volumen adjunto (número 47) de la Sochineniya, y la versión en el idioma original salió sólo en 1976, en la “segunda” MEGA [49].

Periodismo y política internacional
También durante la última fase de 1861, Marx retomó su colaboración con el New York Tribune y escribió para el periódico liberal de Viena Die Presse. La mayor parte de sus cartas de este período estuvieron dedicadas a la guerra civil en los Estados Unidos. En ella, según Marx, “la lucha se disputa(ba) entre la forma más alta de autogobierno popular jamás realizada hasta ahora y la más abyecta forma de esclavitud humana que la historia conozca”[50]. Esta valoración vuelve evidente, más que cualquier otra posible, el abismo que lo separaba de Garibaldi, que había rechazado la oferta del gobierno del norte de asumir un puesto de mando en el ejército, porque consideraba que esa guerra sólo era un conflicto de poder y no concernía a la emancipación de los esclavos. Con respecto a tal posición y en relación a un intento de pacificación entre las partes del italiano, Marx comentó con Engels: “ese burro de Garibaldi se volvió ridículo con la carta sobre la concordia a los yankees” [51].

Además, en sus artículos, Marx analizó las recaídas económicas del conflicto americano causadas por Inglaterra, de la que examinó el desarrollo del comercio, la situación financiera y las opiniones que atravesaban a la sociedad. En relación a este punto, una interesante referencia también se encuentra en una carta a Lassalle: “naturalmente toda la prensa oficial inglesa está a favor de los slave-holders (esclavistas). Son absolutamente los mismos personajes que han cansado al mundo con su filantropismo contra el comercio de esclavos, pero: ¡algodón, algodón!” [52]

Finalmente, siempre en las cartas a éste último, Marx desarrolló distintas reflexiones relativas a uno de los temas políticos en el que puso el mayor empeño por aquellos años: la violenta oposición a Rusia y a sus aliados Henry Palmerston y Luis Bonaparte. En particular, Marx se dedicó a aclarar a Lassalle la legitimidad de la convergencia, en esta batalla, entre su ‘partido’ y el de David Urquhart, un político tory de opiniones románticas. Sobre éste, que en los primeros años cincuenta había tenido la audacia de re-publicar, con un objetivo anti-ruso y anti-whig, los artículos de Marx contra Palmerston aparecidos en el órgano oficial de los cartistas ingleses, escribió: “ciertamente es un reaccionario desde el punto de vista subjetivo (…) eso de ningún modo le impide al movimiento que él dirige en política exterior ser objetivamente revolucionario (…) el asunto me es indiferente como sería para ti, por ejemplo, si en una guerra contra Rusia, tu vecino disparara a los rusos por motivos nacionales o revolucionarios” [53]. Y además: “por el resto va de suyo que en política exterior frases como ‘reaccionario’ o revolucionario’ no sirven para nada” [54].

En fin, también se remonta a 1861 la primera fotografía conocida de Marx [55]. La imagen lo representa mientras posa de pie con las manos apoyadas sobre una silla delante suyo. Los espesos cabellos aparecen ya blancos, mientras que la barba tupida es color negro corvino. La mirada decidida permite que se trasluzca no la amargura por las derrotas sufridas y por las muchas dificultades que lo oprimían, sino más bien la firmeza de ánimo que lo distinguió durante toda su vida. No obstante, la inquietud y la melancolía también lo recorrían a él, que en el mismo período en el que fue tomada esa foto escribía: “para mitigar el profundo mal humor causado por mi situación en todo sentido incierta, leo a Tucídides. Al menos estos antiguos permanecen siempre nuevos” [56] ¿Cómo no afirmar también hoy, aún limitándonos a leer únicamente sus cartas, lo mismo del gran clásico de la Modernidad que es Karl Marx?

