1. Introducción
Los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] son uno de los escritos de Marx más célebres y difundidos en todo mundo. Sin embargo, este texto, que tanto ha incidido en el debate sobre una posible interpretación exhaustiva de la concepción del autor, quedó por largo tiempo desconocido, pues fue entregado a la imprenta casi un siglo después de su elaboración.
Sin embargo, con la publicación del texto en 1932 no se agotaron sus vicisitudes . Con ella, de hecho, tuvo inicio una larga controversia respecto a la naturaleza del escrito, considerado por algunos, un texto inmaduro en comparación a la crítica de la economía política que más tarde emprendió Marx; y por otros, por el contrario, el precioso sostén filosófico de su pensamiento, el cual se había atenuado cada vez más durante el largo camino de la escritura de El Capital. En consecuencia, el campo de investigación volcado a establecer la relación existente entre las teorías “juveniles” de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y aquellas de la “madurez” contenidas en El Capital, giró en torno a las siguientes preguntas: ¿es posible considerar los escritos del “joven Marx” como parte integrante del “marxismo”? ¿su autor había mantenido, en la inspiración y en la realización de toda su obra, una organicidad unitaria? ¿o habría que distinguir entre dos diferentes Marx? Este conflicto interpretativo tenía también un significado político.
Los estudiosos soviéticos de Marx y la mayoría de los intérpretes que tuvieron un fuerte lazo con los partidos comunistas vinculados con el llamado “bloque socialista”, o que fueron parte de él, interpretaron de una manera limitada los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844]. Por el contrario, los defensores de lo que se conoció como el “marxismo crítico” le atribuyeron a este texto un gran valor por haber encontrado en él las más eficaces argumentaciones –en particular aquellas ligadas al concepto de alienación– para romper el monopolio que la Unión Soviética había logrado establecer sobre la obra de Marx. Las lecturas instrumentales que ambas partes hicieron con los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] constituyen un claro ejemplo de cómo la obra de Marx ha sido permanentemente objeto de conflictos teórico-políticos y, en función de los cuales, con frecuencia fue llevada a interpretaciones distorsionadas.
2. ¿Uno o dos Marx? La disputa sobre la “continuidad” del pensamiento de Marx
Las dos ediciones de 1932, y las diferentes interpretaciones que las acompañaron, impulsaron numerosas controversias de carácter hermenéutico y político, de tal manera que el texto marxiano resultó a menudo atrapado entre dos extremismos opuestos. Por un lado, hubo la interpretación de aquellos que entendieron el escrito como la expresión de un pensamiento meramente juvenil, impregnado negativamente de nociones y términos filosóficos. Por otro, aquella interpretación de quienes consideraron esta elaboración como la expresión más elevada del humanismo de Marx y la esencia de toda su teoría crítica. Con el paso del tiempo, quienes sostuvieron ambas tesis cuestionaron y debatieron vigorosamente en torno a la cuestión de la llamada “continuidad” del pensamiento de Marx; a saber: ¿hubo dos Marx uno distinto del otro, el joven y el maduro? ¿o hubo un único Marx que, con el paso de los años, había conservado sustancialmente sus convicciones?
La oposición entre estas dos interpretaciones terminó radicalizándose. En torno a la primera se reunió la ortodoxia marxista-leninista y todos los que en Europa, compartieron sus posiciones teóricas y políticas. Los defensores de este punto de vista minimizaron o rechazaron del todo la importancia de los escritos juveniles, considerados plenamente superficiales en comparación a las obras posteriores, convirtiéndose en defensores de una interpretación del pensamiento de Marx decididamente anti-humanista. En favor de la segunda tesis se expresó una realidad más variada y heterogénea de autores, cuyo común denominador fue el rechazo al dogmatismo del “comunismo oficial” y la ambición por romper la relación directa, de sus exponentes, entre la política de la Unión Soviética y el pensamiento de Marx.
Las afirmaciones de dos protagonistas del debate marxista de los años sesenta restituyen los términos de la cuestión más que cualquier otro posible comentario. Según Louis Althusser:
El debate sobre las obras de juventud de Marx es, en primer lugar, un debate político. ¿Es necesario volver a decir que las obras de juventud de Marx […] han sido desenterradas por los socialdemócratas y explotadas por ellos contra las posiciones teóricas del marxismo-leninismo? […] He aquí el lugar del debate: el joven Marx. Lo que se arriesga verdaderamente en el debate: el marxismo. Los términos del debate: si el joven Marx es ya todo Marx.
Al contrario, Iring Fetscher afirmó que:
[…] en los escritos juveniles de Marx la liberación del hombre de toda forma de explotación, dominio y alienación es de una importancia central, que durante la época del dominio stalinista, un lector soviético habría percibido estas argumentaciones exactamente como una crítica de su situación. Esta es también la razón por la cual los escritos juveniles de Marx nunca fueron publicados en ruso en ediciones económicas y de amplio tiraje. Los mismos eran considerados como trabajos relativamente poco significativos de aquel joven hegeliano, el cual todavía no había llegado al marxismo, que sería el Marx de este entonces.
Ambas partes de la contienda trabajaron los contenidos del texto de Marx. Los “ortodoxos” negaron la importancia de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844], indispensables, por otro lado, para poder comprender mejor la evolución y las distintas etapas del pensamiento marxiano, hasta llegar a excluirlos de las ediciones rusa y alemana de las obras completas de Marx y Engels. Numerosos representantes del llamado “marxismo occidental” y algunos filósofos existencialistas, en cambio, confirieron a este esbozo incompleto de un joven e inexperto estudioso de economía política un valor superior al de la obra resultado del trabajo de más de veinte años de estudio e investigaciones: El Capital.
No pudiendo en esta ocasión tener una visión general de la vasta literatura crítica existente sobre los [Manuscritos económicos-filosóficos de 1844], procederemos a la exclusiva ponderación de los textos principales, con el fin de mostrar las grandes limitaciones interpretativas que caracterizaron el debate sobre este texto de Marx y, en general, acerca de toda su obra.
3. El nacimiento del mito del “joven Marx” en las primeras interpretaciones de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] en Alemania
Sucesivamente a su publicación en 1932, los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] se convirtieron en uno de los principales objetos de disputa entre el “marxismo soviético” y el “marxismo occidental”. Las introducciones que acompañaron la publicación del escrito evidenciaron la nítida distancia entre las dos posiciones. Víctor Adoratsky, el director de la MEGA sucesor de Riazanov en 1931, después que las purgas estalinistas cayeron también sobre el Instituto Marx-Engels (IME), convertido posteriormente en el Instituto Marx-Engels-Lenin (IMEL), presentó los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] como un texto cuyo tema era el “análisis del dinero, el salario, el interés del capital y la renta de la tierra”, en el cual Marx había elaborado una “representación y caracterización general del capitalismo” (término, en realidad, por él ahora no utilizado), que habría después vuelto a aparecer en La miseria de la filosofía y El manifiesto del partido comunista.
Al contrario, Landshut y Mayer escribieron de una obra que “en la esencia, ya anticipaba El Capital” , dado que, después de ella, en la elaboración de Marx “no apareció ninguna idea fundamentalmente nueva” . Anclados de esta convicción, los curadores de la edición entregada a las imprentas en Alemania consideraron los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] como “[…] la obra central de Marx. Ellos constituían el punto crucial del desarrollo de su pensamiento, en el cual los principios del análisis económico derivaban directamente de la idea de la verdadera realidad del hombre” . Además, a juicio de los dos autores alemanes, este texto era importantísimo porque había dado a conocer la terminología filosófica de Marx y había permitido reconducir las teorías económicas desarrolladas en El Capital a los conceptos elaborados en el periodo juvenil. Ellos llegaron a afirmar que el objetivo de Marx no era “la socialización de los medios de producción, la superación de la explotación a través de la expropiación de los expropiadores, sino la realización del hombre (Verwirklichung des Menschen), […] sin la cual todo el resto no tiene sentido” . No obstante el evidente forzamiento interpretativo, basado en la convicción que el esbozo parisino de 1844 constituía nada menos que el “punto crucial del desarrollo del […] pensamiento” marxiano, esta orientación obtuvo rápidamente un gran éxito y el nacimiento del mito del “joven Marx” puede ser atribuido exactamente a este texto.
Los primeros dos autores que reseñaron la publicación de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844], y que intervinieron en el debate acerca de la relevancia de los inéditos juveniles de Marx, fueron Henri de Man y Herbert Marcuse, ambos llegaron a conclusiones por diversos aspectos similares a aquellas de Landshut y Mayer. En el artículo El descubrimiento del nuevo Marx, De Man señaló el valor de
[…] una obra de Marx hasta ahora desconocida, y de la máxima importancia, para la justa evaluación del proceso de desarrollo y del significado de la doctrina marxiana. […] Ella, de hecho, revelaba mucho más claramente de cualquier otra obra de Marx los motivos ético-humanistas que marcaban la dirección socialista y juicios de valor expresados en la actividad científica de toda una vida.
Según el autor belga la cuestión determinante, a la cual los intérpretes de Marx eran llamados a responder era “si aquella fase humanista debía considerarse como una posición posteriormente superada o, por el contrario, como parte integral y duradera de la doctrina de Marx” . Él expresó su opinión con claridad y afirmó que el escrito parisino ya contenía todos los conceptos sobre los cuales Marx había construido posteriormente su obra: “en los Manuscritos y, de forma más amplia, en las obras escritas entre 1843 y 1846, Marx formuló posiciones y juicios que luego quedaron como base de todos sus trabajos posteriores”. Partiendo de esta valoración, declaró no sólo que “el Marx de 1844 pertenecía al marxismo tanto como el Marx de 1867, o […] el Engels de 1890” , sino que en Marx estaban presentes dos marxismos: aquel humanista de la juventud y aquel de la madurez y que el primero, que había logrado conseguir las máximas conquistas teóricas, hubiese sido superior al segundo, caracterizado, al contrario, por “un mínimo de las capacidades creativas” .
También Marcuse sostuvo que los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] evidenciaban los fundamentos filosóficos de la crítica de la economía política de Marx y, en el ensayo Nuevas fuentes para la fundación del materialismo histórico, divulgado en la revista Die Gesellschaft [La sociedad], sostuvo que: “la publicación de los Manuscritos económico-filosóficos de Marx de 1844 [estaba] destinada a constituir un acontecimiento decisivo en la historia de la investigación marxista”, dado que “desplazaba a un nuevo terreno la discusión sobre el sentido originario del materialismo histórico” . Para Marcuse, a partir de la publicación de este inédito, era posible afirmar que “la economía y la política se habían convertido en el fundamento económico-político de la teoría de la revolución sobre la base de una determinada interpretación filosófica de la esencia humana y de su realización histórica”. Por lo tanto, desde el momento en que los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] habían demostrado cuan equivocado era considerar que en Marx habían sido “simplemente un pasaje de la fundación filosófica a la económica, de modo que en la forma sucesiva (económica) la filosofía es superada, es más “liquidada” de una vez por todas”, al contrario de lo enunciado por numerosos representantes de la Segunda Internacional y del comunismo soviético, después de su publicación ya no era posible considerar el marxismo como una doctrina esencialmente económica.
Algunos años más tarde, el interés por el “joven Marx” se acompañó del estudio de su relación con Hegel. Esta línea de investigaciones fue favorecida por la publicación, un poco antes de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844], de los escritos de Hegel del período de Jena . György Lukács se encuentra entre los principales teóricos marxistas que relacionaron los estudios juveniles de los dos autores –los filosóficos de Marx y los económicos de Hegel– y delineó, en el libro de 1938 El joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista, aquellas que consideró sus analogías. A su juicio, las referencias de Marx a Hegel presentes en los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] iban mucho más allá de las citas textuales y el análisis económico de Marx había sido impulsado por la crítica de la concepción filosófica hegeliana:
[…] la conexión entre economía y filosofía es […] en estos manuscritos de Marx, una profunda necesidad metodológica, la premisa de una consistente superación de la dialéctica idealista de Hegel. Por lo tanto sería superficial y extrínseco creer que la polémica de Marx con Hegel empiece sólo en la última parte del manuscrito, la que contiene la crítica de la Fenomenología. Las secciones anteriores, estrictamente económicas, en las cuales Hegel no es directamente mencionado, contienen la fundación más importante de ésta polémica y de ésta crítica: la aclaración económica de los hechos principales de la enajenación.
En las lecciones sobre la Fenomenología del espíritu, realizadas de 1933 a 1939, en la Escuela Práctica de Altos Estudios de París, y después compiladas por Raymond Queneau en el libro Introducción a la lectura de Hegel , Alexandre Kojève –otro autor que ejerció gran influencia en el debate sobre la relación entre Hegel y Marx– profundizó la unión entre los dos autores, si bien en este caso fue la obra de Hegel la que se releyó a la luz de la interpretación marxiana. En el mismo periodo, finalmente, la cercanía entre Marx y el filósofo de Stuttgart fue también tratada por Karl Löwith en el libro De Hegel a Nietzsche , sin duda una de las principales investigaciones de la época acerca de la filosofía hegeliana y post-hegeliana.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, en Alemania se retoma el debate sobre Marx y al inicio de los años cincuenta, en la República Federal de Alemania fueron publicados La antropología del joven Marx en los “Manuscritos económico-filosóficos de París” de Erich Thier, El hombre alienado de Heinrich Popitz y El eros de la técnica de Jacob Hommes. Estos libros, aún con distintos matices, contribuyeron a consolidar la opinión de que los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] constituían el texto fundamental de la obra completa marxiana. En poco tiempo, tal lectura conquistó numerosos autores de distintos países y disciplinas y la interpretación de los textos del “joven Marx” devino en uno de los temas cruciales sobre los cuales cada estudioso serio de Marx no podía negarse a expresar su opinión.
4. La moda del “joven Marx” en Francia después de la Segunda guerra mundial
Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuya conclusión se caracterizó por un sentimiento de profunda inquietud generada por la barbarie producto del nazi-fascismo, la temática relativa a la condición y el destino del individuo en la sociedad contemporánea adquirió una gran importancia . En este contexto, surgió un relevante interés filosófico por Marx en toda Europa, que se manifestó, de modo particular, en Francia, donde el estudio de sus obras juveniles tuvo la mayor proliferación y difusión . Como afirmó Henri Lefebvre, en este país el estudio de los escritos juveniles de Marx representó “el acontecimiento filosófico decisivo [… del] período” . Se trató de un proceso variado, que duró hasta los años sesenta, periodo en el cual muchos autores de distintas procedencias culturales y tendencias políticas, se comprometieron con el intento de realizar una síntesis filosófica entre el marxismo, el hegelianismo, el existencialismo y la doctrina cristiana. Este debate dio origen a una gran cantidad de literatura pobre y cambio drásticamente, en más de una ocasión, el texto de Marx en función de las convicciones ideológicas de los participantes.
En el volumen de 1948 Sentido y sinsentido, Maurice Merleau-Ponty declaró que aquello del “joven Marx” había sido un pensamiento existencialista . Después de haber leído los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y bajo la influencia de Kojève, Merleau-Ponty se convenció que el marxismo auténtico era un humanismo radical, totalmente distinto del economicismo dogmático soviético, cuyos fundamentos podían ser reconstruidos y repensados sobre el valor de los escritos del Marx de los primeros años cuarenta del siglo XIX. Numerosos filósofos existencialistas realizaron una lectura muy similar a la de Merleau-Ponty y, por lo tanto, se limitaron a leer aquella parte menor, y nunca terminada, de la producción intelectual de Marx, excluyendo a menudo el estudio de El Capital.
Los textos utilizados por algunos intérpretes para crear la imagen confusa de un “Marx filósofo” sirvieron a otros para confeccionar la todavía más torpe visión de un “Marx teólogo”. En las obras de los autores jesuitas Pierre Bigo y Jean Yves Calvez, el pensamiento de Marx adquirió las facciones de una ética muy similar al mensaje de justicia social del catolicismo más democrático y progresista. Algunas de las afirmaciones contenidas en sus libros maravillaron por su superficialidad y confusión. En Marxismo y humanismo , publicado en 1953, Bigo sostuvo: “Marx no es un economista, no brindó alguna contribución en economía política […]. Cuando, por casualidad, es indirectamente inducido hacia consideraciones sobre estos temas, es insólitamente ambiguo y entra en contradicción.” Calvez, por su cuenta, escribió en el texto El pensamiento de Karl Marx , publicado en 1956, que aun cuando Marx “no publicó el escrito hoy conocido como los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, […] lo que a esta altura sabemos de la misma permite sostener que [con ella] Marx ya había alcanzados los principios fundamentales que desarrollará en sus obras posteriores” . En este contexto, también Roger Garaudy fue propenso a creer en la tesis que había reconocido la importancia decisiva de las influencias humanistas contenidas en los primeros escritos de Marx y se expresó en favor de un diálogo entre el marxismo y las otras culturas, en particular la cristiana.
Raymond Aron desarrolló una aguda crítica de estas posiciones y en el libro Los marxismos imaginarios de 1969, se mofó de aquellos “padres jesuitas” y de algunos “paramarxistas parisinos” que, simultáneamente al éxito de la filosofía fenomenológica-existencial, “interpretaron las obras de la madurez [de Marx] bajo la luz [… de la] utopía filosófica” de los inacabados escritos juveniles, o, llegando hasta el ridículo, “subordinaron El Capital a los escritos juveniles, antes de todos a los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, cuyo carácter oscuro, incompleto, y en varias partes, contradictorio fascinaban al lector, informados por A. Kojève y Padre Fessard” . Lo que, a su parecer, estos autores no habían comprendido era que “si Marx no hubiera tenido la ambición y la esperanza de fundar con rigor científico el advenimiento del comunismo, no habría tenido la necesidad de trabajar por treinta años sobre El Capital (sin lograr terminarlo). Pocas semanas y páginas habrían sido suficientes.”
En comparación con los pensadores existencialistas y cristianos, la posición asumida por Pierre Naville fue totalmente distinta. En su opinión, Marx había cambiado sus ideas de manera substancial en el transcurso de su elaboración, pasando “de la filosofía a la ciencia.” En el texto De la alienación al disfrute, publicada en 1954, Naville expresó su desacuerdo tanto con aquellos que silenciaban los “orígenes hegelianos del pensamiento de Marx”, así como con los que no lograban comprender la medida en la cual “tuvo que alejarse [de estos orígenes] para llegar a los análisis de El Capital” ; y en el Prefacio de 1967, redactada en ocasión de la reedición de su volumen, ratificó que Marx había “sabido abandonar algunas nociones, tan seductoras y fascinantes, como aquella de alienación. […] Este término […] Marx lo había arrinconado en el museo filosófico para substituirlo con un análisis, mucho más riguroso, de las relaciones de expropiación y explotación.”
Esta lectura había sido compartida también por Auguste Cornu, el cual en 1934, con la publicación de su tesis de licenciatura, Karl Marx el hombre y la obra. Desde el hegelianismo hasta el materialismo histórico , primer embrión de su futura obra de cuatro volúmenes titulada Marx y Engels , había situado los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] en la huella de la interpretación soviética abierta por Adoratskij. Sin embargo, en el tercer volumen de su libro, titulado Marx en París, en la opinión de muchos la biografía intelectual más completa del pensamiento juvenil de Marx, Cornu evitó comparar los escritos juveniles y las obras posteriores centradas en la crítica de la economía política, realizando así una evaluación más reducida del texto de 1844.
En 1955, en los Ensayos sobre Marx y Hegel, uno de los libros principales entre los que se publicaron en este contexto, Jean Hyppolite subrayó la importancia de Hegel al fin de un riguroso análisis del vínculo existente entre los trabajos juveniles de Marx y El Capital. Su autor evidenció la “necesidad, para la comprensión de El Capital, de referirse a las obras filosóficas anteriores”, dado que “la obra de Marx presupone un sustrato filosófico cuyos distintos componentes no son siempre de fácil reconstrucción”. Según Hyppolite, no había que descuidar la “profunda influencia de Hegel [… y] no era posible entender la obra esencial de Marx, ignorando las principales obras de Hegel, como la Fenomenología del espíritu, la Lógica, la Filosofía del derecho, que habían contribuido a la formación y al desarrollo de su pensamiento.”