Traducción realizada por Mora Scillamá. Revisión de Francisco T. Sobrino

References
1. Información detallada en www.bbaw.de/vs/mega.
2. En 1870, en las cartas de los archivos franceses publicadas por el gobierno republicano luego del segundo Imperio, se encontraron los documentos que comprobaban que Vogt había sido pagado por Napoleón III. De hecho, en agosto de 1859, éste le había dado 40.000 francos de sus fondos secretos.
3. Karl Marx a Friedrich Engels, 31 de enero de 1860, en Marx- Engels Opere, vol. XLI, Editori Riuniti, Roma 1973, pág. 17.
4. Kart Marx, Herr Vogt, en Marx Engels Opere, vol. XVII, Editori Riuniti, Roma 1986, pág. 271.
5. A cerca de la importancia de estas cartas como medio de comunicación política entre los militantes de la revolución de 1848- 1849, y para examinar el conflicto entre Marx y Vogt desde una perspectiva general – no sólo desde el punto de vista de Marx, como también hace este escrito- remitirse a Christian Jansen, Politischer Streit mit harten Bandagen. Zur brieflichen Kommunikation unter den emigrierten Achtundvierzigern – unter besonderer Berücksichtigung der Controverse zwischen Marx und Vogt, en Jürgen Herres-Manfred Neuhaus (bajo el cuidado de), Politische Netzwerke durch Briefkommunikation, Akademie Verlag, Berlín 2002, pp. 49-100, que analiza las motivaciones políticas que habrían inducido a Vogt a responder a Bonaparte. El ensayo también contiene un apéndice de cartas escritas por Vogt y otras dirigidas a él. También son interesantes, porque carecen de la previsible y a menudo doctrinal interpretación marxista, los textos de Jacques Grandjonc- Hans Pelger, Gegen die “Agentur Fazy/Vogt. Karl Marx’ “Herr Vogt”(1860) y Georg Lommels, “Die Wahrheit über Genf” (1865). Quellen- und textgeschichtliche Anmerkungen, ambos en «Marx-Engels-Forschungs-berichte», 1990 (Nr. 6), pp. 37-86, y también de Lommels, Les implicationes del’affaire Marx-Vogt, en Jean Claude Pont- Daniele Bui- Francoise Dubosson- Jan Lacki (bajo el cuidado de), Carl Vogt (1817-1895). Science, philosophie et politique, Georg, Chêne-Bourg 1998, págs. 67-92.
6. Fruto de estas investigaciones fueron los seis cuadernos con extractos de libros, revistas y periódicos de las más diversas orientaciones. Este material -denominado Vogtiana -, que muestra el modo en que Marx utilizaba los resultados de sus estudios para las obras que escribía, está todavía inédito y se publicará en el volumen IV/16 de la MEGA2.
7. Karl Marx a Friedrich Engels, 6 de diciembre de 1860, en MEGA2 III/11, Akademie Verlag, Berlín 2005, p. 250; tr. it. Marx-Engels Opere, vol. XLI, op. cit., pág. 135.
8. Friedrich Engels a Karl Marx, a más tardar el 29 de junio de 1860, op. cit., pág. 72; tr. it., op. cit., pág. 83.
9. Friedrich Engels a Jenny Marx, 15 de agosto de 1860, op. cit., pág. 113; tr. it., op. cit., pág. 604.
10. Karl Marx a Friedrich Engels, 25 de septiembre de 1860, op. cit., pág. 180; tr. it., op. cit., pág. 108.
11. Cfr. Karl Marx, Herr Vogt, op. cit., pág. 180.
12. Ibídem.
13. Friedrich Engels a Karl Marx, 15 de septiembre de 1860, in MEGA² III/11, op. cit., pág. 158; tr. it. Marx-Engels Opere, vol.XLI, op. cit., pág. 103.
14. Friedrich Engels a Karl Marx, 5 de octubre de 1860, op. cit., pág. 196; tr. it., op. cit., pág. 114.
15. Friedrich Engels a Karl Marx, 19 de diciembre de 1860, op. cit., pág. 268; tr. it., op. cit., pág. 143.
16. Ferdinand Lassalle a Karl Marx, 19 de enero de 1861, op. cit., pág. 321.
17. Wilhelm Wolff a Karl Marx, 27 de diciembre de 1860, op. cit., pág. 283.
18. Franz Mehring, Vita di Marx, Editori Riuniti, Roma 1972, pág. 295.
19. Karl Vorlaender, Karl Marx, Sansoni, Florencia 1948, págs. 209-210.
20. Boris Nikolaevsky- Otto Maenchen- Helfen, Karl Marx. La vita e l’opera, Einaudi, Turín 1969, p. 284.
21. David McLellan, Karl Marx, Rizzoli, Milán 1976, p. 317.
22. Francis Wheen, Marx. Vita pubblica e privata, Mondadori, Milán 2000, pp. 145, 204 e 207.
23. A propósito, se remite a las consideraciones del fundamental S. S. Prawe, La biblioteca di Marx, Garzanti, Milán, 1978, que afirma: «en Herr Vogt parece que Marx fuera incapaz de considerar cualquier fenómeno político o social sin asociarlo a alguna referencia a la literatura mundial», p. 263. También señala que este texto puede ser estudiado «como antología de los distintos métodos que Marx utilizaba para incorporar alusiones y citas literarias en sus polémicas», p. 260. Por otra parte, la considerable importancia de las influencias literarias de Marx en sus obras y el muy erudito caudal cultural de su teoría crítica, cada vez llaman más la atención. A propósito: Thomas M. Kemple,Reading Marx Writing. Melodramma, the Market and the ‘Grundrisse’, Stanford University Press, Stanford 1995 y el reciente Francis Wheen, Marx’s Das Kapital. A biography, Atlantic Books, Londres 2006.