La tesis de la continuidad teórica entre los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y las obras posteriores fue compartida también por Maximilien Rubel, el cual en el libro del 1957 Karl Marx. Ensayo de una biografía intelectual, refiriéndose a la categoría de trabajo alienado elaborada en los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844], la juzgó como “la llave de toda la obra posterior del economista y sociólogo [Marx]” por medio de la cual “la tesis central de El Capital [había sido…] anticipada.” También uno de los principales marxistas del siglo XX, expresó su convencimiento de que “[era] evidente la fundamental identidad de las opiniones expresadas por Marx en esta primera crítica de la propiedad privada y en el posterior análisis de la economía capitalista” . Kostas Axelos fue más lejos, sosteniendo en su texto Marx pensador de la técnica de 1963, que “el manuscrito de 1844 es y sigue siendo el texto más denso del pensamiento de todas las obras marxianas y marxistas.”
Henri Lefebvre fue uno de los pocos autores que asumió una actitud más equilibrada respecto a los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y que supo utilizar su contenido, a la luz de su carácter inconcluso. En Crítica de la vida cotidiana de 1958, Lefebvre, sostiene que:
[…] en las obras juveniles de Marx, y para precisar, en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, el pensamiento de Marx se encuentra todavía en germina, en camino, en devenir. […] A nuestro parecer, el materialismo histórico y dialéctico se ha consolidado. No aparece, vale decir, en la obra de Marx (y en la historia de la humanidad) de golpe, a través de una absoluta discontinuidad, después de una ruptura, en el instante X. Se presentan, por lo tanto, dos falsos problemas. Y, de esta manera, el marxismo es dibujado como sistema, como un dogma. […] Una radical novedad tiene que nacer, crecer, tomar forma, justamente porque se trata de una realidad nueva. […] La tesis que atribuye una fecha al marxismo o que intenta fecharlo, corre el alto riesgo de aridecerlo, de interpretarlo unilateralmente. El error, la falsa opción que hay que evitar es lo de sobrestimar o subestimar las obras juveniles de Marx. Ellas ya contienen el marxismo, sin embargo, de forma virtual y, en absoluto, todo el marxismo.” .
Quien que más insistió en la “discontinuidad absoluta” y en la existencia de una “ruptura” en la obra de Marx fue Louis Althusser. La antología de sus ensayos, publicada en 1965 bajo el titulo Por Marx, la cual llegó a ser objeto de numerosas reacciones y polémicas, constituyó el texto más discutido respecto a las obras juveniles de Marx. Althusser sostuvo que en las [Tesis sobre Feuerbach] y en la [Ideología alemana] estaba claramente presente una “ruptura epistemológica” (coupure èpistémologique) “que constituye la crítica de la […] antigua conciencia filosófica” de Marx y, sobre la base de esta supuesta ruptura, subdividió su pensamiento “en dos grandes periodos esenciales: el período todavía “ideológico”, anterior a la ruptura del 1845, y el periodo “científico”, posterior a la ruptura de 1845. La relación entre Hegel y Marx tenía un gran alivio para este autor. Según Althusser, Hegel había sido la inspiración para un solo texto de Marx –los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] – y por lo tanto, también para su período “ideológico filosófico”:
[…] el joven Marx nunca ha sido hegeliano, sino en un primer momento kantiano-fichtiano, sucesivamente feuerbachiano. La tesis en gran boga del hegelienalismo del joven Marx es por lo tanto un mito. Por otra parte, en la víspera de la ruptura con la “anterior consciencia filosófica” es exactamente como si Marx, recurriendo a Hegel por la primera y única vez en su juventud, hubiera producido una extraordinaria “abreazione” teórica indispensable para la liquidación de su conciencia “delirante” .
En consecuencia, los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] fueron considerados por Althusser “el texto más lejano, en sentido teórico, del amanecer que estaba por levantarse” :
[…] el Marx más lejano de Marx es exactamente este Marx, vale decir, el Marx más acerca, el Marx de la víspera, el Marx del umbral: como si antes de la ruptura, y al fin de agotarla, hubiera sentido la necesidad de proporcionar a la filosofía todas sus posibilidades, la última posibilidad, este imperio absoluto construido sobre la base de su contrario y este desmedido triunfo teórico: es decir, su derrota” .
La extravagante conclusión de Althusser fue la imposibilidad absoluta de sostener que la “juventud de Marx pertenezca al marxismo” . La escuela althusseriana hizo de ésta convicción uno de los puntos cardinales de su interpretación de Marx, representado por varios de sus integrantes, bajo la capa de dos autores distintos: aquel anterior a 1845, todavía ligado a la antropología filosófica de Feuerbach, y aquel posterior a [La ideología alemana], científico y fundador de una nueva teoría de la historia. El ensayo Crítica y crítica de la economía política. Desde los “Manuscritos de 1844” hasta el “Capital”, publicado por Jacques Rancière en el 1965, en el volumen colectivo Leer El Capital, fue una de las primeras y más significativas contribuciones en tal sentido. En este ensayo, con respecto de las dificultades relativas a la interpretación de la obra de Marx, el discípulo de Althusser sostuvo que uno de los principales obstáculos para su comprensión había sido determinado por la circunstancia que Marx no “había procedido hacia una crítica de su propio vocabulario”. Según Rancière “si en la práctica teórica de Marx podemos determinar la ruptura que el mismo Marx siempre sostuvo […], el nunca captó y conceptualizó realmente tal diferencia.” A veces, como en el caso de los conceptos de alienación y fetichismo, son las “mismas palabras las que sirven para expresar los conceptos antropológicos y los conceptos de El Capital […; y] dado que Marx no satisface esta exigencia de forma rigurosa, la primera figuración siempre corre el riesgo de introducirse también allí donde ya no tiene colocación.”
Althusser estuvo siempre convencido de la existencia de “dos Marx”. En el artículo Respuesta a John Lewis, publicado en 1972 en la revista inglesa Marxism Today, en réplica al escrito El caso Althusser del filósofo inglés John Lewis, retomó en forma autocrítica algunas de las aserciones contenidas en Pour Marx:
[…] en mis primeros ensayos, he efectivamente dejado entender que después de la “ruptura epistemológica” de 1845 (después del descubrimiento por medio del cual Marx funda la ciencia de la historia) algunas categorías filosóficas como la de alienación y negación de la negación desaparecen. J. Lewis me contesta que esto no es verdad. Y tiene razón. Estos conceptos se reencuentran (de forma directa o indirecta) en La ideología alemana, en los Grundrisse (dos textos no publicados por Marx) y también, aún más raramente, (la alienación) y aún más (la negación de la negación: una vez de forma explícita) en El Capital.
Sin embargo, a pesar de admitir estas erróneas evaluaciones, Althusser rectificó la idea según la cual la elaboración teórica de Marx había sido atravesada por un parteaguas:
[…] si tomamos en cuenta el conjunto de la obra de Marx, no hay alguna duda respecto de la “ruptura” o un “corte” a partir de 1845. El mismo Marx lo dice. […] Toda la obra de Marx lo demuestra. […] La “ruptura epistemológica” es un punto de no regreso. […] Es verdad que Marx varias veces utiliza el término alienación. Sin embargo, todo esto desaparece de forma completa en los últimos textos de Marx y en Lenin completamente. Podríamos quedarnos satisfechos con decir: lo que importa es la tendencia. Tendencialmente, el trabajo científico de Marx se deshace de las categorías filosóficas en cuestión. […] Sin embargo, esto no es suficiente. Aquí mi autocrítica. […] he identificado la “ruptura epistemológica” (=científica) y la revolución filosófica de Marx. De forma más precisa, he pensado la revolución filosófica de Marx como algo idéntico a la “ruptura epistemológica”. […] Es un error. […] Sucesivamente empecé a rectificar las cosas. […] 1. Es imposible reducir la filosofía a ciencia, la revolución científica de Marx a la “ruptura epistemológica”. 2. La revolución filosófica de Marx necesitó de la “ruptura epistemológica” como de una de sus condiciones de posibilidad.
Al momento de revisar sus tesis, Althusser añade que, sucesivamente en 1845 había tenido lugar una especie de:
[…] sobrevivencia esporádica de categorías como aquella de alienación […]. Dado que además de su tendencial desaparición en la obra de Marx considerada en su conjunto, había también que rendir cuentas de un extraño fenómeno: su eliminación en determinadas obras y su ulterior reaparición. Por ejemplo […] en los Grundrisse, cuaderno de notas de Marx durante los años 1857-58 (no publicadas por Marx), se habla frecuentemente de alienación.
Según Althusser, Marx había sido inducido a volver a utilizar esta categoría solamente porque “había por casualidad releído la Gran lógica, quedando muy impactado.” Una explicación poco convincente dado que, probablemente, en aquel mismo manuscrito Marx se valió del concepto de alienación también en las partes redactadas antes de la relectura de la Lógica de Hegel. De cualquier forma, la alienación elaborada por Marx es algo muy distinto de aquella concebida por Hegel. Considerada por Althusser como la “categorí[a] filosófic[a]” de la cual, “tendencialmente, se libra el trabajo científico de Marx” , la alienación constituyó, al contrario, ya en los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y aún más en los [Grundrisse], en El Capital y en sus manuscritos preparatorios, un importante concepto teórico para describir críticamente las características del trabajo y las relaciones sociales en una determinada realidad económico-productiva: la capitalista.
Además, a diferencia de lo afirmado por Althusser, Marx nunca escribió ni dejó entender la presencia, de alguna “ruptura” al interior de su obra. Mucho menos es pensable establecer una suerte de continuidad teórica y política entre el pensamiento de Marx y el de Lenin, al contrario de lo sostenido por el filósofo francés, y mostrar como prueba de la supuesta “ruptura epistemológica” de Marx la frustrada elaboración de la temática de la alienación por parte de Lenin.
En fin, las más consistentes objeciones a la interpretación althusseriana surgen del análisis filológico del texto de Marx. De hecho, si es verdad que los [Grundrisse] “son un cuaderno de notas […] de los años 1857-58 (no publicadas por Marx)” , también debemos recordar que [La ideología alemana] fue un manuscrito igualmente incompleto y que, más bien, el así llamado “Capítulo I” sobre Feuerbach, sobre el cual Althusser apoyó muchas argumentaciones de la teoría de la “ruptura epistemológica”, adquirió tal forma de capítulo por obra de los editores de la MEGA, que lo dieron a la imprenta, en 1932, bajo la apariencia de un texto casi terminado. El nudo de la cuestión no es el negar los enormes cambios que tuvieron lugar en el pensamiento de Marx (el mismo discurso vendría hecho para muchos otros autores) en el curso de su maduración y después de su llegada a la economía política, sino el haber teorizado la existencia de una rígida ruptura a causa de la cual los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y los otros escritos precedentes [La ideología alemana] fueron considerados extraños al marxismo y no parte integrante de su desarrollo.
Althusser no modificó esta posición ni en el último de los escritos que dedicó a este tema: Elementos de autocrítica. Si él recordó, que, en los manuscritos de [La ideología alemana] aparecieron los “conceptos teóricos de base que inútilmente se buscarían en los textos anteriores de Marx” (entre estos él recordó la tríada “modo de producción, relaciones de producción, fuerzas de producción” ), cometió también el error de excluir el concepto de “trabajo alienado” de este proceso de desarrollo, etiquetándolo como una noción puramente filosófica. Para Althusser el Marx de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] “no afecta los […] conceptos” de la economía política “y sí los critica, lo hace filosóficamente, es decir, desde afuera”. El Marx de [La ideología alemana], al contrario, es considerado el fundador de “un acontecimiento sin precedentes y que no tendrá retorno […] la apertura del Continente-Historia” , como si este evento hubiera sucedido en el transcurso de pocas semanas y pudiera haber sido concebido como algo muy rígido.
Crítico de esta interpretación fue Ernest Mandel, que en su escrito de 1967, La formación del pensamiento económico de Karl Marx, rastreó el origen del error de Althusser en su “esfuerzo inútil de presentar los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 como el fruto de una ideología completa creadora de un todo”. A su parecer, Althusser
[…] tiene razón en oponerse a todo método analítico-teleológico que concibe la obra juvenil de un determinado autor con la sola intención de saber hasta qué punto se haya acercado al “fin” representado por la obra de la madurez . Sin embargo, se equivoca en contraponerle un método que fracciona arbitrariamente en formaciones ideológicas coherentes las sucesivas fases evolutivas de un mismo autor, con el pretexto de considerar “cada ideología como un todo” .
A la pregunta si en los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] Marx habría ya “eliminado todas las escorias filosóficas de un pensamiento que será de ahora en adelante rigurosamente socioeconómico”, él responde negativamente. Según Mandel, los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] testificaban plenamente, en la contradictoria coexistencia de preexistencias del pasado e intuiciones del futuro, la fase de transición de Marx:
[…] se trata justamente de una transición del joven Marx de la filosofía hegeliana y feuerbachiana a la elaboración del materialismo histórico. En esta transición, elementos del pasado se combinan necesariamente con elementos del futuro. Marx combina a su manera, modificándolos profundamente, la dialéctica de Hegel, el materialismo de Feuerbach y las determinaciones sociales de la economía política. Esta combinación no es coherente. No crea un nuevo “sistema”, una nueva “ideología”. Presenta fragmentos esparcidos que encierran numerosas contradicciones.
Considerado por diversos filósofos existencialistas como un texto muy estimulante; o exhibido como bandera del humanismo por los autores jesuitas; despreciado como mera reliquia filosófica de la elaboración juvenil, por otros tachados, incluso de dudosa pertenencia al “marxismo”; o bien elogiados como el principal escrito en el cual estaba contenida la concepción filosófica que fue la base también de las sucesivas obras económicas; en Francia los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] catalizaron una enorme atención, no sólo en ámbito marxista, y fueron uno de los libros de filosofía más vendidos por más de dos décadas. En el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, el debate teórico francés se caracterizó por la discusión sobre su interpretación, y debido a su difusión, Marx asumió un nuevo aspecto. Seguramente adquirió un perfil más ambiguo y de tonos moralizantes, sin embargo fue también percibido como un autor más atento al malestar del individuo generado por el contexto social y todo esto le permitió poder llegar a un público más vasto.
5. Los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] en el campo socialista y en el marxismo anglosajón
Los más acreditados marxistas de la Unión Soviética, de los países de Europa del Este y de los partidos comunistas más ortodoxos ignoraron por muchos años los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] o les concedieron una interpretación restrictiva y poco profunda. La ideología estalinista, que había hecho del estajanovismo una de sus banderas, provocó una profunda hostilidad al concepto de alienación, sin duda la principal novedad teórica contendida en los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844]; en consecuencia, los escritos juveniles de Marx, y las categorías en ellos contenidas, que habían conquistado desde los años treinta, un lugar privilegiado en el así llamado “marxismo occidental”, empezaron a difundirse en territorio soviético con enorme retraso.
El libro de Georg Mende El desarrollo de Karl Marx de democrático revolucionario a comunista representa un claro ejemplo de dicha actitud. El autor de la República Democrática Alemana no hizo referencia alguna a los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] ni en la primera edición del libro, publicada en 1954, ni en la reimpresión del año siguiente, y los declaró “trabajos preparatorios […] para una obra mayor” , los cuales no se podrían tener en cuenta sino hasta 1960, cuando Mende decidió revisar algunas partes del texto en ocasión de la tercera edición de su libro.
Igual actitud de sobrevaloración ya versión mostraron todos aquellos que, en los años cuarenta y cincuenta, se dedicaron a comentar sobre este escrito. La situación sin embargo, cambió lentamente a partir del fin de la década de los cincuenta. De este momento en adelante, también en los países socialistas empezó el estudio de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y se dio cuenta del texto marxiano apareciendo también en trabajos de buen nivel, por ejemplo, aquellos de 1958 de D. I. Rosenberg, El desarrollo de la doctrina económica de Marx y Engels en los años cuarenta del siglo XIX. .
En 1961, apareció un número especial de la revista francesa Recherches Internationales à la lumière du marxisme [Investigaciones internacionales a la luz del marxismo] titulado Sobre el joven Marx. Éste representó la primera publicación, traducida en una lengua europeo, que contenía diversos ensayos sobre los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] redactados por estudiosos soviéticos. En el volumen, junto a los artículos de los autores rusos O. Bakouradze, Nikolai Lapin, Vladimir Brouchlinski, Leonide Pajitnov y A. Ouibo, fueron también incluidos los trabajos del estudioso polaco Adam Schaff, de los alemanes Wolfgang Jahn y Joachim Hoeppner, además del secretario del Partido Comunista Italiano Palmiro Togliatti. Si bien caracterizados por el enfoque ideológico de entonces, estas contribuciones constituyeron el primer intento del “lado comunista” de medirse con las problemáticas relacionadas al “joven Marx” y disputar el monopolio interpretativo a los “marxistas occidentales”. Algunos ensayos también ofrecieron interesantes ocasiones para reflexionar acerca de una posible lectura no sistemática del texto marxiano. En el artículo Los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, por ejemplo, Pajitnov sostuvo que en el escrito de 1844:
[…] las ideas fundamentales de Marx se encuentran todavía en devenir y, de manera conjunta a notables formulaciones donde se encuentra en germen la nueva concepción del mundo, también se encuentran muy a menudo pensamientos todavía inmaduros, que llevan el sello de influencia de las fuentes teóricas que sirvieron de base material para la reflexión de Marx, y de las cuales partió para la elaboración de su doctrina .
Sin embargo, el marco teórico de base sostenido por la gran mayoría de los autores incluidos en la antología fue un tanto problemática. Al contrario de las interpretaciones en ese momento de moda en Francia, las cuales buscaban repensar los conceptos de El Capital a través de las categorías de los trabajos juveniles, los estudiosos soviéticos cometieron el error opuesto: investigaron los escritos juveniles a partir de los desarrollos posteriores de la teoría de Marx. Como escribió Althusser en la reseña de este libro, también titulada Sobre el joven Marx, y más tarde convertida en uno de los capítulos del libro Pour Marx, aquellos leyeron “los textos juveniles a través del filtro de los textos de la madurez” . Esta suerte de anticipación del pensamiento de Marx les impidió comprender plenamente el significado de la elaboración de aquel periodo:
[…] ciertamente nosotros sabemos que el joven Marx llegará a ser Marx, pero no queremos vivir más de prisa que él, no queremos vivir en su lugar, romper por él o descubrir por él. No lo esperaremos anticipadamente al fin de la carrera, para echarle encima, como sobre un corredor, el manto del descanso, porqué de hecho está terminada, por fin llegó .
De toda otra naturaleza fue el trabajo de Walter Tuchscheerer. El libro Antes de El Capital, entregado a la imprenta en 1968 después de la muerte de su autor, constituyó el mejor entre los estudios realizados en el Este sobre el pensamiento económico del joven Marx, y tuvo el mérito de examinar críticamente, por primera vez, junto a los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844], también el contenido de los cuadernos de extractos parisinos.
Si los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] lograron penetrar los cánones del Diamat (Materialismo dialéctico) muy lentamente y sólo después haber afrontado muchas resistencias ideológicas y políticas, su recepción en el mundo anglosajón empezó con igual retardo. De hecho, la primera traducción de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] que captó un discreto interés fue dado a la imprenta en 1961, en los Estados Unidos. El clima cultural y político del tiempo, marcado por las persecuciones del macartismo influyó, probablemente, sobre la elección de la editorial, la cual decidió publicar el libro indicando a Erich Fromm como autor y colocando el texto de Marx después de su introducción . En ésta, él presentó los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] como “el principal trabajo filosófico de Marx” , y afirmó: “el concepto de alienación ha estado siempre y permanecido como punto central del pensamiento del “joven” Marx que ha escrito los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y del “viejo” Marx que escribió El Capital” . En poco tiempo, en los Estados Unidos fueron publicados numerosos estudios en los cuales se sostenía la misma tesis y en los cuales la indagación acerca de la deuda intelectual de Marx respecto a Hegel retomó primera importancia . No faltaron las opiniones inconformes que, también para contrastar, el excesivo valor conferido al esbozo de 1844, exageraron en sentido contario. Así Daniel Bell, sostuvo que el insistente acercamiento de Marx a Hegel no era otra cosa que la “creación de un nuevo falso mito”, dado que “encontrada con la economía política la respuesta a los misterios de Hegel, Marx olvidó todo de la filosofía” .