24. Sobre este punto consultar también las brillantes consideraciones de S. S. Prawer, op. cit., pág. 264.
25. Karl Marx a Friedrich Engels, 22 de enero de 1861, en MEGA2 III/11, op. cit., pág. 325; tr. it. MARX ENGELS Opere, vol. XLI, op. cit., pág. 162.
26. Karl Marx a Friedrich Engels, 16 de mayo de 1861, op. cit., pág. 476; tr. it., op. cit., pág. 188.
27. Karl Marx a Friedrich Engels, 29 de enero de 1861, op. cit., pág. 333; tr. it., op. cit., pág. 164.
28. Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de febrero de 1861, op. cit., pág. 380; tr. it., op. cit., pág. 177.
29. Karl Marx a Friedrich Engels, 30 de octubre de 1861, op. cit., pág. 583; tr. it., op. cit., pág. 217.
30. Karl Marx a Friedrich Engels, 18 de noviembre de 1861, op. cit., pág. 599; tr. it., op. cit, pág. 222.
31. Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de diciembre de 1861, op. cit., pág. 636; tr. it., op. cit., pág. 237.
32. Karl Marx a Friedrich Engels, 23 de noviembre de 1860, op. cit., pág. 229; tr. it., op. cit., pág. 124.
33. Karl Marx a Friedrich Engels, 28 de noviembre de 1860, op. cit., pág. 236; tr. it., op. cit., pág. 128.
34. Karl Marx a Friedrich Engels, 19 de diciembre de 1860, op. cit., pág. 271; tr. it., op. cit., pág. 145.
35. Karl Marx a Friedrich Engels, 18 de enero de 1861, op. cit., pág. 319; tr. it., op. cit., pág. 160.
36. Karl Marx a Friedrich Engels, 22 de enero de 1861, op. cit., pág. 325; tr. it., op. cit., pág. 162.
37. Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de febrero de 1861, op. cit., pág. 380; tr. it., op. cit., pág. 176.
38. Para más información sobre este período de Marx trascurrido en Berlín, consultar el reciente artículo de Rolf Dlubek, Auf der Suche nach neuen politischen Wirkungsmöglichkeiten. Marx 1861 in Berlin, en «Marx-Engels Jahrbuch», 2004, Akademie Verlag, Berlín 2005, págs. 142-175.
39. Karl Marx a Friedrich Engels, 7 de mayo de 1861, en MEGA2 III/11, op. cit., pág. 460; tr. it. Marx- Engels Opere, vol. XLI, op. cit., págs. 180-181.
40. Friedrich Engels a Karl Marx, 6 de febrero de 1861, op. cit., pág. 347; tr. it., op. cit., pág. 171
41. Karl Marx a Antoinette Philips, 24 de marzo de 1861, op. cit., pág. 404; tr. it., op. cit., pág. 642.
42. Karl Marx a Friedrich Engels, 10 de mayo de 1861, op. cit., pág. 470; tr. it., op. cit., pág. 186.
43. Karl Marx a Antoinette Philips, 24 de marzo de 1861, op. cit., pág. 404; tr. it., op. cit., pág. 642.
44. Karl Marx a Carl Siebel, 2 de abril de 1861, op. cit., pág. 419; tr. it., op. cit., pág. 646.
45. Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 8 de mayo de 1861, op. cit., pág. 464; tr. it., op. cit., pág. 656.
46. Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 15 de septiembre de 1860, op. cit., pág. 161; tr. it., op. cit., pág. 615.
47. Karl Marx a Friedrich Engels, 20 de Julio de 1861, op. cit., pág. 542; tr. it., op. cit., pág. 212.
48. Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 9 de diciembre de 1861, op. cit., pág. 616; tr. it., op. cit., pág. 230.
49. MEGA2 II/3.1, Dietz Verlag, Berlín 1976. La traducción italiana apareció rápidamente bajo el cuidado de Lorenzo Calabi: Karl Marx, Manoscritti del 1861-1863, Editori Riuniti, Roma 1980, pero no logró que se la incluyera en los volúmenes de las Opere.
50. Karl Marx, Der Bürgerkrieg in den Vereinigten Staaten, 7-XI-1861, en MEW 15, Dietz Verlag, Berlín 1961, pág. 339.
51. Karl Marx a Friedrich Engels, 10 de junio de 1861, en MEGA² III/11, op. cit., pág. 493; tr. it. Marx- Engels Opere, vol. XLI, op. cit., pág. 190.
52. Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 29 de mayo de 1861, op. cit., pág. 480; tr. it., op. cit., pág. 658.
53. Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 1 o 2 de junio de 1860, op. cit., pág. 19; tr. it., op. cit., pág. 596.
54. Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 1 o 2 de junio de 1860, op. cit., pág. 20; tr. it., op. cit., pág. 597.
55. La fotografía puede ser del mes de abril, véase MEGA2 III/11, op. cit., pág. 465.
56. Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 29 de mayo de 1861, op. cit., pág. 481; tr. it. MARX ENGELS Opere, vol. XLI, op. cit., pág. 659.

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Vuelve Marx, el autor mal conocido

Contrariamente a las previsiones que habían decretado de modo definitivo el olvido, Karl Marx volvió, durante los últimos años, a retomar la atención de los estudiosos internacionales.
Su persistente capacidad explicativa del mundo actual vuelve a proponer el valor del pensamiento, y en los estantes de las bibliotecas de Europa, Estados Unidos y Japón desempolvan cada vez más frecuentemente sus escritos.
El ejemplo más significativo de este redescubrimiento es la reanudación de la publicación de sus obras. En efecto, a pesar de la enorme difusión que las teorías de Marx tuvieron durante el siglo XX, todavía hoy carece de una edición integral y científica de sus escritos. Es el único, entre los grandes pensadores de la humanidad, que corrió tal suerte.

Para comprender cómo pudo suceder esto hay que considerar los muy diversos avatares del movimiento obrero que, demasiado a menudo, en vez de favorecer, obstaculizaron la edición de sus textos. Después de la muerte de Marx y Engels los conflictos internos en el Partido Socialdemócrata alemán fueron la causa de que la herencia literaria de los dos autores fuese tratada con la máxima negligencia. El primer intento de publicar sus obras completas, la Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA) se realizó sólo a partir de los años veinte y en la Unión Soviética. Sin embargo, las depuraciones stalinistas de los primeros años treinta, que afectaron también a los principales estudiosos comprometidos en esa empresa, y el advenimiento del nazismo en Alemania interrumpieron bruscamente esa edición. El sucesivo intento de reproducir todos los escritos de los dos pensadores, la llamada MEGA2, comenzó recién en 1975 pero también fue suspendido, esta vez por el derrumbe de los países socialistas.

En 1990, con el objetivo de completar esta edición, nació la Fundación Internacional Marx Engels (IMES), que reagrupa estudiosos de los tres continentes. Su proyecto es de enorme importancia si se considera que una parte consistente de los manuscritos maxianos está todavía inédita y que esta tarea ciclópea constituye la base para nuevas traducciones de los escritos de Marx y de Engels en todas las lenguas. Consta de cuatro secciones que, respectivamente, deberán imprimir todas sus obras, incluidos la correspondencia, El Capital y sus muchos manuscritos preparatorios, los más de doscientos cuadernos de apuntes (en nueve lenguas) sobre las más diversas disciplinas, que constituyen la base de la elaboración de Marx. Hasta hoy, de los 114 volúmenes previstos han sido publicados 52 (12 después de la reanudación de las ediciones en 1998), cada uno de los cuales cuenta con dos voluminosos tomos: el texto y el aparato crítico (informaciones más detalladas en www.bbaw.de/vs/mega).

Por lo tanto hay que preguntarse: ¿qué Marx surge de la nueva edición histórico-crítica? Decididamente un Marx diferente del que, durante mucho tiempo, nos presentaron muchos seguidores y adversarios. Por paradójico que pueda parecer, Karl Marx es un autor mal conocido. La sistematización de su obra crítica operada por los epígonos, el empobrecimiento teórico que acompañó la divulgación, la manipulación y la censura de sus escritos y su utilización instrumental en función de las necesidades políticas, lo convirtieron en víctima de una profunda y reiterada incomprensión. El redescubrimiento de su obra muestra la diferencia que existe entre Marx y el marxismo, entre la riqueza de un horizonte problemático y polimorfo, aún por explorar, y la doctrina que alteró la concepción originaria hasta convertirse en la negación manifiesta del punto de partida. Así, al perfil granítico de la estatua que, en tantas plazas de los regímenes antilibertarios de los países de Europa oriental, lo representaba apuntando al porvenir con dogmática certidumbre, se sustituye hoy por el de un autor que dejó incompletos la mayor parte de sus escritos para dedicarse, hasta su muerte, a nuevos estudios que verificasen la validez de sus propias tesis.