Uno de los principales textos publicado en este contexto fue Filosofía y mito en Karl Marx, publicado, en 1961, por Robert Tucker. Según este autor una correcta interpretación de Marx debía basarse sobre la tesis de la “continuidad de [su] pensamiento, desde los escritos juveniles al El Capital, y [sobre aquella] de la centralidad del tema de la alienación” . Seguro de la “esencial unidad el marxismo, de los manuscritos de 1844 hasta El Capital” , llegó a afirmar que la “filosofía de la alienación presentada en los escritos juveniles fue el aporte final de Marx sobre el tema”, sosteniendo que “el desarrollo del pensamiento [… de Marx] estaba prefigurado en los manuscritos de 1844. El Capital constituía la realización de todo su pensamiento desde el inicio” .
En los años sesenta y setenta, gran parte de los intérpretes anglosajones de Marx se inclinó hacia ésta tesis. No obstante no hubiera alguna relación entre las primeras notas de apuntes redactadas en París por un joven estudioso de apenas veintiséis años y el magnum opus publicado un cuarto de siglo después, en el libro Marx antes del marxismo, de 1970, David McLellan declaró que: “en el verano de 1844 Marx empezó a trabajar en una crítica de la economía política; se trataba, en realidad, de la primera de una serie de hipótesis de trabajo que precedieron la redacción de El Capital” . Consecuente con esta configuración, el autor inglés sostuvo que “los escritos juveniles contenían ya todos los temas sucesivos del pensamiento marxiano y los mostraban en el momento de su formulación” .
El libro de Bertell Ollman, Alienación, publicado en el año sucesivo y destinado a convertirse en uno de los textos más leídos e influyentes entre los escritos sobre el debate en torno al “joven Marx”, contenía también una posición favorable sobre los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844]. Decidió “no enfatizar las alteraciones en el pensamiento de Marx” porque convencido de la “unidad esencial en el marxismo desde 1844 en adelante” y que, “también en la versión publicada de El Capital, hay mucho más de las ideas y de los conceptos juveniles de Marx de cuanto es reconocido generalmente” .
Esta tesis, con la excepción representada por los integrantes de la escuela althusseriana, se volvió hegemónica en todas partes. En la República Federal Alemana, el estudioso alemán Fetscher publicó en 1967, el libro Marx y el marxismo, entre cuyos propósitos se encontraban propiamente demostrar como:
[…] las categorías críticas que Marx había elaborado en sus Manuscritos económico-filosóficos de 1844 y en los cuadernos de extractos de París constituyeron también la base de la teoría de la economía política en El Capital y no fueron de alguna manera desconocidos por el Marx “maduro”. Con eso debería ser probado que las obras juveniles no sólo permiten comprender cuáles fueron las razones que impulsaron Marx a escribir la crítica de la economía política (El Capital), sino que la crítica de la economía política contiene todavía de forma implícita y, en parte también explicita, aquella crítica a la alienación y a la reificación, que constituye el tema central de las obras juveniles.”
El año siguiente, el estudioso israelí Shlomo Avineri dio a la imprenta el texto El pensamiento político y social de Marx, en la cual se opuso “a la actitud del todo inaceptable, asumida por aquellos que, según las preferencias, excluyen el Marx “joven” o aquel “maduro” como del todo irrelevante” .
En 1970, Mészáros, discípulo de György Lukács que había dejado Hungría y se había ido a Inglaterra para ejercer la docencia, tomó también posición sosteniendo la tesis de la coherencia unitaria presente en el pensamiento de Marx. Mészáros tuvo el mérito de aclarar que “el rechazo de la dicotomía Marx joven contra del Marx maduro no significa el rechazo del desarrollo intelectual de Marx. Lo que es rechazado es la idea exagerada de un giro radical de su posición después de los Manuscritos de 1844” . Sin embargo, Mészáros cae en un doble error. En primer lugar, el de considerar los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] un “coherente sistema de ideas”, como “el primer sistema completo de Marx” . La fragmentariedad del esbozo parisino no le fue suficiente para entender el carácter preliminar y ampliamente incompleto del texto de Marx, pero le pareció, al contrario, como la característica de “una de las obras más complejas y difíciles de la literatura filosófica” . Esta incapacidad de comprender lo incompleto del texto lo indujo a sostener que “mientras Marx procede en su investigación crítica en los Manuscritos de 1844, paulatinamente la profundidad de su concepción y la inigualada coherencia de sus ideas se vuelven siempre más evidentes.” Además, también Mészáros permaneció capturado por los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] al afirmar que estos habían adecuadamente anticipado el Marx sucesivo y que el “concepto de superación (Aufhebung) de la auto-alienación del trabajo proporciona el vínculo esencial con toda la obra completa de Marx, incluidos los últimos escritos del así llamado Marx maduro.” Para Mészáros:
[…] con la elaboración de los […] conceptos [de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 – MM], el sistema de Marx in statu nascendi es virtualmente llevado a su cumplimiento. Sus ideas radicales respecto al mundo de la alienación y las condiciones de la superación de ésta son ahora coherentemente sintetizadas dentro de las líneas generales de una monumental, compresiva concepción. […] Todas las ulteriores concretizaciones y modificaciones de las concepciones de Marx –incluidos algunos importantes descubrimientos del Marx más maduro– son realizadas sobre la base conceptual de los grandes resultados filosóficos claramente evidenciados en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844.
En el mismo error cayó Adam Schaff, uno de los más influyentes marxistas entre los que en el “campo socialista” vieron con gran interés y sin prejuicios, los escritos juveniles de Marx. En el libro de 1977, La alienación como fenómeno social, él se opuso justamente a “los varios intentos de construir una teoría de los dos Marx” , pero, aun subrayando como solamente con los [Grundrisse] Marx fuera capaz de comprender la “distinción entre objetivación y alienación […] en su condicionamiento histórico” avanzó ilusoriamente, diciendo que “ya en los Manuscritos había señas de la concepción del fetichismo de las mercancías […].”
La difusión de los [Grundrisse], que tuvo inicio en 1953 en Alemania , y a partir del fin de los años sesenta en Europa y en Estados Unidos, captó la atención de los comentaristas del texto marxiano y los militantes políticos de las obras juveniles sobre este “nuevo” inédito. En los años ochenta y noventa, en el transcurso de los cuales la investigación sobre Marx conoció una fuerte dispersión, aparecieron algunos estudios sobre la relación Hegel-Marx, que confirieron importancia a la comprensión de los manuscritos parisinos. Por último, también recientemente, lo que refleja el encanto persistente de las páginas escritas en 1844, que, incluso hoy, brillan desde el punto de vista teórico e interpretativo, nuevos estudios han regresado a ocuparse de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] .
6. Superioridad, ruptura, continuidad
Los intérpretes de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844], aún desde sus distintas posiciones políticas y disciplinarias, pueden ser subdivididos en tres grupos. Al primero son reconducidos todos aquellos que contrapusieron el manuscrito parisino y El Capital y que teorizaron la preeminencia teórica del primero sobre el segundo. Al segundo son incluidos los autores que atribuyeron escaso significado a los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844]. Mientras que al tercero pueden ser asociados los estudiosos que se inclinaron por la tesis de la continuidad teórica entre los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] y El Capital .
Aquellos que partieron de la suposición de la escisión entre el “joven” Marx y el “maduro”, presumiendo la tesis de la mayor riqueza teórica del primero sobre el segundo, presentaron los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] como el texto de mayor valor de Marx y crearon una forzada contraposición entre éste escrito y las obras posteriores. A los márgenes de la investigación interpretativa fue confinado, en particular, El Capital, libro sin duda más laborioso que las veinte páginas dedicadas al trabajo alienado en los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844], sobre las cuales casi todos pudieron ejercer sus elucubraciones filosóficas, y tampoco suficientemente estudiado por muchos de los autores que adhirieron a esta tesis. Los fundadores de esta línea interpretativa fueron Landshut y Mayer, seguidos, poco después, por De Man. Al presentar el pensamiento de Marx como una doctrina ético-humanista, estos autores persiguieron el objetivo político de contrastar la rígida ortodoxia del marxismo soviético de los años treinta, al cual intentaron disputar la hegemonía sobre el movimiento obrero. Esta ofensiva teórica surtió efectos de toda naturaleza y tuvo como resultado el incremento de la reserva potencial del marxismo. Si bien divulgado a través de formulaciones difusas y genéricas, desde este momento en adelante, esto no fue considerado más como una mera teoría economicista y ejerció mayor atracción sobre una multitud de intelectuales y jóvenes.
Esta hipótesis interpretativa se consolidó inmediatamente después de la publicación de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] en 1932 y continuó ganando seguidores hasta finales de los años cincuenta, gracias también al efecto detonado por un inédito muy distinto de los cánones del marxismo dominante. Esta interpretación fue sostenida esencialmente por una minoría heterogénea de marxistas heterodoxos, pensadores cristianos progresistas y filósofos existencialistas , que interpretaron los escritos económicos de Marx como un paso atrás respecto a las teorías juveniles, fundamentadas a su juicio, en la centralidad de la persona humana. Después de la Segunda Guerra Mundial, a su favor, se inclinaron Thier, Popitz y Hommes en Alemania y, si bien no se expresaron con claridad acerca de la presunta superioridad de los [Manuscritos económicos-filosóficos de 1844] respecto de las obras posteriores, también Merleau-Ponty, Bigo, Calvez y Axelos en Francia, y Fromm en Estados Unidos, hicieron de este texto el centro de gravedad de su concepción del marxismo. Aron, que en su libro de 1968 se opuso con firmeza a los que apoyaron esta tesis, fotografió perfectamente su más llamativa paradoja: “veinte años atrás, los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 representaban, según la ortodoxia del Barrio Latino, la última palabra de la filosofía marxista, aunque ateniéndose a los textos, Marx hubiera ridiculizado el lenguaje y los métodos de análisis por él adoptados en sus primeros trabajos.”
Interpretación del todo distinta de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] aglutinó a cuantos vieron en este texto una etapa transitoria, carente de algún significado especial de la elaboración del pensamiento de Marx. Desde el prefacio a la edición MEGA de 1932, escrita por Adoratskij, esta fue la lectura más seguida en la Unión Soviética y en sus países satélites. De hecho, la ausencia de referencia a la “dictadura del proletariado” y la presencia, al contrario, de temas como la alienación del hombre y la explotación del trabajo, que acertaban en algunas de las contradicciones más estridentes de los países del “socialismo real”, generaron el ostracismo de los vértices de partidos hacia los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844], que no por casualidad, fueron excluidos de las ediciones de las obras de Marx y Engels en distintos Estados del “bloque socialista”. Además, muchos de los autores partidarios de esta orientación consideraron que las etapas de la evolución de la concepción de Marx fueran aquellas indicadas por Vladimir Lenin, canonizadas después por la doctrina marxista-leninista, convicción que además de ser en muchos aspectos teóricamente y políticamente discutible, no les permitió tomar en consideración los importantes inéditos aparecidos ocho años después de la muerte del dirigente bolchevique.
Con la expansión de la influencia de la escuela althusseriana, en los años sesenta esta lectura se volvió popular también en Europa occidental. Se difundió sobretodo en Francia y sus fundamentos, en general atribuidos solamente a Althusser, pero en realidad ya abordados por Naville, fueron erigidos sobre la convicción de que el marxismo fuera una ciencia y que las obras juveniles de Marx, todavía cargadas de lenguaje y de la implantación filosófica de la Izquierda Hegeliana, hubieran sido etapas preparatorias (para Althusser los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] representaron incluso el Marx más lejano del marxismo) precedentes al nacimiento de una “ciencia nueva” contenida en El Capital .
Las tentativas, filológicamente infundadas, de dividir y contraponer el Marx de los escritos juveniles con el de la crítica de la economía política, actuados tanto por marxistas disidentes o “revisionistas” al fin de privilegiar el primer Marx, así como por los marxistas vinculados al comunismo ortodoxo que tomaron partido por el “Marx maduro” de la crítica de la economía política contribuyeron, espectacularmente, a la creación de uno de los principales malentendidos de la historia del marxismo: el mito del “joven Marx”.
Un último grupo de intérpretes de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] comprende aquellos que consideraron las diferentes obras de Marx vinculadas por una substancial continuidad. Uniendo autores de distintas matrices políticas y teóricas, desde Marcuse a Lukács en lengua alemana, pasando por Hyppolite y Rubel en Francia, esta tesis se volvió hegemónica en el mundo anglosajón, estudiadas por Tucker, McLellan y Ollman, imponiéndose después, desde el fin de los años sesenta en todo el mundo, como demuestran los trabajos de Fetscher, Avineri, Mészáros y Schaff.
La idea de un esencial continuum de la concepción de Marx, y del rechazo de concebir un determinado punto de ruptura teórica en su obra, después del cual lo que haya sido precedido era rechazado y puesto totalmente de lado, originó el desarrollo de algunas de las mejores interpretaciones de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844], como aquellas no dogmáticas y capaces de valorar el texto parisino a la luz de sus contradicciones y su carácter incompleto, de Lefebvre y Mandel. No obstante, también en esta escuela de pensamiento, no faltaron errores interpretativos, en particular la subvaloración, en algunos autores, de los enormes progresos realizados por Marx especialmente en economía política durante los años cincuenta y sesenta. En consecuencia, se consolidó, de manera difundida, la práctica de reconstruir el pensamiento de Marx a través de un montaje de citas, sin prestar atención alguna a los distintos períodos en los cuales habían sido redactados los escritos desde los cuales eran extraídas. Lo que emergió, frecuentemente, fue un autor construido literalmente a partir de los fragmentos que mejor respondían a las intenciones de sus intérpretes, los cuales, nada preocupados por el contexto que los había inspirado, pasaron de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] a El Capital, o en ocasiones desde este último a los textos juveniles, como si la obra de Marx fuera un único escrito indistinto y atemporal.
Subrayar la indudable importancia de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] para mejor comprensión de la elaboración del pensamiento de Marx, no implica el silenciar los enormes límites de este esbozo juvenil, en el cual había apenas empezado a asimilar los conceptos básicos de economía política y en el cual su concepción de comunismo no era otra cosa que una confusa síntesis de los estudios filosóficos hasta entonces realizados. Aun extremadamente fascinantes, en particular debido a la forma en la cual Marx combinó las concepciones filosóficas de Hegel y Feuerbach con la crítica del pensamiento económico clásico y con la denuncia de la alienación obrera, los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] constituyen, un primer aterrizaje de su concepción, como resulta evidente en la vaguedad y el eclecticismo de sus páginas. Estos son un indicio relevante del origen del camino de Marx, sin embargo una enorme distancia los separa de los temas y de la elaboración no sólo de la edición final de El Capital de 1867, sino también de sus manuscritos preparatorios, redactados, y en algunos casos publicados, a partir del fin de los años cincuenta.
A diferencia de las interpretaciones que propusieron la existencia y especificidad de Marx “joven”, y de las que forzosamente quisieron ubicar una ruptura teórica en su obra, las lecturas más incisivas de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] han sido aquellas que han tenido la capacidad de considerar este texto como una interesante, pero solamente inicial, pieza del recorrido critico de Marx. Si él no hubiera proseguido en sus investigaciones, y si su concepción hubiera quedado parada en los conceptos de los manuscritos parisinos, habría sido probablemente relegado, al lado de Bauer y Feuerbach, en los párrafos dedicados a la Izquierda Hegeliana de los manuales de la historia de la filosofía . Décadas de militancia política, estudios ininterrumpidos y continuas reelaboraciones criticas de centenares de volúmenes de economía política, historia y de numerosas otras disciplinas, hicieron, al contrario, del joven estudioso de 1844 una de la mentes más brillantes de la historia de la humanidad y transformaron también las primeras etapas de su progresión teórica, entre las cuales se distinguen los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844], tan importantes por estimular a generaciones enteras de lectores y estudiosos.
Traducción del italiano Jazmín Carbajal y Aldo A. Guevara
References
1. Con el fin de evidenciar el carácter inacabado de numerosos escritos de Marx, y para distinguirlos de los textos y artículos acabados, los títulos de los manuscritos y cuadernos incompletos se muestran en el texto entre corchetes.
2. Los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] fueron entregados a la imprenta en el mismo año, en dos diferentes versiones, circunstancia que contribuyó para alimentar la confusión alrededor del texto. Los estudiosos socialdemócratas Siegfried Landshut y Jacob Peter Mayer los publicaron, con el título de Economía nacional y filosofía en un compendio de los escritos juveniles de Marx: Nationalökonomie und Philosophie. Über den Zusammenhang der Nationalökonomie mit Staat, Recht, Moral, und bürgerlichem Leben (1844), en Karl Marx, Der historische Materialismus. Die Frühschriften (Hrsg. Siegfried Landshut – Jacob Peter Mayer), Kröner, Leipzig 1932, pp. 283-375. Mientras la segunda versión apareció en el tercer volumen de la Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA), a cargo del Instituto Marx-Engels de Moscú con el título, que más tarde sería célebre, de [Manuscritos económico-filosóficos de 1844]: Karl Marx, Ökonomisch-philosophische Manuskripte aus dem Jahre 1844, MEGA I/3, Marx-Engels-Verlag, Berlín 1932, pp. 29-172.
3. Cfr. David McLellan, Karl Marx: Su vida y sus ideas, Crítica, Barcelona, 1977.
4. Louis Althusser, La Revolución Teórica de Marx, Siglo XXI Editores, México, 2004, pp. 40 y 41. Algunos años más tarde, empeñado en defender la importancia del concepto de “corte epistemológico” que él utilizó, Althusser subrayó como la discusión alrededor del “joven Marx” fue el “último resorte de un debate […] un enfrentamiento político. […]¡No, no era debate de filólogos! La conservación o la desaparición de estas palabras, su defensa o su aniquilamiento, son la clave de auténticas luchas de carácter manifiestamente político e ideológico. No es excesivo decir que lo que hoy está en cuestión tras esta querella de palabras es el leninismo sin más. No sólo el reconocimiento de la existencia y del papel de la teoría y de la ciencia marxista, sino las formas concretas de fusión del movimiento obrero y de la teoría marxista, y la concepción del materialismo y de la dialéctica.” en Louis Althusser, Elementi di autocritica, Feltrinelli, Milano 1975, pp. 14-15. Existe versión en castellano: Louis Althusser, Elementos de autocrítica, Laia, Barcelona, 1975, pp. 22-23.
5. Iring Fetscher, Marx il marxismo. Dalla filosofia del proletariato alla Weltanschauung proletaria, Sansoni, Firenze 1969, p. 312.
6. Víctor Adoratsky, Einleitung, en MEGA I/3, Op. cit., p. XIII.
7. En realidad la introducción firmada por los dos curadores fue obra solamente de Landshut, la publicó el mismo año también como folleto separado. Cfr. Siegfried Landshut, Karl Marx, Charles Coleman, Lübeck 1932.
8. Siegfried Landshut y Jacob Peter Mayer, Op. cit., p. VI.
9. Siegfried Landshut, Op. cit., p. 6. Para una crítica de esta posición ver György Lukács, Il giovane Marx, Editori Riuniti, Roma, 1978, pp. 12-13. [Existe versión en castellano titulada En torno al desarrollo filosófico del joven Marx (1840-1844).]