Dos ejemplos bastan: I) el carácter fragmentario que, en su última edición, recupera La ideología alemana hace evidente la falsificación interpretativa marxista-leninista que había convertido a estos manuscritos en la exposición exhaustiva del materialismo dialéctico (expresión, por otra parte, que jamás utilizó Marx). Lejos de poder ser encerrada en epitafios la concepción marxiana de la historia debe ser buscada en la totalidad de su obra. II) El segundo es el tercer libro de El Capital, que fue publicado con más de cinco mil intervenciones de redacción realizadas por Engels como editor, las cuales muestran que el texto no contenía de ningún modo una teoría económica concluida, pues en buena parte eran sólo apuntes provisorios destinados a elaboraciones sucesivas. La inminente publicación de la totalidad de los originales dejados por Marx permitirá, por fin, una valoración cierta.
Lo que, en cambio, es cierto desde ya es el valor de sus infatigables empeños intelectuales, los cuales, aun incompletos, siguen siendo geniales y fecundos como penetrantes interpretaciones del mundo contemporáneo. Frente a las contradicciones y a la crisis de la sociedad capitalista se vuelve, por consiguiente, a interrogar a ese Marx que después de 1989 fue dejado de lado con demasiada precipitación. Barridos ya del terreno los autodenominados propietarios de su pensamiento, parece que, esta vez, será él quien verdaderamente responda.
(Traducción para wwws.inpermiso.info: Guillermo Almeyra)

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Fabiola Quijas, La Jornada

Una visión multifacética de varios autores de China, Japón y Europa sobre diversos temas alusivos a Karl Marx y el marxismo, se reúne el libro En la pista de un fantasma: las obras de Karl Marx entre la filología y la filosofía.

La obra que redescubre a uno de los más grandes pensadores de la humanidad, fue coordinada por el italiano Marcello Musto, traducida al castellano por Guillermo Almeyra, se publicará próximamente en México.

En entrevista, Almeyra señaló que el volumen ”restituye los materiales de Marx para que los lectores y los estudiosos puedan juzgar por sí mismos, y quedan abiertas pistas que de otro modo estaban cerradas”.

En la pista de un fantasma… se hace referencia a las obras completas que inició en 1990 la Fundación Internacional Marx Engels (IMES). La edición incluye 114 volúmenes de los cuales han sido publicados 52 y cada uno cuenta con dos voluminosos tomos: el texto y el aparato crítico.

Guillermo Almeyra, colaborador de La Jornada, explicó que a diferencia de las estatuas de Marx en los países de Europa porque preveía el porvenir, ese libro ”ayuda a comprenderlo mejor, lo hace un estudioso que ve sus perspectivas y deja incompletos trabajos fundamentales porque está buscando nuevos datos que confirmen o que refuten lo que pone.

”Era un científico y, por tanto, no tenía la verdad en el bolsillo y lo sabía perfectamente bien, por eso no afirmaba certezas. Después lo hicieron decir que tenía las respuestas a todas las cosas y no las tenía, él mismo lo sabía.”

El libro, que aborda los grandes temas de Marx, fue escrito por especialistas de China, Japón, Italia, Alemania y Francia. La obra será la primera en lengua española.

Preparan todas las obras de Marx y Engels

Almeyra destacó que la edición completa de todas las obras de Marx y Engels que se realiza desde hace 16 años, modifica inclusive las traducciones anteriores y restituye todo al nivel en el que estaban.

”Era una obra incompleta, abierta a una serie de cosas. Los libros II y III de El Capital no tenían una teoría económica concluida, sino que también es abierta y deja interpretaciones, discusiones, eso es lo interesante”, expresó.

De acuerdo con el traductor, los 114 volúmenes de las obras completas ”marcan las intervenciones posteriores de albaceas literarios como Engels en los trabajos de Marx, es decir, qué era Marx y qué era Engels”.

El eje de la publicación es el redescubrimiento de la obra que muestra la diferencia que existe entre Marx y el marxismo. Asimismo, la gigantesca obra completa ”arroja luz sobre nuevas cosas porque se trata de ediciones corregidas, sin línea predeterminada de análisis como sucedía con las ediciones realizadas en Moscú que eran sometidas a un control férreo político”.

En los años 20, la Marx-Engels-Gesamtausgabe intentó publicar y difundir por primera vez las obras completas del filósofo alemán, pero el estalinismo y el nazismo interrumpieron esa edición.