10. Siegfried Landshut y Jacob Peter Mayer, Op. cit., p. XIII.
11. Ibíd., p. XXXVIII.
12. Ibíd., p. XIII.
13. Henri de Man, “Der neu entdeckte Marx”, en Der Kampf, vol. XXV (1932), n. 5-6, p. 224.
14. Ibíd.
15. Ibíd., p. 276.
16. Ibíd., p. 277.
17. Cfr. Herbert Marcuse, Marxismo e rivoluzione. Studi 1929-1932, Einaudi, Torino 1975, p. 100. Entre las numerosas afirmaciones del mismo tipo se ve también la siguiente: “en los Manuscritos económico-filosóficos parece evidente (más de cuanto lo hubiera sido antes) el sentido originario de las categorías fundamentales, y podría ser necesario revisar la interpretación corriente de la sucesiva elaboración de la crítica a la luz de sus orígenes”, pp. 63-4.
18. Cfr. Georg W. F. Hegel (Hrsg. Georg Lasson), Jenenser Logik, Metaphysik und Naturphilosophie, Felix Meiner, Leipzig 1923, y Georg W. F. Hegel (Hrsg. Johannes Hoffmeister), Jenenser Realphilosophie, Felix Meiner, Leipzig 1931.
19. György Lukács, Il giovane Hegel e i problema della società capitalistica, Einaudi, Torino 1950, p. 760. [Existe versión en castellano Georg Lukács, El joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista, Grijalbo, Barcelona, 1970.] Significativo para entender la revolución provocada por los [Manuscritos económicos y filosóficos de 1844] es también el testimonio biográfico de Lukács relatado en entrevista a la New Left Review: “leyendo estos manuscritos cambié completamente mi relación con el marxismo y transformé mi perspectiva filosófica”, en György Lukács, “Lukács on his life and work”, en New Left Review, n. 68 (July-August 1971), p. 57. Cfr. György Lukács, Per l’ontologia dell’essere sociale, 2 voll., Editori Riuniti, Roma 1981.
20. Cfr. Alexandre Kojève, Introduzione alla lettura di Hegel, Adelphi, Milano 1996.
21. Cfr. Karl Löwith, Da Hegel a Nietzsche. La frattura rivoluzionaria nel pensiero del secolo XIX, Einaudi, Torino 1949. Existe versión en castellano Karl Löwith, De Hegel a Nietzsche. La quiebra revolucionaria del pensamiento en el siglo XIX, Katz.
22. Este ensayo fue publicado bajo la forma de una sólida introducción (Einleitung) al texto Karl Marx, Nationalökonomie und Philosophie (Hrsg. Erich Thier), Op. Cit., pp. 3-127 y salió, sucesivamente, como volumen individual bajo el título de Erich Thier, Das Menschenbild des jungen Marx, Vandenhoeck & Ruprecht, Göttingen, 1957.
23. Heinrich Popitz, Der entfremdete Mensch. Zeitkritik und Geschichtsphilosophie des jungen Marx, Verlag fur Recht und Gesellschaft, Basel 1953.
24. Jacob Hommes, L’eros della tecnica, Abete, Roma 1970.
25. Cfr. Adam Schaff: Il marxismo e la persona umana, Feltrinelli, Milano 1965, p. 13.
26. Cfr. Ornella Pompeo Faracovi, Il marxismo francese contemporáneo fra dialettica e struttura (1945-1968), Feltrinelli, Milano 1972, en particular las pp. 12-18, donde se recuerda que “la cultura filosófica francesa de la posguerra se ha interesado por largo tiempo en Marx, de manera casi exclusiva en su pensamiento juvenil”, p. 9.
27. Henri Lefebvre, Le marxisme et la pensée française, en “Les Temps Modernes”, n. 137-138 (1957), p. 114.
28. Cfr. Maurice Merleau-Ponty, Sentido y sinsentido, Península, Barcelona, 1977, en particular el capítulo Marxismo y filosofía. Al respecto ver también Lars Roar Langset, Young Marx and Alienation in Western Debate, en “Inquiry”, vol. 6 (1963), n. 1, p. 11.
29. Raymond Aron se burló de esta posición afirmando que los existencialistas “encontraron en las especulaciones del joven Marx el secreto de un marxismo “insuperable” que Marx consideraba haber “superado” desde hace su trigésimo año” de vida, en Raymond Aron, Marxismi immaginari. Da una sacra famiglia all’altra, Franco Angeli, Torino 1972, p. 115. [Existe versión en castellano Raymond Aron, Los marxismos imaginarios: De Sartre a Althusser, Monte Ávila, Caracas, 1969.]
30. Pierre Bigo, Marxismo y humanismo, ZYX, 1966.
31. Ibíd., p. 248.
32. Jean Yves Calvez, Il pensiero di Karl Marx, Borla, Torino 1966.
33. Ibíd., p. 25.
34. Cfr. Roger Garaudy, Del anatema al diálogo, Ariel, Barcelona, 1968. Sobre temas análogos ver Stefan Vagovic, Marxismo a una dimensione, Città nuova editrice, Roma 1972.
35. Raymond Aron, Op. cit., p. 128. El texto de Aron está lleno de referencias polémicas a través de las cuales el autor ridiculizó tanto las paradojas de algunos estudiosos franceses de Marx: “nuestros filósofos parisinos prefirieron los esbozos a las obras, aman las malas copias por ser oscuras”, p. 178, así como el éxito que aquellos lograron alcanzar: “Júpiter, se dice, volvías locos a aquellos que querías perder. En París, Marx, Júpiter amistoso, diste un éxito de moda a los que desviaron el camino”, p. 234. Sobre el rol de Gaston Fessard en el debate francés de aquél tiempo remitimos al lector a su libro Le dialogie cattolique-communiste est-il possibile?, Grasset, París 1937.
36. Raymond Aron, Op. Cit., p. 151.
37. Pierre Naville, Dall’alienazione al godimento. Genesi della sociología del lavoro in Marx ed Engels, Jaca Book, Milano, 1978, p. 23.
38. Ibíd., p. 22.
39. Ibíd., pp. 12-13.
40. Auguste Cornu, Karl Marx – L’homme et l’oeuvre. De l’hégélianisme au matérialisme historique, Félix Alcan, París 1934.
41. Auguste Cornu, Marx e Engels, Feltrinelli, Milano 1962. Los volumenes III, Karl Marx et Friedrich Engels. Marx a París, y IV, La formation du matérialisme historique (1845-1846), no fueron traducidos al italiano y, por lo tanto, no fueron incluidos en esta edición, aparecieron en París en la Presses Universitaires de France en 1962 y en 1970. [Existe versión en castellano Auguste Cornu, Karl Marx Federico Engels, Editorial de Ciencias Sociales de la Habana, La Habana, 1975.]
42. Auguste Cornu, Karl Marx et Friedrich Engels. Marx a París, Op. Cit., Al respecto ver las páginas 172-7.
43. Jean Hyppolite, Saggi su Marx e Hegel, Bompiani, Milano 1963, pp. 153 e 155.
44. Maximilien Rubel, Karl Marx. Saggio di biografia intellettuale. Prolegomeni per una sociologia etica, Colibrí, Milano 2001, p. 130. [Existe versión en castellano Maximilien Rubel, Karl Marx. Ensayo de biografía intelectual, Paidós, Buenos Aires.]
45. Ibíd., p.116. El autor expresó una posición similar en el libro: Maximilien Rubel, Marx critico del marxismo, Cappelli, Bologna, 1981: “el primer libro de Marx, La sagrada familia, ya se anuncia como el secreto del último, El Capital”, p. 34.
46. Kostas Axelos, Marx pensatore della tecnica, Sugar, Milano 1963, pp. 56-7. [Existe versión en castellano Kostas Axelos, Marx pensador de la técnica, Fontanella, Barcelona, 1969.]
47. Henri Lefebvre, Critica della vita quotidiana, Dedalo, Bari 1977, pp. 92-3.
48. Ibíd., p. 92.
49. Louis Althusser, Pour Marx, Op. cit., p. 16. En el escrito Elementos de autocrítica, Op. Cit., Althusser recordó que reelaboró la noción de “ruptura (rupture) epistemológica” acuñado por Gastón Bachelard, tal que esta pudiera mostrar “todo su aspecto más rico”, p. 14. Desde aquí, la creación del concepto de “corte (coupure) epistemológico”.
50. Louis Althusser, Pour Marx, Op. cit., p. 16.
51. Ibíd., p. 17. Althusser clasificó el pensamiento de Marx en cuatro fases: las obras juveniles (1840-44); las obras de la ruptura (1845); las obras de la maduración (1845-57) las obras de la madurez (1857-83), cfr. Louis Althusser, Pour Marx, Op. cit., p. 18.
52. Ibíd.
53. Ibíd., p. 19.
54. Ibíd., p. 137.
55. Ibíd., p. 65.
56. Jacques Rancière, Op. cit., p. 140.
57. Ibíd., p. 139.
58. Cfr. John Lewis, The Althusser Case, en “Marxism Today”, vol. 16 (1972), pp. 23-7.
59. Louis Althusser, Risposta a John Lewis, en Umanesimo e estalinismo, De Donato, Bari 1973, p. 65.
60. Ibíd., p. 66, 68-72. Se aventuran más allá sus afirmaciones contenidas en el escrito Elementi di autocrítica, Op. cit., que inicialmente tenía que aparecer en la Risposta a John Lewis, y que, sin embargo, fue publicado dos años después. Althusser declaró haber sido culpable de una “desviación teoricista”, pues en el intento de mostrar la “novedad revolucionaria” del marxismo “en lugar de dar a este hecho histórico toda su dimensión social, política, ideológica y teórica”, había reducido todo “al ámbito de un hecho teórico limitado: la “ruptura epistemológica” observable en las obras de Marx a partir de 1845”, p. 7.
61. Louis Althusser, Risposta a John Lewis, Op. cit., p. 75.
62. Ibíd.
63. Marx recibió el libro de Hegel al final de octubre de 1857, cfr. Ferdinand Freiligrath a Karl Marx, 22 octubre 1857, en MEGA², III/8, Dietz, Berlin 1990, p. 497, y empezó a releerlo durante la redacción de los [Grundrisse], empezada hacia la mitad de octubre. La primera referencia al tema de la alienación en las páginas de los Grundrisse aparece en la p. 15 del Cuaderno I, redactada entre la mitad de octubre y la de noviembre, cfr. MEGA², II/1.1, p. 32. De todas maneras, en la carta del 14 enero de 1858, dirigida a Engels, Marx se refirió a la importancia del libro de Hegel para su propio trabajo sólo en lo relativo al método: “respecto al método de trabajo me ha rendido un enorme servicio el hecho que por pura casualidad […] había revisado la Lógica de Hegel”, en Obras, vol. LX, Op. Cit., p. 273.
64. Ibíd., p. 70.
65. Cfr. Herbert Marcuse, Razón y revolución. Hegel y el surgimiento de la teoría social, Altaya, Barcelona, 1994, según el cual “todos los conceptos filosóficos de la teoría marxiana son categorías sociales y económicas […]. Tampoco los primeros escritos de Marx son filosóficos. Constituyen la negación de la filosofía, aunque expresen todavía tal negación en un lenguaje filosófico”, p. 290.
66. Louis Althusser, Risposta a John Lewis, Op. cit., p. 75. En realidad, los [Grundrisse] se componen de ocho cuadernos, parte de los cuales fueron ignorados por Althusser. Cfr. Lucien Sève, Penser avec Marx aujourd’hui, La Dispute, París 2004, donde se muestra que “a excepción de algunos textos como la Introducción […] Althusser nunca leyó los Grundrisse, en el verdadero sentido de la palabra leer”, p. 29.
67. Cfr. Marcello Musto, “Vicissitudini e nuovi studi de L’ideologia tedesca”, en Critica Marxista, vol. 2004, n. 6, pp. 45-9. Terrell Carver, “The German Ideology never took place”, en History of Political Thought, vol. XXXI (2010), n. 1, pp. 107-27.
Louis Althusser, Elementi di autocrítica, Op. Cit., p. 9.
68. Ibíd., p. 8.
69. Cuando no era completamente absorto a defender su tesis de la “ruptura epistemológica”, como en el caso de la polémica con Lewis, y por lo tanto, se encontraba un poco más alejado de sus esquemas preestablecidos, Althusser fue capaz de interesantes consideraciones sobre los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844]. En el ensayo, redactado en 1970, Sull’evoluzione del giovane Marx, en Elementos di autocrítica, Op. cit., por ejemplo, intentó resumir el “drama teórico” vivido por Marx durante la redacción del escrito de 1844 a través de la descripción de la “insostenible contradicción entre la posición política y la posición filosófica […]. Políticamente, Marx escribe los Manuscritos como comunista […]. Teóricamente, los escribe desde posiciones filosóficas pequeño-burguesas […]. Los Manuscritos son un protocolo en movimiento pero implacable de una crisis insostenible: la crisis que se compara con un objeto encerrado en sus propios límites ideológicos, posiciones políticas y posiciones teóricas de clase incompatibles”, Op. cit., p. 51.
70. Ernest Mandel, La formazione del pensiero economico di Karl Marx, Laterza, Bari 1969, p. 175. [Existe la versión en castellano Ernest Mandel, La formación del pensamiento económico de Marx de 1843 a la redacción de El Capital, Siglo XXI, Madrid, 1974.]
71. Mandel se refiere a la crítica a la “pseudoteoría de la historia de la filosofía al futuro anterior”, cfr. Louis Althusser, Pour Marx, 72. Op. cit., p. 38.
73. Ernest Mandel, Op. cit., pp. 175-6.
74. Georg Mende, Karl Marx’ Entwicklung von revolutionären Demokraten zum Kommunisten, Dietz, Berlin 1960, p. 132.
75. D. I. Rosenberg, Die entwicklung der ökonomischen Lehre von Marx und Engels in den vierziger Jahren des 19. Jahrhunderts, Dietz, Berlin 1958.
76. Léonide Pajitnov, Les «Manuscrits èconomico-philosophiques de 1844», en Aa. Vv., Sur le jeune Marx, Op. cit., p. 98.
77. Loius Althusser, Pour Marx, Op. cit., p. 41.
78. Ibíd., p. 53.
79. Walter Tuchscheerer, Prima del ‘Capitale’. La formazione del pensiero economico di Marx (1843/1858), La Nuova Italia, Firenze 1980.
80. Erich Fromm, Marx y su concepto del hombre, FCE, México, 1966.
81. Ibíd., p. iv.
82. Ibíd., p. 50. De este escrito, que tenía la ambición de sintetizar la totalidad del pensamiento de Marx y no sólo el juvenil, impresiona que las referencias al Capital fueron muy limitadas (solamente seis), en comparación al uso desproporcionado de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] (citados 35 veces). Durante este período no fueron pocos los autores que aun teniendo la pretensión de sintetizar el total del pensamiento de Marx, citaron raramente El Capital. Para comprender lo difundida esta tendencia, ver también la afirmación equivocada de un riguroso estudioso como István Meszaros: “examinando la teoría de la alienación de Marx, el centro del análisis tienen que ser, no hay necesidad de decirlo, los Manuscritos económico-filosóficos de 1844”, en István Meszaros, La teoria dell’alienazione in Marx, Editori Riuniti, Roma 1976, p. 25. [Existe versión en castellano István Meszaros, La teoría de la enajenación en Marx, ERA, México, 1978.]
83. Precursor de esta tendencia había sido Sidney Hook con su trabajo de 1933, Towards an understanding of Karl Marx, Gollanz, London 1933.
84. Daniel Bell, La «riscoperta» dell’alienazione, en Alberto Izzo (curador), Alienazione e sociologia, Franco Angeli, Torino 1973, pp. 89 e 97.
85. Robert C. Tucker, Philosophy & Myth in Karl Marx, Transaction, New Brunswick/London 2001, p. 7.
86. Ibíd., p. 169.
87. David McLellan, Marx prima del marxismo, Op. Cit., p. 188.
88. Ibíd., p. 256.
89. Bertell Ollman, Alienation: Marx’s conception of man in capitalist society, Cambridge University Press, New York 1971, p. xiv.
90. Ibíd., p. xv.
91. Iring Fetscher, Marx e il marxismo. Dalla filosofia del proletariato alla Weltanschaaung proletaria, Op. cit., p. 30.
92. Shlomo Avineri, Il pensiero politico e sociale di Marx, Il Mulino, Bologna 1997, p. 13.
93. István Meszaros, Op. cit., p. 288.
94. Ibíd., p. 17.
95. Ibíd., p. 11.
96. Ibíd., p. 20.
97. Ibíd., p. 23
98. Ibíd., 112-3.
99. Adam Schaff, L’alienazione come fenomeno sociale, Editori Riuniti, Roma 1979, p. 99. [Existe versión en castellano Adam Schaff, La alienación como fenómeno social, Crítica, Barcelona, 1979.]
100. Ibíd., p. 102.
101. La primera edición, publicada en 1939-41 quedó prácticamente desconocida: cfr. Marcello Musto (ed.), Karl Marx’s Grundrisse. Foundations of the critique of political economy 150 years later, Routledge, London/New York 2008.
102. Entre los libros de este período dignos de tomar en cuenta son los de Solange Mercier-Josa, Pour lire Hegel et Marx, Editions sociales, París 1980 y Retour sur le jeune Marx. Deux études sur le rapport de Marx à Hegel, Meridiens Klincksieck, París 1986; el texto de Christopher J. Arthur, Dialectics of Labour. Marx and his relation to Hegel, Basil Blackwell, Oxford 1986.
103. Cfr. Takahisa Oishi, The unknown Marx, Pluto, London 2001; y Jean-Louis Lacascade, Les métamorphoses du jeune Marx, Presses Universitaires de France, París 2002.
104. Otras reseñas de las interpretaciones de los [Manuscritos económico-filosóficos de 1844] han sido compendiadas en Ernest Mandel, Op. cit., pp. 171-202; y en Jürgen Rojahn, El caso de los así llamados “Manuscritos económico-filosóficos del año 1844”, en “Pasado y presente”, n. 3 (1983), pp. 39-46. En español ver el libro de Adolfo Sánchez Vázquez, El joven Marx: los manuscritos de 1844, UNAM, Mexico, 2003, en el cual el autor sostiene: “los Manuscritos, en suma, no son la obra definitiva de Marx como sostiene la interpretación humanista, ni tampoco son una obra premarxista como se establece en la interpretación althusseriana”, p. 320.
105. Adam Schaff, Il marxismo e la persona umana, Feltrinelli, Milano 1977, p. 11. [Existe versión en castellano Adam Schaff, Marxismo e individuo humano, Grijalbo, México, 1967.]
106. Robert Tucker, Op. cit., p. 168.
107. Raymond Aron, Op. cit., p. 234. En particular, Aron se mofó de los filósofos existencialistas que habían “encontrado en las especulaciones del joven Marx el secreto de un marxismo insuperable que Marx consideraba haber superado desde su trigésimo año de edad”, p. 115.
108. Cfr. Henry Lefebvre, Marx, Tindalo, Roma 1970, pp. 34 e 36. [Existe versión en castellano Henri Lefebvre, Marx, Guadarrama, Madrid, 1974.]
109. Al respecto ver las afirmaciones críticas de Adam Schaff, Il marxismo e la persona umana, Op. cit.,que recordó que “no se puede tirar indiscriminadamente citas de Marx que se remontan a los años cuarenta y citas de los años setenta, como si no tuvieran el mismo derecho de ciudadanía y la misma importancia para el conocimiento del marxismo”, p. 36; y de Raymond Aron, Op. cit., que escribió: “[…] el día siguiente a la guerra, durante el período existencialista los padres jesuitas Fessard, Bigo y Calvez, y los existencialistas, trataban el todo del pensamiento marxiano como un todo atemporal, utilizando textos, los primeros de 1845, los segundos de 1867, como si este pensamiento no hubiera evolucionado, como si la minuta de 1844, que el autor ni siquiera había terminado y aún menos publicado, contuviera lo mejor del marxismo”, p. 204.
110. Cfr. Marcello Musto, “Marx en París: los Manuscritos económico-filosóficos del 1844”, en Musto (ed.), Tras las huellas de un fantasma. La actualidad de Karl Marx, México, Siglo XXI, 2011, pp. 116-132.
111. Cfr. Adam Schaff, Il marxismo e la persona umana, Op. cit., p. 36.
Marcello
Musto